Lamelibranquios. Gabino-Alejandro Carriedo

 

Enlace a Lamelibranquios de Gabino-Alejandro Carriedo en poesía y ciencia

Habiendo terminado en las Notas de la anterior entrega con Gabino-Alejandro Carriedo, en su doble papel como amigo y como poeta influido por Joao Cabral de Melo, no ha resultado difícil continuar la sección poesía y ciencia y este blog con un poema del gran poeta palentino, por el que quien esto escribe siente una debilidad especial.(Notas 1).

Y es que Gabino-Alejandro Carriedo, de la partida de los postistas iniciales, y después poeta social y del realismo mágico, animador cultural; hombre diverso, en suma, y poeta versátil, es un auténtico chollo para quienes tenemos como afición este asunto de la poesía, la ciencia y sus relaciones. La ciencia y la técnica se encuentran presentes de forma viva y palpable en una gran parte de su producción poética. Esa presencia se extiende a cuatro áreas fundamentalmente.

Gabino-Alejandro Carriedo a la máquina de escribir.

En primer lugar estarían los temas relacionados con la geometría con su magnífica serie sobre líneas, con poemas como La línea y el número, Función de la línea, La línea y su color, Rectitud de la curva, etc., magníficamente representada en poesía y ciencia, dónde se encuentran bastantes de ellas. En segundo lugar estarían los poemas sobre temas procedentes de un cierto regeneracionismo que devienen en una noble forma de poesía social: políticas agrarias, hidráulicas, de regadíos y de vivienda. Su obra más representativa en este sentido es  Política agraria, publicado en 1963, al que pertenece el poema Teoría de la agricultura también disponible en poesía y ciencia.

Un tercer ámbito de unión entre la ciencia y la poesía  en la obra de Gabino-Alejandro  Carriedo lo constituye un buen número de poemas dedicados a glosar la obra de arquitectos, ingenieros y artistas plásticos relevantes. Alvar Aalto, Corrales, Antonio Miró, Torroja y Chillida son, por ejemplo, destinatarios de poemas que aparecen en el libro Los lados del cubo de 1973.

Por último, estaría presente en la obra de Carriedo el género de animalario. A este género, (en el que a la vez que se describen animales reales o imaginarios echando mano de sus características zoológicas, se aplican o proyectan – en los animales – tanto actitudes, pasiones o vicios humanos como comportamientos sociales, políticos, etc.), dedicó su libro Los animales vivos, escrito en 1951 pero que no llegó a publicarse hasta 1966 en la editorial El toro de barro. (Ver Nota 2).

En palabras de Antonio Martínez Sarrión«Los animales vivos constituye uno de los escasos bestiarios con que cuenta nuestra poesía contemporánea, siendo el grado de elaboración y síntesis de estos poemas asombroso. Como será característico, se aúnan los tonos divertidos en esas dos joyas que son La caza de la cigüeña en África y Recomendaciones para domesticar un avestruz, con el intimismo baudeleriano de Gato, sin que falte ya la escondida intención social en Las hormigas o el emboscado erotismo en Lamelibranquios.» (Ver Nota 3).

De los poemas que componen Los animales vivos, posiblemente sea Lamelibránquios el que más referencias científicas contiene en lo que a zoología se refiere. El propio título, Lamelibranquios, sonoro y recio término, se refiere no a una especie animal, sino a una clase dentro del género de los moluscos. Es terminología que viene del siglo XIX, el gran siglo de la zoología y los estudios taxonómicos. Los lamelibranquios – que quiere decir branquias en forma de láminas – llamados también acéfalos, bivalvos o pelecípodos, son una clase de moluscos cuya concha consta de dos valvas laterales, frecuentemente simétricas, unidas mediante un ligamento por encima de la charnela, que se cierran por la acción de uno o dos músculos aductores. Ahí tenemos, por ejemplo,  a almejas, chirlas y mejillones.

 

En su inicio, el poema curiosamente se salta la definición y no nos habla de simétricas, sino de “asimétricas las acéfalas conchas”, introduciendo entremedias la acefalia característica de estos animales; a lo que sigue el comportamiento vital de abrirse y cerrarse las valvas: alimentación y ampararse de los peligros; para finalmente dejar una primera e incómoda observación: el vicio incide, o el emboscado erotismo que menciona Martínez Sarrión.

