Lo que el agua después de un baño puede contener.

Los conservantes químicos y los componentes individuales de las fragancias o la mezcla de las mismas son los causantes directos de las reacciones alérgicas más frecuentes. Recientemente se ha publicado un procedimiento para analizar muestras reales obtenidas al final del baño diario de una serie de bebés, que permite identificar y cuantificar en dichas aguas de baño las 15 fragancias alergénicas más comunes incluidas en los jabones, geles, colonias y otros productos de cuidado personal, encontrando al menos seis fragancias alergénicas en todas las muestras, en algunos casos en concentraciones que superaban los 100 ppb (nanogramos/mililitro).

 

[CyPS-UCM-Grupo de Catálisis y Procesos de Separación]

            Las fragancias se encuentran de forma habitual en nuestro entorno. Se encuentran en los jabones, champús, lociones corporales, productos de limpieza del hogar, detergentes y otros muchos productos. Los componentes mayoritarios de las fragancias son los aceites esenciales entre los que se encuentran  ácidos orgánicos tales como los ácidos benzoico y cinámico, tanto en estado libre como en forma de ésteres, compuestos carbonílicos  como citral, benzaldehído, vainillina, alcanfor,  alcoholes como linalol, geraniol, mentol, y fenoles como eugenol, timol, entre otros.

Es de todos conocido que los conservantes químicos y los componentes individuales de las fragancias o la mezcla de las mismas  son los causantes directos de las reacciones alérgicas más frecuentes y perniciosas. Desafortunadamente, son precisamente estas sustancias las que la industria cosmética utiliza de forma intrínseca. A nadie debería sorprender, por lo tanto, el ascenso en el número de reacciones alérgicas derivadas de la penetración de estas sustancias alergénicas en la piel.

En muchas ocasiones surge una reacción alérgica inesperada a un producto utilizado durante mucho tiempo. Esto es debido a que existe un tiempo de sensibilización a partir del cual el sistema inmunológico manifiesta una reacción visible e inflamatoria de la piel. Por eso, para un experto, estas reacciones alérgicas repentinas no suponen ninguna sorpresa ya que sabe que el tiempo de sensibilización puede ser de semanas, meses o incluso de años.

En el año 2006 se publicó el REGLAMENTO (CE) No 907/2006 por el que se modificaba el Reglamento (CE) no 648/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo, sobre detergentes, de la manera siguiente:

Es obligatorio declarar las fragancias alergénicas cuando estas se añaden en forma de sustancias puras. Sin embargo, este requisito no es necesario si se añaden como constitutivos de ingredientes complejos, como aceites esenciales o perfumes. A fin de aumentar la transparencia para el consumidor, deben declararse las fragancias alergénicas incluidas en los detergentes, con independencia del modo en que se añadan a ellos. La lista de ingredientes destinada al público en general que figura en el anexo no exige el uso de nomenclatura científica especializada que puede perturbar, en lugar de ayudar, al público en general. Por otra parte, existen ciertas incoherencias de menor entidad entre la información a la que puede acceder el gran público y la que se pone a disposición del personal médico en virtud de la sección C del citado anexo. Debe facilitarse la comprensión de la información relativa a los ingredientes destinada al público en general mediante el uso de la nomenclatura INCI, ya utilizada para los ingredientes cosméticos.  

Recientemente se han publicado los resultados del análisis de muestras reales obtenidas al final del baño diario de una serie de bebés, de edades comprendidas entre seis meses y dos años, (Analytical and Bioanalytical Chemistry 2009, 394 (5), 1399) en el que se desarrolla un método para identificar y cuantificar en dichas aguas de baño las 15 fragancias alergénicas más comunes incluidas en los jabones, geles, colonias y otros productos de cuidado personal, encontrando al menos seis fragancias alergénicas en todas las muestras, en algunos casos en concentraciones que superaban los 100 ppb (nanogramos/mililitro). El método analítico utilizado ha sido la técnica de la microextracción en fase sólida  que permite concentrar y aislar componentes químicos de una muestra adsorbiéndolos en unas fibras con un determinado recubrimiento, posteriormente a la identificación mediante cromatografía de gases para separar los compuestos y la espectrometría de masas para cuantificar cada una de las fragancias.de las aguas de baño de los bebés.

