Reciclar las aguas residuales en los cultivos agrícolas ayuda a mitigar los problemas de escasez de agua
A finales del verano de cada año, desde 1991, se celebra la Semana Mundial del Agua organizada por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI) que reúne a expertos profesionales, responsables políticos y líderes de todo el mundo para intercambiar ideas, fomentar nuevas opiniones y desarrollar soluciones.
Este año se celebra entre el 5-11 de septiembre y su tema principal es responder a los cambios globales. Cubre una amplia gama de temas relacionados con el agua, el desarrollo y la sostenibilidad y busca formas de vincular la práctica, la ciencia, la política y la toma de decisiones.
Reciclar las aguas residuales urbanas y usarlas para los cultivos agrícolas puede ayudar a mitigar los problemas de escasez de agua y reducir la contaminación del agua, pero se trata de una práctica que no está tan extendida como debiera. Por ello, es de gran importancia conocer las tecnologías adecuadas para utilizar un tratamiento y reciclaje adecuados.
[CyPS-UCM-Grupo de Catálisis y Procesos de Separación]
El agua es la base y el elemento esencial para la vida; cumple un papel fundamental en los procesos biológicos, y de la calidad del agua depende, en gran medida, nuestra calidad de vida. Sin embargo, quizás por la creencia de que el agua era un bien inagotable, se ha desperdiciado frecuentemente y no ha generado preocupación por su cuidado. Afortunadamente, esta tendencia poco a poco va cambiando y hoy día existe una concienciación acerca de la naturaleza de este bien (en algunas ocasiones escasos) y la importancia de su uso racional.
Estamentos públicos y privados van promoviendo con diversas políticas, intervenciones y eventos dirigidos al cuidado del medio ambiente en general y por el agua en particular, que esperemos pronto sea algo cotidiano y extendido a toda la población.
Uno de estos eventos es precisamente La Semana Mundial del Agua, que se celebra anualmente en Estocolmo. Con una ubicación estratégica, en la confluencia del lago Mälaren y el mar Báltico, Estocolmo es un lugar ideal para considerar la importancia del agua para la vida. A finales del verano de cada año, desde 1991, la ciudad se convierte en foco de la comunidad mundial del agua y reúne a expertos profesionales, responsables políticos y líderes de todo el mundo para intercambiar ideas, fomentar nuevas opiniones y desarrollar soluciones.
Este año se celebra entre el 5-11 de septiembre y su tema principal es responder a los cambios globales. La Semana Mundial del Agua es una conferencia mundial de una semana de duración organizada por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI, por sus siglas en inglés). Cubre una amplia gama de temas relacionados con el agua, el desarrollo y la sostenibilidad y busca formas de vincular la práctica, la ciencia, la política y la toma de decisiones para los problemas más acuciantes en la actualidad.
El contenido central cambia cada año, pero cada uno se ajusta a un criterio de ámbito temático que cubrirá varios años. La agrupación de cuestiones dentro de un ámbito temático es el desarrollo de una perspectiva a largo plazo en un amplio significado del tema del agua y su desarrollo. También asegura que cada año se tengan en cuenta los resultados y conclusiones de años anteriores.
El ámbito temático actual para el período 2009-2012 es responder a los cambios globales y concretamente, este año se centra en “El desafío de la calidad del agua”.
Este evento es el encuentro anual que plantea los problemas más urgentes del planeta relacionados con el agua. A través de las diversas ediciones, ha ganado una gran reputación internacional como foro único para intercambio de opiniones y experiencias entre científicos, empresarios, políticos y sociedad civil de todo el mundo, a través de talleres, seminarios, excursiones y diversos eventos, pero no pretende quedarse en la teoría sino establecer medidas reales. Al aprovechar las mejores prácticas, los conocimientos científicos, la visión política y la toma de decisiones, el programa tiene como objetivo ir más allá de la retórica y dar respuestas reales a los problemas relacionados con el agua del mundo.
Uno de los informes publicados por la FAO en la Semana Mundial del Agua trata de “La riqueza de los residuos: economía del uso de las aguas residuales en la agricultura”. Reciclar las aguas residuales urbanas y usarlas para los cultivos agrícolas puede ayudar a mitigar los problemas de escasez de agua y reducir la contaminación del agua, pero se trata de una práctica que no está tan extendida como debiera.
El uso de aguas residuales tratadas en la agricultura se practica en cerca de medio centenar de países y ocupa una superficie que asciende al 10 por ciento del total de tierras cultivadas a nivel mundial, según el informe. Si bien a escala global tan solo una pequeña parte de las aguas residuales tratadas se utilizan para la agricultura, esta práctica atrae cada vez mayor interés en todo el mundo, y en algunos países, como por ejemplo España o México, un porcentaje elevado de las aguas tratadas se destinan al riego.
Los estudios incluidos en el informe indican que una gestión segura de las aguas residuales en la producción alimentaria supone una forma de aliviar la competencia entre las ciudades y la agricultura por el agua en regiones donde la escasez va en aumento.
Los campesinos también podrían ahorrarse parte del coste de bombear aguas subterráneas, al tiempo que los nutrientes presentes en las aguas residuales reducirían el gasto en fertilizantes.
Tratada de forma adecuada y reciclada en forma segura, el agua puede ofrecer potencialmente un triple dividendo a los usuarios urbanos, los campesinos y el medio ambiente.
Ya que la realización de sistemas adecuados para el tratamiento y reciclaje de las aguas residuales comporta inversiones iniciales de capital y costes operativos permanentes, el mayor beneficio debería resultar del elevado valor del agua potable que se libera para el consumo urbano o el uso industrial. Ello reduciría los costes que deben soportar las autoridades municipales para localizar recursos hídricos adicionales a través de medios más costosos y los costes se podrían compensar aún más reutilizando el biogás generado durante el tratamiento de las aguas como fuente de energía.
La valoración económica de cualquier propuesta de proyecto debería realizarse desde una perspectiva de cuencas a nivel regional, y es igualmente necesario considerar las necesidades y beneficios de los diferentes usuarios del agua.
Resulta inverosímil que estos programas puedan justificarse a nivel económico tan solo en lo que respecta a la agricultura ya que los beneficios para los usuarios urbanos e industriales deben ser relativamente importantes, y en muchos casos serán la principal justificación para el proyecto.
El informe de la FAO subraya igualmente que las aguas residuales no tratadas no pueden utilizarse para el riego, por lo que se requiere siempre un tratamiento y reciclaje adecuados.
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Vaya, debe ser estupendo regar las lechugas con caca disuelta y luego hacer una ensalada con ellas. No hay «Abuquina» que elimine los microbios. Menos mal que me vacuné de hepatitis. Eso que se llama «gestión segura» es ciencia ficción, sobre todo en España.
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