Leonardo. Adam Zagajewski.

Enlace a Leonardo de Adam Zagajewski en poesía y ciencia

Consideraba el gran poeta y crítico Miguel García Posada, fundador de esta sección de poesía y ciencia, que una de las principales formas de proyección del discurso científico sobre el poético era la biografía, el panegírico o elogio de los héroes de la ciencia. En el poema Leonardo del  poeta polaco Adam Zagajewski – ver Nota 1– nos encontramos al mayor genio del Renacimiento con toda su fama reconocida; primer pintor, primer ingeniero y primer arquitecto del rey de Francia, Francisco I. Lo encontramos – ¡hay! – ya en enfermedad y casi al final de su vida, pensando en los proyectos que no ha conseguido realizar y con su mano derecha, medio paralizada, que ya se ha despedido de él. El gran Leonardo Da Vinci se iba muriendo cerca del Loira en 1512.

La vida de los grandes hombres se ve, sin duda, superada por las leyendas que hemos proyectado sobre ellos. Por eso el enfoque íntimo, delicado y final del poema de Zagajewski nos produce una mezcla de extrañeza, claridad y serenidad, frente a la figura del gran Leonardo da Vinci, prototipo de la perfecta personalidad renacentista: pintor excepcional y uno de los principales creadores en que se asentó la ciencia y la tecnología de los siglos XV y XVI.

La fama

El poema nos presenta el final de sus días. Con todas sus ambiciones terrenas de fama y prestigio reconocidas:

“Ahora vive en Francia,
más tranquilo y mucho más débil.
Es el orgullo del reino. El monarca
le honra con su amistad.”

La vida entera de Leonardo fue un camino continuo de aprendizaje y perfeccionamiento en diferentes disciplinas; envuelto en todo momento por un ansia y aspiración al reconocimiento público de su valía. Lo que le llevó a un recorrido vital por las cortes y ciudades más florecientes de su época; buscando el abrigo y protección de sus mandatarios. Así, lo vemos en Florencia con los Medici, en Milán con Ludovico Sforza; en el  Vaticano y, al final de sus días, en Francia con el más poderoso rey de Europa en lese momento: Francisco I.

 

Castillo de Clos-Lucé 

“En 1516 se marchó a Francia junto con su ayudante, el pintor Francesco Melzi, y también con Salai quien los acompañó hasta Milán. Su nuevo mecenas y protector, el rey de Francia Francisco I, los instaló en la casa donde este vivió en su niñez, el castillo de Clos-Lucé, cerca del castillo de Amboise. Fue el «primer pintor, primer ingeniero y primer arquitecto del rey», y recibió una pensión de 10 000 escudos.  En la corte francesa estaban más interesados por el pintor que por el ingeniero, que en Italia era lo más valorado. El hecho de que Francisco I le diera el castillo de Clos-Lucé se puede entender como un mensaje a Leonardo para que «hiciera lo que él quisiera»”. (Tomado de Wikipedia

El Castillo de Clos-Lucé es un castillo-mansión, en el departamento de Indre y Loira, englobado en el conjunto de Châteaux de la Loire. Más mansión que castillo, el caserón está situado en la ciudad de Amboise, a sólo 500 metros del castillo del mismo nombre, con el que además está comunicado por un pasaje subterráneo.

Proyectos no realizados

Sigue el poema con Leonardo da Vinci considerando «… los proyectos / que no ha conseguido realizar.»  Y uno se pregunta ¿Cuáles sería esos proyectos que no había conseguido realizar Leonardo? Algún cuadro: ¿La Gioconda, que se llevó con él a Francia? O serían más bien proyectos de ingeniería, o los constructivos de su etapa en Milán?

“Se ocupó tanto del estudio para la cúpula de la catedral de Milán, como de la realización de la versión en arcilla para el molde de «Il Cavallo», una imponente estatua ecuestre en honor de Francisco I Sforza, padre de Ludovico. Iba a hacerse con  setenta toneladas de bronce, hecho que constituía una verdadera proeza técnica para la época. La estatua permaneció inacabada durante varios años. Leonardo dejó algunos escritos sobre cómo sería la escultura:

En primer lugar, la escultura requiere una luz determinada, que proceda de arriba, mientras que un cuadro lleva consigo siempre su propia luz. Así, la escultura debe su importancia a la luz y la sombra, aspecto en el que el escultor recibe la ayuda de la naturaleza del relieve que le es inherente, mientras que el pintor, cuyo arte expresa los aspectos accidentales de la naturaleza, coloca sus efectos en los lugares donde la naturaleza debe producirlos necesariamente.