Algunas de las sustancias que aparecieron fueron el salicilato de bencilo, el benzoato de bencilo, el linalol, la cumarina y el hidroxicitronelal. Ninguna de estas sustancias químicas está prohibida por la legislación europea, que se limita a exigir al fabricante que indique su presencia en la etiqueta. Es obligatoria a partir de un máximo de un 0,01% del contenido del producto en los casos de geles o champús, y del 0,001% en el de cremas, lociones o colonias, ya que la permanencia en la piel de estos últimas fragancias es mayor.

Estas sustancias pueden estar permitidas por la ley, pero no es conveniente permanecer expuestos a ellas. Su utilización excesiva tiene como consecuencia principal la aparición de dermatitis, eczemas y otros procesos alérgicos en los niños, que han aumentado de forma considerable, así como llegar a causar problemas en el sistema inmunitario o en el sistema nervioso central, como parece apuntar algún estudio reciente.

Uno de los agentes químicos utilizados en los productos de cosmética y aseo personal, el metileugenol, también perteneciente al grupo de estas fragancias, se prohibió en el año 2002 después de probarse en animales que podía tener efectos cancerígenos.

La exposición a estas sustancias en la primera infancia está relacionada con una alteración en la concentración de hormonas así como al aumento de casos de alergias y eccemas. Con esta idea no se debe alarmar indebidamente a la población. Los niños que crecen en un ambiente excesivamente limpio, tienen muchas más posibilidades de sufrir algún tipo de alergia, ya que su sistema inmunitario necesita unas mínimas dosis de gérmenes para estar activo y sano. Un poco de suciedad puede ser bueno porque mientras los bebés exploran su alrededor, su sistema inmune se entrena para reconocer a los verdaderos agentes infecciosos, y su cuerpo se va poblando de bacterias amigas que protegerán y ayudarán a trabajar a su cuerpo.
No se trata de no ser limpios o descuidar la higiene corporal o ambiental, pero no se puede tratar de esterilizar o de ser asépticos por completo. Es muy probable por tanto que el exceso de protección de los niños frente a su entorno sea la causa del aumento de las alergias, las dermatitis y algunas enfermedades del sistema inmune.

A la falta de entrenamiento o inmadurez del sistema inmune se atribuye, en buena parte, que las alergias a alimentos hayan pasado entre 1992 y 2005 de afectar de un 6% a un 15% de los niños; que la dermatitis atópica haya aumentado de un 5% a un 11% y que las alergias respiratorias hayan pasado de un 75% a un 80%.

La disminución de la biodiversidad bacteriana en el cuerpo humano también podría influir en otras enfermedades relacionadas con el sistema inmune, como la diabetes, la obesidad e incluso la esclerosis múltiple, otra de las enfermedades que más ha aumentado en las últimas décadas. Aunque el exceso de higiene es una explicación para este incremento, hay que tener en cuenta otros factores hereditarios o ambientales: la contaminación, el hecho de haber cambiado nuestros hábitos alimentarios con comida tratada y que usamos más medicamentos, antibióticos y detergentes, entre otros.

No hay que olvidar el problema adicional originado por la presencia de estas sustancias en las aguas residuales. Para su posterior utilización, será necesario arbitrar los procedimientos más adecuados para la degradación de estas sustancias (en muchas ocasiones en concentraciones muy pequeñas) que permita la reutilización eficaz y segura de las aguas regeneradas. En este sentido, existen a nivel nacional varios grupos de investigación dedicados a encontrar las técnicas más adecuadas de degradación de estos componentes que pueden afectar a la salud, pero de cuya utilización nos resistimos a  prescindir.


 

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