¿Hay que restituir el acueducto de Segovia a su estado original?

Recientemente se ha suscitado una cierta polémica en Segovia sobre la propuesta de devolver al afamado acueducto romano a su supuesto estado original, previo a las restauraciones de de los siglos XV y XVI, lo cual significaría, entre otras cosas, retirar las esculturas de la Virgen de la Fuencisla y de San Esteban alojadas en los nichos centrales.

[Grupo de Ingeniería Química y Ambiental (GIQA). Universidad Rey Juan Carlos]

Segovia puede presumir de historia y monumentos. En el atrio de la iglesia de San Miguel fue proclamada por vez primera Isabel de Trastámara como reina de Castilla, tras la muerte en Madrid de su hermanastro Enrique IV, en diciembre de 1474. Y también tuvo un papel destacado en la Guerra de las Comunidades de Castilla con su caudillo Juan Bravo al frente. Cuenta con monumentos formidables como las murallas, las múltiples iglesias románicas, el Alcázar, la Catedral, los monasterios del Parral, San Juan de la Cruz y San Antonio El Real o la antigua sinagoga mayor, desde el siglo XV iglesia del Corpus Christi. Sin embargo, hay uno que destaca sobre todos los demás hasta convertirse en símbolo de la ciudad: el acueducto romano.

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El acueducto romano, que ilustra el escudo de la ciudad (izda.), y el caudillo comunero Juan Bravo (dcha.) son los símbolos de la ciudad de Segovia.

Puesto que se ha perdido la inscripción que presidía su zona más monumental y no hay documentos concluyentes al respecto, no se conoce con exactitud ni la fecha de su construcción ni el nombre del emperador bajo el cual se realizaron las obras. Pero todo parece indicar que es de finales del S. I o comienzos del S. II.

Como la ciudad vieja de Segovia se asienta sobre un promontorio rocoso tajado por el río Eresma y el arroyo Clamores, la misión del acueducto es salvar una ancha vaguada y transportar el agua que llega del río Frío a la parte alta de la población. La captación del río Frío o arroyo de la Acebeda está situada en la falda de la sierra de Guadarrama a menos de 10 km en línea recta, cerca de la cola del actual embalse de Revenga. La conducción romana, sin embargo, es más larga, de unos 15 km, hasta llegar a los depósitos donde se filtra y decanta el agua que luego alimenta el acueducto propiamente dicho.

Del último depósito, situado en las afueras de la ciudad, cerca de la plaza de toros, sale la famosa conducción elevada que está compuesta de 166 arcos de medio punto, 68 sencillos y 44 dobles superpuestos, con una longitud total de casi 700 m. El trazado de la sección elevada no es recto y cambia varias veces de dirección, como se aprecia en la figura. El tramo final es el más conocido. Está compuesta por 43 arcos dobles y dos sencillos, el primero y el último, y mide casi 30 m de altura en su zona más elevada, antes de penetrar en la muralla. La fábrica de todo el acueducto es de sillares de granito, en número aproximado de 25 000, someramente labrados y colocados en seco, sin argamasa.

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Planta y alzados del acueducto romano de Segovia (tomado de www.spanisharts.com)

La robustez, armonía y grandiosidad de la obra, que se integra de forma natural en el entorno rocoso de la ciudad, han contribuido sin duda a que todas las acciones de conservación posteriores mantuviesen el diseño original de la obra. Para muchos es la obra de ingeniería más artística y monumental de la historia romana. Y hasta hace poco, siguió abasteciendo de agua a la ciudad de Segovia, mientras el tráfico rodado pasaba bajo sus arcos milenarios.

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Antigua fotografía aérea de Segovia donde se muestra la vaguada que salva la sección más monumental del acueducto antes de entrar en la muralla y su perfecta integración con el entorno urbano y paisajístico de la ciudad.

De las diversas restauraciones que el acueducto ha recibido, la más notable es de la época de los Reyes Católicos. Durante algún tiempo se creyó que el acueducto original no contenía los nichos u hornacinas que pueden verse a ambos lados sobre la primera arquería en su zona más alta. Sin embargo, parece que el encargado de las obras, el prior del monasterio del Parral, llamado Pedro Mesa, actuó en todo momento de forma muy respetuosa con el diseño original.

Algo más tarde, ya en el S. XVI, fue cuando se pusieron en dichos nichos centrales las estatuas de la Virgen Fuencisla, patrona de la ciudad, y San Esteban. Según parece, uno de los nichos estuvo originalmente ocupado por una estatua de Hércules del que se decía que había sido fundador de la ciudad.

Recientemente se ha suscitado una cierta controversia en Segovia sobre la necesidad de restituir el acueducto a su “estado original”, lo cual pasaría por retirar las estatuas de la Fuencisla y San Esteban, e incluso, el recrecimiento horizontal bajo la segunda arquería de la sección principal del acueducto que, indudablemente, recuerda el travesaño de una cruz. No está muy claro, sin embargo, si el interés de los demandantes es un retorno a la ortodoxia de la ingeniería civil romana o un afán iconoclasta de todo aquello que recuerde a la religión cristiana. Cada uno que piense lo que quiera.  

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Fragmento de un dibujo romántico de 1840 del acueducto perteneciente a la serie de D. Roberts (izda.) y fotografía moderna del mismo (dcha.).

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4 comentarios

  1. La verdad es que es un tema bastante arduo. Normalmente cd las cosas se reestructuran quedan genial, xo a mí me parece que está bien así, no??

    A ver que pasa…

  2. Muy interesantes artículos! Se echa de menos el poder agrandar las fotos, a veces no se aprecian bien.
    Gracias!

  3. Toda restauración dependerá, supongo yo, del tipo de reforma posteriormente realizada, si esta es funcional con incorporación de elementos ornamentales.
    En este caso, el del acueducto, yo dividiría entre dos la edad del «monumento» como tal, osea cuando dejó de ser elemento funcional y pasó a ser elemento decorativo, si la reforma fué estructural con incorporación de elementos decorativos y ésta reforma fuese hecha en la primera mitad de vida del «monumento» y formase ya parte de la historia que envuelve el conjunto, dejaría tanto la reforma como sus elementos que ya forman parte del conjunto historico-cultural del monumento.

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