Los microbios cavernícolas
¡Mira, papá, bueyes!, exclamó la niña al ver las pinturas. Así empezaba en 1879 la saga moderna de las pinturas de Altamira, a la vez que se aceleraba el proceso de su deterioro. Porque si hay algo seguro para una obra de arte es que tarde o temprano acabará destruida. Desde el momento en que María Sanz de Sautuola, abuela del actual presidente del banco de Santander, descubrió en la cueva de Altamira la sala de las pinturas polícromas, la de…