¿Es segura el agua embotellada?

El agua embotellada goza de la percepción del consumido como segura, lo que la afianzado en el mercado incluso en zonas donde la calidad del agua de abastecimiento es excelente. Un estudio reciente indica que el contacto del agua con el material de los envases puede dar lugar a la disolución de sustancias que actúan como estrógenos alterando la actividad de organismos acuáticos. Los resultados no son extrapolables directamente a los seres humanos, pero reabren el debate de la seguridad del agua embotellada.

 

[Grupo de Procesos y Sistemas de Ingeniería Ambiental, Universidad Autónoma de Madrid]

El agua embotellada ha sido durante mucho tiempo el paradigma de la seguridad alimentaria. Los problemas de abastecimiento en épocas de sequía, las pobres características organolépticas del agua de ciertas poblaciones y las intensas campañas publicitarias han hecho que el mercado del agua embotellada haya experimentado un importante crecimiento sostenido. El agua embotellada se ha abierto mercado incluso en zonas donde el agua de abastecimiento tiene una calidad excelente, en algunos casos superior a la de muchas aguas embotelladas. Sin embargo, periódicamente llegan noticias que reabren el debate sobre la calidad del agua embotellada. Primero fue la detección de hidrocarburos y luego la comercialización de agua de abastecimiento tras un proceso de tratamiento y embotellado, en ambos casos afectando a marcas prestigiosas. Ahora llega el turno a todas las marcas, pues la preocupación parte de los envases en los que se comercializa el agua embotellada

 

Un estudio (1) realizado por investigadores del Departamento de Ecotoxicología Acuática de la Goethe Universität (Alemania), con botellas comerciales de agua mineral aporta evidencias de que el material con el que están fabricadas las botellas de agua mineral transfiere al agua sustancias que mimetizan hormonas y que actúan como estrógenos afectando a la actividad de los organismos acuáticos.

 

La disolución de componentes de las botellas de agua mineral es un fenómeno conocido y cuantificado gracias a las modernas técnicas de análisis que permiten detectar compuestos en agua en niveles de trazas. Los niveles alcanzados por estas sustancias disueltas se encuentran en general muy por debajo de los umbrales establecidos por las autoridades sanitarias. El estudio mencionado se centra en los efectos que los compuestos disueltos en el agua pueden tener sobre organismos acuáticos. En concreto el estudio utiliza agua mineral embotellada como medio para la cría de Potamopyrgus antipodarum, un diminuto caracol originario de Nueva Zelanda, evaluando el efecto estrogénico de las sustancias disueltas a partir del aumento del número de larvas en el medio de cría. Es decir, se evalúa cómo los contaminantes aumentan el ritmo reproductivo de la especie de caracol empleada en el estudio. Asimismo, se utiliza como indicador de la presencia de estrógenos levaduras modificadas genéticamente y que cambian de color ante la presencia de estrógenos incluso a muy bajas concentraciones.

 

En el estudio se detectan efectos estrogénicos en el 60% de las marcas de agua evaluadas. La aguas minerales envasadas en botellas de vidrio muestran una actividad estrogénica sensiblemente menor que las aguas envasadas en botellas de plástico; de forma más concreta, el 33% de las aguas minerales embotelladas en vidrio frente al 78% de las embotelladas en materiales plásticos muestran actividad hormonal. Asimismo, es importante destacar que el agua de suministro da lugar a una actividad estrogénica muy por debajo de la de las aguas embotelladas, pero que el agua de abastecimiento aumenta sensiblemente su actividad estrogénica cuando es almacenada en botellas de plásticos, con toda probabilidad debido a la disolución de componentes del plástico.

 

La traslación de los resultados a seres humanos no es directa. Los organismos utilizados en el estudio tienen el agua como medio, por lo que son más sensibles a la presencia de contaminantes a nivel de trazas. Los propios autores del estudio indican que sería necesaria una investigación más amplia para determinar en qué medida existe riesgo para la salud humana. La situación no debe conducir a alarma, pues en términos generales los potenciales efectos del consumo de agua embotellada serán comparables o menores a los del agua de abastecimiento. El proceso hasta que un material es aprobado para el embalaje de alimentos es largo. Por ejemplo, en Estados Unidos la FDA establece una serie rigurosa de tests para los plásticos utilizados en botellas de plásticos, que incluyen entre otros aspectos la evaluación de los compuestos disueltos por el contacto con el agua. Sin embargo, los avances en el conocimiento de los efectos de los materiales que componen los contenedores de alimentos deben servir para mantener una revisión constante de su seguridad para los seres humanos y para el medio ambiente.

 

1.      Wagner et al. Endocrine disruptors in bottled mineral water: total estrogenic burden and migration from plastic bottles. Environmental Science and Pollution Research, 2009; DOI: 10.1007/s11356-009-0107-7

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