¿Qué podría haber sido la Universidad reformada?

Estamos a dos meses de que comience el último año académico del decenio, que es también el primero del Espacio Europeo de Educación Superior. De igual manera nos encontramos en el período de discusión de la nueva Ley de la Ciencia, que contiene importantes modificaciones de la carrera investigadora.

Por ese motivo, seguro que vale la pena recuperar las recomendaciones que contiene un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid, editado en 2007, acerca de la vinculación entre Universidad y Empresa para la cooperación industrial y tecnológica.

Lo más interesante es que el estudio (Análisis de la Cooperación de la Universidad Politécnicade Madrid con el Sector Empresarial, aún difundido con valentía por el Vicerrectorado de Investigación) incluye elementos que las empresas tecnológicas echan en falta en el sistema universitario. Sobra decir que n Ninguno de ellos ha sido incluido en el corazón de la aparatosa reforma universitaria.

Antes de nada, hay que señalar dos datos que enmarcan el asunto: por una parte, el vínculo universidad-empresa se sustenta sobre la confianza que el sector empresarial deposita en la Universidad, a la que se ve como un agente eficaz. De hecho, el primer contacto suele ser un tanteo informal por parte de la empresa a la búsqueda de un Grupo de Investigación que cuadrecon el objetivo de la empresa en ese momento. Además, fruto de esa confianza inicial, reforzada por los objetivos alcanzados, casi el 50% delas empresas encuestadas afirmaron haber contratado personal investigador de la Politécnica tras la finalización de contratos de cooperación. El interés de las empresas por los RRHH en investigación es evidente. Sus propuestas son audaces, por lo que pueden sorprender a quien se encuentre inmerso en el universo universitario y dé tantas cosas por naturales e inamovibles, como pedruscos tremendos.

Vamos al grano:

  1. Que las universidades puedan contratar personal con dedicación exclusiva a la investigación. El binomio docencia-investigación no solamente choca con muchas vocaciones de excelentes profesionales sin entusiasmo por la enseñanza (o viceversa), sino que resulta un obstáculo muy serio para la dedicación, la motivación y el cumplimiento de plazos, que en la cooperación con la empresa suelen ser más apretados, y para la profesionalización y la solvencia de los grupos de investigación.

  1. Que la universidad se ajuste, en su relación con la empresa, a las demandas de ésta a través de unos servicios de canalización de los pedidos en investigación, consultoría, formación, etc. No estamos contemplando aquí la confección de planes de estudio ni de prácticas según la estrategia de Bolonia, sino de la incorporación fuerte de la universidad con vistas al crecimiento orgánico de un tejido empresarial tecnológico y avanzado, que en nuestro país no es todavía una realidad consolidada. Ésta petición casa con la de muchos investigadores, quienes a menudo echan en falta mayor ayuda institucional para ganar visibilidad de cara a los contratistas. Sin una cierta dosis de marketing institucional, el valor de los Grupos de Investigación es invisible.

  1. También se sugiere el préstamo temporal de RRHH a las empresas. Parece que hace falta rediseñar las estrategias de movilidad y el concepto de compatibilidad. El mensaje diferencial es que un investigador merece recibir una remuneración fuerte por el diseño de productos y servicios: recuérdese que las habituales restricciones a las partidas de financiación, que no se pueden destinar a la retribución de quienes transfieren el conocimiento, son un impedimento fortísimo para la investigación aplicada. Sin prestigio social, sin una remuneración ajustada a la calidad, el futuro de la tecnología autóctona está en grave peligro.

Además,los mismos autores del estudio recomiendan ampliar la excedencia de cinco años, que ahora se contempla sólo en el caso de que el destino sea una empresa de base tecnológica, a “cualquier estructura público-privada que posea personalidad jurídica propia”. Innovación abierta, se llama el objetivo.

Por Jaime Capitel

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