En la segunda estrofa nos asalta la imagen funeraria de las valvas cerrándose para enterrarse en si/ perdiendo el todo contacto con el mundo.En la tercera estrofa se vuelve a los términos taxonómicos clásicos, indicando los dos órdenes en que se dividen los lamelibranquios: asifonados, (como la ostra), o sifonados, (como la almeja). Y lo anterior se realiza remitiendo a bibliografía: “según la fórmula de Claus”.

 Del libro Zoología de C. Claus y Tablas de Clasificación. Mexico 1882.

Es decir, según la clasificación del naturalista alemán Carl Friedrich Wilhelm Claus, profesor en diversas universidades, entre ellas Viena desde 1873, que fue el introductor en Austria del pensamiento darwiniano y especialista en animales marinos, (crustáceos en especial), dirigiendo en Trieste, el Instituto de Estudios Marinos. Famoso mundialmente gracias a su obra Lehrbuch der Zoölogie, monumental compendio de zoología de la época profusamente ilustrado en varios tomos, de enorme difusión en toda Europa que fue base de la formación de varias generaciones de naturalistas. En España, con el título de Zoología, (eso sí, precedido del término Historia Natural), se realizaron sucesivas ediciones de la obra hasta, al menos, 1920. El sistema taxonómico expuesto en esta obra fue reproducido en todo tipo de manuales de enseñanzas medias y universitarias, manteniéndose, casi, hasta nuestros días.

A continuación se menciona otra característica anatómica de los bivalvos sifonados, un músculo que tiene forma de hacha y que, sobre todo en los sifonados, le sirve de pie que les permite que les permite excavar y también desplazarse en las superficies arenosas, lo que Carriedo traduce en «… andares triangulares comprimidos / quien lo pudiera sobre el campo azul.»

La cuarta estrofa comienza con una invocación de aroma clásico a diversos elementos para que guarden los sabrosísimos moluscos, que parece pedir dos veros finales aún más pomposos. Pero la rúbrica final consiste en: «Y a los demás que nos cercene un rayo / si no hemos conocido a una mujer.», un giro irracional, (de nuevo, el emboscado erotismo), inesperado, de sorpresa manifiesta muy en la línea del estilo postista – que siempre conservó aún pasando los años – de Gabino-Alejandro Carriedo.

Notas y enlaces

1. Existe una página web dedicada a Gabino-Alejandro Carriedo en la que hay información bio-bibliogáfica bastante completa, se muestran algunos poemas de diferentes épocas, así como fotografías del poeta. La Fundación Jorge Guillén es depositaria de numeroso material: originales, cartas, etc. de  Gabino-Alejandro Carriedo. Un escrito muy personal de admiración por el poeta se puede encontrar en el blog manuelrico.blogspot.com.es  

 2. En la actualidad, la obra de Gabino-Alejandro Carriedo, libro a libro, se encuentra descatalogada. En 1980 la editorial Hiperión publicó Nuevo, compuesto, descompuesto, viejo, antología realizada por Antonio Martínez Sarrión con un estudio introductorio extraordinario. 

En 2006 apareció  la antología Poesía interrumpida, edición de Francisca Domingo Calle, en Huerga y Fierro Editores. (Ver reseña). Por último, la Fundación Jorge Guillén edito, en 2006 también, la obra poética completa con el título Poemas, con edición y notas de Concha Carriedo y Antonio Piedra, y con prólogo de Fanny Rubio. (Ver reseña). Otro  interesante artículo, sobre el poeta y la edición de su obra completa, es Gabino-Alejandro Carriedo, un poeta versátil de Amador Palacios en Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid. 2006.

3. Podríamos haberla traído a poesía y ciencia por el lado de la psicología, o del gran paso que dio el género humano al conseguir domesticar animales salvajes. Nos pareció más sencillo optar por la zoología de Lamelibranquios. Pero, simplemente porque es muy divertida, incluimos a continuación el poema Recomendaciones para domesticar a un avestruz que espero que les guste. 

Primero se le coge de una pata,
luego se le propina un puntapié,
más tarde se le da un terrón de azúcar
y acto seguido pan y leche y palos.

Transcurridos seis meses por lo menos
diciendo abracadabra se le cuelga
de un árbol muy frondoso de tal guisa
que pasar pueda ver los autobuses

Después de encomendarle a San Pancracio
– patrono de las aves de corral -,
se le cortan las alas, se le pinta
de amarillo y azul la cresta y basta.

Y a esperar, esperar… Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine.

 

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