Tres refuerzos que sujetan el molde. Si desea hacer moldes sencillos rápidamente, hágalos en una caja de arena de río humedecida con vinagre. Una vez hecho el molde sobre el caballo, deberá hacer el grosor del metal con arcilla.

Estas piezas pertenecen al molde de la cabeza y el cuello del caballo, junto con su armazón y sus hierros (…)

El hocico tendrá una pieza, sujetada a ambos lados con dos piezas que corresponderán a la parte superior de las mejillas. Por debajo se sujetara al molde de la frente y al molde de debajo de la garganta. El cuello debe formarse con tres piezas: dos a los dos lados y una delante, tal como se muestra arriba.» (Tomado de Wikipedia). 

Desgraciadamente Leonardo no pudo fundir el caballo, lo que sí hizo fue un molde de arcilla enorme, a tamaño real, de la estatua, media unos siete metros de altura por los mismos de largo. Según Vasari: «Todos los que vieron el gran modelo de barro aseguraron que era la más excelente y magnífica obra que habían visto nunca.» Después de acabar la versión en arcilla para el molde y ya tenía hechos los planes para el proceso de fundición, el bronce fue utilizado para la fabricación de cañones, puesto que hubo que defender la ciudad de la invasión de los franceses.

O los, quizás,  más íntimos y suyos como las alas mecánicas para volar que se quedaron en primeros prototipos.

 

«Durante la mayor parte de su vida, Leonardo estuvo fascinado por el vuelo. Produjo numerosos estudios sobre el vuelo de los pájaros así como planos de varios aparatos voladores, como un helicóptero primitivo denominado «tornillo aéreo», un paracaídas y un ala delta de bambú. Pese a que la mayoría se considera irrealizable, el ala delta ha sido construida y, tras añadirle unos estabilizadores, ha volado con éxito. Es posible, sin embargo, que Leonardo estimase que los sistemas de vuelo similares a los de los murciélagos eran los que presentaban mayor potencial. También inventó el túnel de viento aerodinámico para sus experimentos.» (Tomado de Wikipedia).

La enfermedad

Se sabe que, en la etapa final de su vida, Leonardo da Vinci estaba muy impedido de su mano derecha. Prácticamente inútil como en el poema se refiere: «La mano derecha, medio paralizada, / ya se ha despedido de él.»

Hasta no hace mucho, se pensaba que Leonardo habría sufrido una embolia que le habría provocado la parálisis del brazo derecho. Sin embargo investigaciones recientes,  de las que se hizo eco el periódico La Vanguardia en su artículo La «mano de garra» de Leonardo da Vinci que le impidió terminar la Mona Lisa, sugieren que el artista florentino habría sufrido una “parálisis ulnar”, también conocida como “mano de garra”. Una caída, consideran los expertos, podría haber causado un traumatismo en la parte superior del brazo, lo que habría llevado a la parálisis en forma de mano de garra. Así lo afirman los doctores Davide Lazzeri y Carlo Rossi en un estudio publicado en la revista Journal of the Royal Society of Medicine basándose para ello en un retrato, dibujo realizado con tinta roja en el siglo XVI, que se atribuye a Giovanni Ambrogio Figino.

 

Leonardo da Vinci (Atribuido a G. A. Figino)

Inusualmente, muestra el brazo derecho del artista prácticamente oculto bajo unos pliegues de ropa. Su mano es visible, pero en una posición rígida y contraída. «En lugar de representar la típica mano cerrada observada en la espasticidad muscular posterior a un accidente cerebrovascular, la imagen sugiere un diagnóstico alternativo tal como parálisis ulnar, comúnmente conocida como ‘mano de garra’”, escriben los autores.

El poema finaliza con los siguientes cuatro versos.

«La izquierda también querría irse.
Y el corazón, y todo el cuerpo.
Aún se defienden
las islas de luz.»

Nos acercan a la muerte próxima los dos primeros versos: tristes y patéticos. Los dos finales, aunque no muy comprensibles, cierran el poema con no se sabe qué esperanza.

Enlaces y notas

1. En febrero de 2017 añadimos a poesía y ciencia el poema La fábrica de Adam Zagajewski; junto con la correspondiente entrada en este blog a la que enlazamos. En dicha entrada nos referíamos a la biografía del poeta polaco y comentábamos aspectos de su magnífica obra poética. A ella nos remitimos; añadiendo sólo que, precisamente ese mismo año 2017, Adam Zagajewski recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras. (Ver noticia del premio en El cultural).

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