Ciclismo olímpico. Juan Antonio González Iglesias.

Enlace a Ciclismo olímpico de Juan Antonio González Iglesias en poesía y ciencia.

 

Recientemente me reencontré, en Cambio de siglo. Antología de la poesía española. 1990-2007, (selección, prólogo y bibliografía de Domingo Sánchez-Mesa), con el poema Ciclismo olímpico que escuché por primera vez, con fascinación y asombro, recitado por su autor, Juan Antonio González Iglesias, hace unos dos años y medio. (Ver Nota 1).

 

Juan Antonio González Iglesias (de la web de El Cultural)

 

Fue el 30 de septiembre de 2016 en el marco de la Séptima noche europea de los investigadores en el que tuvo lugar, en la sede de la Fundación Telefónica de Madrid, la actividad titulada La alegría de las musas. Poesía y ciencia, en la que se entregaron los premios del primer certamen poético de poesía y ciencia para jóvenes.

En dicho acto, Juan Antonio González Iglesias, que había sido miembro del jurado que otorgó los premios, recitó el poema Ciclismo olímpico. En el mismo momento de la lectura me pareció un poema excelente que, junto con la exaltación, alegría y grandeza del deporte, presentaba un puñado de motivos científicos muy interesantes – sobre física, astronomía y materiales – por lo que pensé que debía ser incluido en poesía y ciencia.

Ocurría, sin embargo, que en marzo del mismo año, habíamos incluido en poesía y ciencia, del mismo autor, el poema Leo a Tomás de Aquino en el smartphone  y consideré oportuno dejarlo para un poco más adelante. Y, como a veces ocurre, ahí quedó la idea dormida…, y perdida. Y ahora felizmente recuperada.

 

Juan Antonio González Iglesias y el deporte

En la poesía actual cabe perfectamente que el aliento clásico, el tono elegíaco y ritmos y formulas sintácticas tradicionales se proyecten en ámbitos de temas e imágenes plenamente modernas. Temas como el mundo del deporte o como el de la ciencia. O ambos a la vez. Como ocurre con el poema Ciclismo olímpico del poeta salmantino Juan Antonio González Iglesias, en que nos hallamos ante una poesía honda, clara y cincelada; una poesía nutrida de tradición y cultura, que ha sido pródiga en poemas con temas deportivos.

Juan Antonio González Iglesias recopiló sus poemas de temática deportiva  en el libro Decatletas, editado por la Diputación Provincial de Cáceres en 2011.

 

En el prólogo del mismo, realiza la observación de que, si bien nuestra época ha olvidado a los griegos, “tenemos en el furor por el deporte uno de los legados griegos más vivos”. Y sigue

“Como en tantos otros aspectos, hemos desequilibrado la armonía helénica. Practicamos ejercicio sin filosofía. Cultivamos el cuerpo sin atender el espíritu. Así el apogeo actual de los atletas está acompañado por el eclipse de los poetas. Pero en la Grecia antigua poeta y atleta eran términos paralelos. El poeta era un hombre de acción. Acción sobre el lenguaje. Acción con el lenguaje sobre el mundo.”

El poemario recoge un total de 22 poemas en que los temas son, unas veces, los deportes olímpicos y, otras, aquellos que no tienen ese reconocimiento y se practican en la naturaleza o en la ciudad. (Sic) “Se canta la competición, pero también el puro ejercicio, cuando no el placer”. El ciclismo en pista, de Ciclismo olímpico, va seguido de Canción para pedir más carril bici, poema que, por cierto, podrían perfectamente adoptar los ciclistas urbanos como himno. (Ver Nota 2)

Ciclista. Natalia Goncharova. 1913. (de Wikipedia)

 

Hay también en todos los poemas un hálito de sacralización del deporte ya que, según González Iglesias, (sic) “La religión (cristiana y pagana) aparecen en estos versos, porque el deporte limita con ellas”.

 

Ciclismo olímpico

El poema, compuesto mayormente de versos alejandrinos, endecasílabos y algunos heptasílabos – que hacen pie quebrado, aligerando el ritmo -, está repleto de elementos que aluden a la ciencia y la técnica.

Se inicia el poema situando el ciclismo en pista en un lugar del cosmos  – lo que es obvio, pero siempre grandioso -, y se alude a la forma de la pista semejante a un anillo de Saturno o una cinta de Moebius.

Al poeta le hubiera gustado versificar sobre un “Dios medieval” que hubiera posado su mano en el mundo modelando la pista, pero sabe que programas informáticos han modelado las curvas y que el humano hormigón armado es lo que ha aportado la ductilidad y firmeza precisa de las superficies.

 

Ciclismo en pista

 

Los cascos son “hiperlineales” para convertir las testas de los ciclistas en flechas. Fantasea sobre el inicio de la carrera en que son sujetados los ciclistas y luego empujados hacia el mágico éter.

“para que vuelvan a su elemento natural/ no la tierra ni el aire/ sino el quinto elemento, el que Aristóteles/ denominaba éter”

Hay una comparación del movimiento de bicicletas y ciclistas con el de los cuerpos celestes que mezclan lentitud – aparente a nuestros ojos – y su inmensa velocidad real.

La medida precisa del tiempo, dividida hasta las diezmilésimas en los eventos olímpicos, se alude en el poema y, también, la perpendicularidad y las fuerzas y su composición

“¿Qué podemos decir de la fuerza centrífuga/ si ya la conocemos por nuestros corazones?”

Y también la celebración de “la atracción primordial entre las cosas”, la fuerza de la gravedad, finalizando el poema con esas bellas palabras – que, al parecer, escribió Leonardo Da Vinci -, en las que llamaba a la fuerza de la gravedad

“ese inmenso deseo de volver”.

Notas y enlaces

1. En poesía y ciencia se encuentran ya incluidos dos poemas de Juan Antonio González Iglesias: Benditos los ignotos y Leo a Tomás de Aquino en el smartphone,  a los que hemos incluido los correspondientes enlaces. 

2. Para los entusiastas del carril bici

Canción para pedir más carril bici

Ir por el carril bici
persiguiendo
el origen del río
durante media hora
paralelo a los peces,
paralelo
al piragüista
de torso grande
adelantarlo,
escalar hasta el puente
peatonal, transmutarme
en perpendicular
al agua
de Gredos por aquí,
dar media vuelta,
bajar formando parte
del viento, ser
tan físicamente
feliz, correr ahora
más rápido que el Tormes,
dejar atrás los juncos,
la lavanda, las sombras de las frondas,
los niños, los atletas,
la plata de los peces
y al tenaz piragüista.

Ir por el carril bici
durante media hora,
ser centauro recién
nacido, me parece
más de lo que merezco
en este día casi
víspera de septiembre.

Pero reclamo más.

 

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