COGE EL SOMBRERO PONTELO, VAMOS A LA PISCINA CALIENTA EL SOL

Verano en España, temperatura a la sombra 34ºC. El calor es asfixiante. ¿Qué hacemos? Un refrescante chapuzón en la piscina. ¿somos conscientes de los riesgos y problemas que genera ese simple hecho en un país escaso de agua como España?

[Jose Antonio Perdigón, Dpto. de Química Analítica, Química Física e Ingeniería Química, UAH]

Con la llegada del verano se multiplican el número de usuarios que utilizan las piscinas privadas o públicas para combatir el calor. Tras el simple hecho de un refrescante chapuzón hay muchos problemas e inconvenientes de los que no somos conscientes y que en un país con escasez de agua como España puede suponer un problema. El número de piscinas y centros acuáticos está creciendo debido a las reconocidas virtudes terapéuticas de estos, los beneficios de deportes como la natación y el auge del sector turístico que atrae a millones de personas a estos centros. Según la Asociación de Fabricantes de Equipos, Productos Químicos y Constructores de Piscinas, en España existen cerca de 600.000 piscinas (de las cuales aproximadamente 10.300 son de uso colectivo-recreativo) lo que hace que España tenga el cuarto parque de piscinas del mundo tras EEUU, Australia y Francia. Dada la enorme variedad de tamaño de piscinas y usos es difícil estimar el volumen total de agua necesaria para su llenado, no obstante se puede hacer un cálculo aproximado teniendo en cuenta que la superficie media de una piscina particular es de unos 40 m2 mientras que la superficie media de una piscina de uso público es de 300 m2 y considerando que la profundidad media de las piscinas es de 1,6 metros, con estos valores el volumen de agua necesario para llenar todas las piscinas seria de 43 Mm3 (43 hectómetros cúbicos), este volumen es similar al embalse de tamaño medio como el de La Pedrezuela (Madrid). Esto supone un enorme consumo de agua y en consecuencia, un problema medioambiental además de un derroche de los recursos hídricos.

El agua de la piscina debe estar limpia, clara y no debe entrañar ningún riesgo sanitario para los usuarios. La piscina es un recipiente lleno de agua al que entran continuamente por la parte superficial materia contaminante proveniente de los bañistas o del medio ambiente por lo que el agua es necesario depurarla. Los sistemas de depuración básicamente consisten en bombear el agua del vaso a través de un sistema de filtración, un proceso de desinfección y el agua vuelve al vaso. Los filtros eliminan partículas del agua al pasar a través de ellos; un agua sin turbidez no solo es más agradable para el usuario sino que hace más efectiva la desinfección. Como los agentes patógenos son demasiado pequeños para ser eliminados por los filtros de las depuradoras es necesaria la desinfección. La desinfección elimina los agentes patógenos impidiendo que estos pasen de usuario a usuario. Según este esquema el consumo de agua de la piscina seria básicamente el llenado de la piscina más el rellenado debido a la evaporación y pérdida por chapoteo de los bañistas. Pero el problema es mucho más complejo lo que hace que el consumo real de las piscinas sea mucho mayor que el volumen total de llenado.

A pesar de estos tratamientos antes mencionados, con el uso, en el agua de la piscina se van acumulando ciertos productos o materia que en ciertas concentraciones pueden ser peligrosos para los usuarios; muchos de éstos se generan en el propio proceso de desinfección. El cloro es el desinfectante más utilizado en España (y en el resto del mundo) ya que es barato y presenta excelentes propiedades desinfectantes. La presencia de una cierta concentración de cloro libre (cloro en forma hipoclorito, especie clorada con mayor poder desinfectante) en el agua de la piscina asegura que el agua está libre de patógenos. El cloro no es solo un buen agente desinfectante sino un compuesto químico con un alto poder de oxidación por lo que reacciona con compuestos orgánicos e inorgánicos presentes en el agua formado compuestos organoclorados. Por ejemplo el cloroformo (CHCl3) es un subproducto frecuentemente encontrado en los procesos de desinfección con cloro y es de gran preocupación ya que se ha demostrado que es cancerígeno; las concentraciones de cloroformo en la piscinas y el ambiente de éstas, fundamentalmente en piscinas cubiertas, son los más altos a lo que puede estar expuesta una persona fuera de un ambiente laboral. Otros compuestos de gran preocupación son las cloroaminas ya que son irritantes para los ojos y las mucosas, crean problemas respiratorios y son los responsables del desagradable olor llamado “olor a piscina”. Estos productos pueden ocasionar enfermedades respiratorias como asma o alergias en niños o personas que están en muchas horas en la piscina como nadadores profesionales, socorristas, monitores o personal de mantenimiento; en algunos países como Francia el asma provocado por la tricloroamina (NCl3) se considera como una enfermedad profesional. Las cloroaminas son formadas como un subproducto de reacción entre el cloro libre y moléculas orgánicas que contienen grupos amino provenientes consciente o inconscientemente de los bañistas como del sudor, saliva, lociones solares o la orina. Esto hace que la concentración máxima permitida de cloro combinado en las piscinas públicas esté limitado a 0,6 ppm. Para mantener la concentración de estas sustancias por debajo de los límites marcados y asegurar que el agua está en unas condiciones correctas los diferentes reglamentos técnico sanitarios de las Comunidades Autónomas exigían que en las piscinas públicas y en las comunidades de vecinos de más de 30 viviendas (dependiendo de la Comunidad Autónoma), parte del agua de la piscina fuese renovada diariamente con agua fresca. El volumen renovado diario varia de reglamento a reglamento, pero oscilaba entre el 5 y el 10 % del volumen de la piscina; esto significa que en término medio cada 15 días el volumen de la piscina es renovado completamente lo que supone un gasto prohibitivo, aún más teniendo en cuenta que el mayor uso de las piscinas ocurre en la época estival cuando la escasez de agua es mayor. Este gasto es bastante irracional en la situación hídrica de España por eso algunas comunidades autónomas como la Comunidad de Madrid han rebajado ese criterio de renovación obligatoria diaria y determina que el volumen renovado debe ser el necesario para que la concentración de determinados productos químicos esté por debajo de los límites establecidos.

Mientras se encuentra una solución técnica, económica y legislativamente factible no nos queda otro remedio que ir a las piscinas y disfrutar de un apacible baño.

 

Compartir:

2 comentarios

  1. Un muy buen artículo, y te doy la razón el gasto producido por las piscinas es insostenible en las comunidades mas secas, que es donde el calor azota mas, esperemos que haya alguna solución para esto sin perjudicar a nadie.
    Saludos

Deja un comentario