Navacerrada, abril. Pedro Salinas

Enlace a Navacerrada, abril de Pedro Salinas en poesía y ciencia 

La aparición en 1924 de Presagios consagró a Pedro Salinas (1924-1951) como una de las figuras más notables de las nuevas generaciones literarias, con su dominio de una poesía que – sin acusar demasiado entusiasmo por ello- se ve enriquecida por los recursos y temas propios del ultraísmo y el creacionismo, va aligerándose de los más clásicos recursos de la retórica de fin de siglo: lo decorativo, lo sensorial y la musicalidad excesiva, y se afianza en la búsqueda de un nuevo lenguaje, más llano y cotidiano.

 

Publicado cuatro años después, Seguro azar corresponde a una nueva relación del poeta con la realidad, realidad que es la de los “tiempos modernos” de los años veinte: el cine, el automóvil, el teléfono, la luz eléctrica, los aviones… Triunfa plenamente la máquina, el progreso técnico y en general los grandes temas de la modernidad que despiertan el interés del poeta.

Muy representativos de esta nueva sensibilidad poética son tres poemas: Underwood girls, en que son protagonistas las nuevas máquinas de escribir y las mecanógrafas, en ese momento sus usuarias principales. (Nota 1).

… Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.”

Tecnología, la de las máquinas de escribir y los teclados, que han continuado como principal muy cerca de nosotros a lo largo de todo el siglo XX y hasta hoy; y que constituyen éstos, (los teclados, el teclado qwerty en particular), de una de las paradojas más llamativas de las tecnologías del siglo XX: el que – por motivos accidentales históricos – pueden resultar triunfadoras  tecnologías que no son las más perfectas entre las posibles para el desempeño de su función. (Nota 2).

En un segundo poema, que incluimos en poesía y ciencia en enero de este 2020, (ver nota 3), es 35 bujías, el protagonismo corresponde a la energía eléctrica a través de evocación de la bombilla eléctrica, como princesa encarcelada en su “castillo de cristal”, con las ventanas cerradas para que no la vean espías y raptores. Le basta “apretar un botón” para sentirla a su lado.

“…Pero de noche
cerradas las ventanas
para que no la vean
—guiñadoras espías— las estrellas,
y la soltaré. (Apretar un botón).
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura…”

Pedro Salinas

Sin embargo, como indica, al respecto de este poema, Juan Cano Ballesta en su libro y Literatura y Tecnología, “El mundo de la tecnología queda envuelto en una aureola de encanto y poesía…la atmósfera de cuento de hadas o de aventura amorosa, contiene para Pedro Salinas – a diferencia de los futuristas y primeros ultraístas – más belleza poética que los artefactos de la técnica.”  (Ver Nota 4).

Navacerrada, abril, es un sorpresivo poema, en versos blancos heptasílabos, cuya clave interpretativa se halla en su final. A lo largo del poema, el poeta parece llevarnos a un poema de amor convencional: “Los dos solos. ¡Qué bien / aquí, en el puerto, altos”… Pero al final del mismo, el sentido cambia y descubrimos que el alma y la fuerza – que se suponía iba a referirse a  la amada – es, en realidad, de los doce caballos del automóvil con el que el poeta ha hecho su escapada a la sierra madrileña.

El profesor Cano Ballesta , (ver Nota 4), lo comenta del modo siguiente.

“(sic) Navacerrada, abril viene a ser un canto al automóvil, que se sitúa, no obstante, lejos de los himnos futuristas. Capta un instante singular, en las alturas del puerto, a solas con su automóvil, tras larga carrera y ante el panorama del ancho paisaje segoviano. Poeta y máquina, como amante y amada, quedan fundidos para dar plenitud al prodigioso instante, que se interrumpe cuando súbitamente se lanzan a correr << por un mundo / de asfalto y selva virgen >>. A la máquina fría e insensible ha fundido el hombre su alma formando la unidad superior en que impera supremo el ser humano tras incorporarse todas las conquistas de la tecnología. La fuerza anímica se suma al ímpetu del motor:

Y de pronto mi mano
que te oprime, y tú, yo,
-aventura de arranque
eléctrico-, rompemos
el cristal de las doce,
a correr por un mundo
de asfalto y selva virgen.
Alma mía en la tuya
mecánica; mi fuerza,
bien medida, la tuya,
justa: doce caballos.

En cuanto a su aproximación a la tecnología, como interpreta el profesor Cano Ballesta, «Salinas no se sacia en las meras apariencias, busca el alma de las cosas, su profunda verdad a la tecnología (…) Los inventos de la técnica no le conducen a un entusiasmo incondicional. Muchas veces son un mero pretexto para crear una poesía insólita en que al poner en contacto dos mundos distantes brota la chispa electrizante de la emoción lírica más pura.»

Poesía insólita, emoción lírica y maestría que nos ofrecen estos tres poemas del maestro de la generación del 27, Pedro Salinas. (Nota 5).

Notas y enlaces

1. Incorporado a poesía y ciencia en julio de 2005, Underwood girls pertenece ya  a su tercer poemario, Fábula y signo de 1931. 
2. Ver David, Paul D. “Clío y la economía del QWERTY”. En Revista asturiana de economía – RAE Nº 37, 2006
3. Incorporado a poesía y ciencia en enero de 2020. 35 bujías
4. Cano Ballesta, Juan. “Literatura y tecnología. Las letras españolas ante la revolución industrial (1890-1940)”. Editorial Pre-Textos.1998. (Corregida y aumentada de la edición original: Editorial Orígenes, 1981). Dedicados a la poesía de Salinas en el libro están, además del capítulo La modernidad de un humanista de la edición original, (pgs. 204-210); un apéndice nuevo en la edición de 1998 de título: Pedro Salinas: el vanguardismo lúdico de un humanista, (pgs. 367-391).
5. Los tres libros citados: Presagios, Seguro azar y Fábula y signo, se encuentran editados en Alianza Editorial, Biblioteca Salinas, Madrid 1993.

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