Cinco universidades españolas entre las mejores cincuenta universidades jóvenes de todo el mundo

Un nuevo ránking, preparado por Quacquarelli Syamonds, destaca cuáles son las mejores cincuenta universidades creadas a lo largo de los últimos cincuenta años. Es decir, desde 1964. En un conjunto de universidades tan jóvenes, no puede ser despreciable que las más veteranas tengan la condición de haber vivido el año de 1968, con las peculiaridades y las características diferenciales propias que este acontecimiento tuvo en cada país.

Curiosamente, el país europeo con una mayor representación en QS Top 50 Under 50 es España…

…por encima de todos los países que lideran la economía comunitaria y la producción académica: Reino Unido tiene tres, Alemania dos, Italia una y Francia otra. Pero es que Estados Unidos tiene otras tres (dos en California, otra en Texas). Buscando un poco más, la mayor concentración de buenas universidades jóvenes se la lleva Hong Kong, con cuatro instituciones. Y el país con más instituciones en el ranking es Australia, con 9. Casi una de cada cinco. Se pueden seguir haciendo estadísticas improbables: la mejor media es la de Corea del Sur, que coloca una universidad en la tercera y otra en la cuarta posición, la mejor puntuación se la lleva la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong…

Se podría seguir, pero convendría empezar por reparar en las limitaciones del ranking. No es la menos importante el hecho de que esté confeccionado por una empresa cuyo core business consiste en proporcionar información bien jerarquizada y a escala mundial a futuros estudiantes en busca de universidades. En este marco, el listado de las cincuenta mejores universidades jóvenes es, evidentemente, una herramienta de marketing, y su alcance está limitado a los países en los que está implantada esta multinacional (según la Wikipedia, ahora mismo son 35).

Pasamos, entonces, a esas limitaciones más engorrosas. Como el hecho de que no aparezca ni México, ni ningún país sudamericano además de Brasil y Argentina. Pero esto es poco en comparación con las dos ausencias más incomprensibles: China e India. Es difícil creer que ninguna institución de educación superior entre las que forman a casi un tercio de la población mundial tenga menos de 51 años y esté entre las cincuenta mejores del mundo. Pero quién sabe. A lo mejor tienen razón. Aunque la presencia de la Universidad Nacional Euroasíatica L.N. Gumilyov de Kazajistán no parece un argumento a favor.

Apuntadas estas limitaciones, volvamos a nuestras tierras. Cinco universidades es, en este caso, igual a tres universidades catalanas y dos madrileñas.  La Universitat Autonoma de Barcelona (9), la Universidad Autónoma de Madrid (12), la Universitat Politécnica de Catalunya (24), la Universidad Carlos III de Madrid (37) y la Pompeu Fabra de Barcelona (43).

Las dos autónomas nacieron, precisamente, en 1968. Hoy en día siguen pobladas, en buena medida, por profesores que pertenecieron a las primeras promociones de aquellas universidades sin pasado. Son, en definitiva, las universidades españolas de la transición. Nacidas para frenar las protestas estudiantiles, ubicando las aulas en entornos alejados de las ciudades y más fáciles de controlar, a la larga acabaron ganando la carta de la libertad.

Esa misma condición es compartida con la Universidad Politécnica de Cataluña, que también se fundó en 1968. En 2012, el ranking de universidades de ciencia y tecnología de QS ya la colocaba como primera universidad politécnica española y 77 mundial.

Las dos universidades restantes son más jóvenes, fundadas entre finales de los ochenta y principios de los noventa. La Pompeu Fabra nació por iniciativa de la Generalitat de Catalunya, que quería materializar en una nueva institución un proyecto académico de excelencia con un fuerte componente catalanista y una vocación fuerte, aunque no exclusiva, por los estudios artísticos y humanísticos. La Carlos III, por su parte, fue la primera universidad ubicada en el cinturón sur de la región madrileña, con la misión de apostar por el conocimiento en una zona tradicionalmente obrera, y desplegada en varios campus para evitar la concentración en una única localidad.

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