Importancia medioambiental y necesidad de tratamiento de los clorofenoles

Los clorofenoles son compuestos empleados en numerosos procesos relacionados con la fabricación de herbicidas, fungicidas, pesticidas, productos farmacéuticos y pinturas. Sus numerosas aplicaciones favorecen una rápida y amplia introducción de los mismos en el medio ambiente, lo que constituye un grave riesgo para la salud y los ecosistemas.

[Grupo Ingeniería Química. UAM]

Los clorofenoles (CP) constituyen un importante grupo de contaminantes que pueden encontrarse en sedimentos, aguas residuales, aguas subterráneas, suelos y en gases emitidos por diversas industrias. Son empleados en numerosos procesos industriales, utilizándose para la síntesis de intermedios o, directamente como materias primas, en la fabricación de herbicidas, fungicidas, pesticidas, insecticidas, farmacéuticos y pinturas; aunque también pueden ser generados como subproductos en la incineración de residuos, en el blanqueamiento de la pasta de papel con cloro y en la decloración de agua potable. Su amplio espectro de utilización se debe fundamentalmente a sus propiedades antimicrobianas, que han favorecido su empleo como desinfectantes y como agentes conservantes para madera, pinturas, fibras vegetales y pieles. El mercado mundial de clorofenoles es, por tanto, bastante estable y comercializa cada año unas 100.000 toneladas de estos compuestos. Con la excepción del 2‐clorofenol, todos los clorofenoles son sólidos cristalinos a temperatura ambiente. Se caracterizan por un fuerte olor, desagradable y persistente (EPA, 440/5‐80‐032, 1980). Dicha propiedad organoléptica ha propiciado que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) incluya algunos de estos compuestos entre los contaminantes que producen mayores efectos organolépticos en el agua. Las concentraciones que se pueden alcanzar en el agua son muy bajas, sin embargo sus efectos organolépticos alertarían al ser humano de su presencia y propiciarían, por sí solos, el necesario tratamiento de las aguas residuales que los contuvieran.

Los monoclorofenoles han sido utilizados como antisépticos desde finales del siglo XIX. No obstante, en la actualidad se utilizan fundamentalmente en la industria como intermediarios en la producción de otros productos. Los diclorofenoles también son utilizados como intermediarios para producir determinados pesticidas, acaricidas y fungicidas. Los triclorofenoles son utilizados como antisépticos y desinfectantes, aunque también se emplean como materias primas para producir otros productos.

Las numerosas aplicaciones de los clorofenoles unidas al diverso origen de estos compuestos, favorecen su presencia en aguas subterráneas, aguas residuales y en cadenas tróficas, incluso en lugares con bajos niveles de contaminación. Esta situación constituye un grave riesgo para la salud y para el medio ambiente, ya que se trata de compuestos tóxicos y persistentes, que se bioacumulan en la cadena trófica, depositándose en los tejidos grasos de los seres vivos.

Los clorofenoles son tóxicos, carcinógenos, mutagénicos y teratogénicos. La mayoría de ellos son corrosivos para la piel y los ojos y pueden llegar a ser absorbidos a través de la piel en cantidades importantes. Dentro de este grupo de clorofenoles, destaca por su toxicidad el 2,4,6‐triclorofenol, el cual es carcinógeno en animales, causando linfomas, leucemia y cáncer de hígado por exposición mediante vía oral. Además, se encuentra clasificado en el Grupo B2 (probablemente carcinógeno para los humanos) por la EPA. Asimismo, producen un impacto negativo muy importante en el medio ambiente. Su toxicidad en los organismos acuáticos es muy elevada, aunque varía en función de la naturaleza y del grado de cloración de la molécula. En general, un aumento de éste conlleva un incremento en la toxicidad. No obstante, esta tendencia no siempre se cumple, con lo que es inapropiado utilizar un criterio común de calidad de las aguas para todos los clorofenoles como conjunto. Por ello, los estudios sobre su toxicidad se realizan evaluando el efecto tóxico de los clorofenoles por separado.

Además del consabido impacto tóxico de los clorofenoles en los organismos acuáticos, se ha demostrado que los clorofenoles dan sabor a la carne del pescado de agua dulce en concentraciones mucho menores a las necesarias para mostrar un efecto tóxico. La trucha arcoíris iris estuvo expuesta durante 48 horas a diferentes clorofenoles en un amplio rango de concentraciones. El sabor de la carne del pescado cocido fue evaluado por un panel de quince personas. Los resultados obtenidos mostraron que concentraciones de 35, 45 y 52 µg/L de 2,6‐diclorofenol, 4‐clorofenol y 2,4,6‐triclorofenol, respectivamente, eran suficientes para dar sabor al pescado. Como se ha puesto de manifiesto, los clorofenoles constituyen un problema grave de contaminación del medio ambiente, ya que a pesar de su elevada toxicidad, persistencia y bioacumulación, estos compuestos siguen siendo muy utilizados en la industria. Por ello, se hace necesario un estricto control de su vertido que asegure el cuidado del medio ambiente y la salud.

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