De lo que gastamos y no sabemos

¿Nos hemos planteado alguna vez cúanto agua gastamos al día? ¿somos conscientes de ello?

El agua virtual  es un concepto que permite estimar la cantidad de agua que se necesita para producir un bien.

[Ángel de Miguel – Fundación IMDEA Agua]

 

Suena el despertador, otro día a trabajar. Me levanto, voy al baño, me ducho, tomo mi desayuno (8 galletas, María, como las de antes, y una taza de té).  Mientras conduzco me da por pensar. ¿Cuánta agua habré gastado desde que me he levantado?

En principio es una pregunta sencilla, sólo necesito saber el tiempo que he tardado en ducharme, el caudal de mi ducha,  cuánto volumen tiene mi inodoro, y por supuesto cuánto agua he gastado en el té. Total, unos 70 litros.

Para producir mis galletas, se habrá necesitado agua. Lo mismo para la hojas del te, incluso para la ropa que llevo puesta.

Imaginemos por tanto mis galletas. 8 galletas, a unos 12,5 g cada una, hacen un total de 100 g de galletas al día. Suponiendo que el ingrediente mayoritario sea harina de trigo, algo de mantequilla, azúcar,  huevos y unos cuanto E-stabilizantes, yo podría estimar cuánta agua se necesita en el ciclo productivo. Lo primero que debo hacer es estimar las necesidades hídricas del trigo y determinar que porcentaje proviene de la precipitación y que porcentaje del riego. Luego debería estimar el impacto que el uso de fertilizantes tiene sobre los recursos hídricos naturales, y como no, conocer a la perfección el ciclo productivo, donde a su vez, tendremos un gasto de agua y una producción de residuos. Así, lo deberé hacer para todos los ingredientes, obteniendo una cifra final, el Agua Virtual de mis galletas.

El Agua Virtual es un concepto que nació a principios de los 90, como indicador para estimar la cantidad de agua que se necesita para producir un bien, ya sea de origen agrícola o manufacturado. En los últimos años, y con la introducción del concepto de Huella Hídrica por parte del profesor Arjen Hoecktra, el indicador ha ido evolucionando, permitiendo diferenciar entre tres tipos de componentes. La huella verde, azul y gris. Los dos primeros hacen referencia al consumo de agua, ya sea de origen natural en el caso de la huella verde (evapotranspiración del agua almacenada en el suelo) o aportada por el hombre en el caso de la huella azul  (agua aportada mediante los diversos sistemas de irrigación). El tercer componente hace referencia al impacto que los residuos generados tienen sobre el agua. Es por tanto un indicador que nos permite medir la presión ejercida sobre los recursos hídricos de una zona concreta, una región, un país, o incluso a nivel global. Nos permite diferenciar entre los distintos impactos generados, e incluso el lugar donde se producen.

Cuando un país importa una tonelada de trigo, no sólo esta importando alimento para su población, sino que además está ahorrándose alrededor de 2.100 m3 de agua disponible para otros usos o simplemente para dejarla en el medio.

Un claro ejemplo reside en el sector porcino. Algunos países como Holanda, se han especializado en granjas de cría de lechones, mientras que en otras regiones, como buena parte de Cataluña, se han especializado en el engorde. De forma que los lechones son exportados hacia Cataluña, donde pasan la mayor parte de su ciclo de engorde, y reimportados de nuevo a Holanda para su sacrificio. Así, se externaliza el impacto generado en la producción del porcino mientras que los beneficios económicos asociados al despiece y venta de los productos cárnicos, siguen en manos del país de origen.

Muchos países han visto en la importación de productos de origen agrario una solución a la escasez de agua de sus territorios, pudiendo destinar sus recursos hídricos a otros usos fundamentales, o más rentables económicamente, además de evitar futuros impactos. Países como China, se están aprovisionando de grandes superficies agrícolas tanto en África como en América Latina, y con ello, no sólo están comprando el derecho a utilizar el suelo para producir alimentos, sino el derecho a utilizar el agua asociada y aumentar la presión sobre los recursos hídricos de los países receptores.

 

Ah, por cierto, al final mi desayuno me ha salido por unos 350 litros de agua, nada caro si lo comparo con mi próxima comida, un buen cochinillo asado. 

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