La falta de agua se cobra más vidas que las guerras

Dos millones de niños mueren al año en el mundo debido a la falta de un vaso de agua limpia y un saneamiento insuficiente. Sin embargo, estas graves carencias no son debidas a la escasez de recursos hídricos, sino a la exclusión que provocan la pobreza, la desigualdad y las erróneas políticas gubernamentales. La clave para superar la «crisis mundial del agua» reside en combatir estos problemas.

[Grupo de Ingeniería Química y Ambiental (GIQA)
Universidad Rey Juan Carlos]

Más de mil millones de personas carecen de acceso a un agua apta para el consumo y más del doble se ven privadas de un saneamiento adecuado. Así se expone en el «Informe sobre Desarrollo Humano 2006» del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bajo el título «Más allá de la escasez: poder, pobreza y la crisis mundial del agua».

A comienzos del siglo XXI, vivimos en un mundo de prosperidad sin precedentes, pero la metas de reducir la extrema pobreza marcada por la ONU para 2015 se enfrenta a una crisis «silenciosa», la del acceso al agua, que podría desviar el progreso e impedir el desarrollo humano. Esta crisis pasa desapercibida, pero se cobra más vidas, a causa de las enfermedades, que las guerras.

En el informe, la PNUD enfatiza que ningún acto de terrorismo genera tanta «devastación económica» como la crisis mundial de agua y saneamiento, al tiempo que rechaza que tenga relación directa con «situaciones de escasez absoluta del suministro físico». A su juicio, derivan fundamentalmente de las relaciones desiguales de poder y de las políticas erradas de gestión del líquido, que agravan la escasez.

Prioridad política

En un mundo de creciente prosperidad, se da la dramática paradoja de que 1.100.000 millones de habitantes de países en desarrollo carezcan de un adecuado acceso al agua y que 2.600 millones no dispongan de un saneamiento adecuado. Además, cada año mueren cerca de 1,8 millones de niños como consecuencia directa de la diarrea y otras enfermedades causadas por el agua sucia y el saneamiento insuficiente. A inicios del siglo XXI, el agua sucia es la segunda causa de muertes infantiles en el mundo.

Los orígenes varían de un país a otro, pero tienen algunos factores comunes. Son pocos los países que abordan la política del agua y del saneamiento como una prioridad política, los más pobres del planeta están pagando los precios más altos del mundo por el líquido vital y la comunidad internacional no ha logrado que estas cuestiones se fijen como una de sus prioridades. El informe se muestra optimista. «Contamos con la financiación, la tecnología y las capacidades para hacer que la crisis del agua y el saneamiento pasen a ser parte de la historia».

El mundo no está quedándose sin agua, pero varios millones de sus habitantes más vulnerables viven en áreas expuestas a sufrir un estrés de agua creciente. Unos 1.400 millones de personas viven en cuencas fluviales en las que el uso del agua supera las tasas de recarga. Los ríos están secándose y los ecosistemas dependientes del agua están sufriendo una rápida degradación. «El mundo está acabando con uno de sus recursos naturales más valiosos y está acumulando una deuda ecológica insostenible, que heredarán las próximas generaciones».

El informe insiste en que garantizar que cada persona disponga de acceso a al menos 20 litros de agua limpia al día para cubrir sus necesidades mínimas es un requerimiento mínimo para respetar el derecho al agua y una meta mínima para los gobiernos. A falta de nueve años para alcanzar 2015, el agua limpia y el saneamiento se alzan como metas esenciales para salvar vidas infantiles, impulsar el progreso en educación y liberar a la población de enfermedades que les retienen en la pobreza. Pero aun alcanzando el objetivo, quedarán más de 800 millones de personas sin agua y 1.800 millones sin servicios de saneamiento en 2015.

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