El olor del 3D

El cine 3D está descubriendo nuevos mundo al espectador: la sensación de realismo cada vez es mayor añadiendo una espectacularidad jamás vista. Sin embargo, la imagen no lo es todo en las salas del cine del futuro. Para una renovación de la cinematografía, hay que estimular el resto de los sentidos del espectador, como el del olfato.

A principios del siglo XX, los pioneros del cine hicieron un gran esfuerzo por desarrollar este nuevo arte incluyendo experiencias con el color, el sonido, e, incluso, la imagen 3D. Pero lo mas asombroso fue la iniciativa de añadir olores en las proyecciones. En 1906, a los directores de una sala de cine de Forest City, Estados Unidos, se les ocurrió impregnar agua de rosas a grandes cantidades de algodón y esparcir el aroma con ventiladores para aumentar el realismo de un noticiario sobre un  torneo de rosas. No obstante, la primera película en utilizar este recurso olfativo sería “Lilac Time” (1928), protagonizada por Gary Cooper. Durante la proyección, se expandían las esencias seleccionadas, pero los aromas no se disiparon , sino que se acumularon poco a poco en el recinto, hasta que el público no pudo más y hubo que desalojarlo.

Los éxitos tecnológicos posteriores como el sonido y color, apartaron este recurso a un segundo plano. En los años 50 y 60, se perfeccionó la técnica colocando más ventiladores por la sala e, incluso, almacenando las esencias en ampollas, en lo que se conoció como “Smell-O-Vision”. El problema persistió: los olores no se propagaban uniformemente por toda la sala  produciendo un efecto hediondo.

A principios de los 80, el “Odorama”, una tarjeta con casillas enumeradas con distinto aromas, permitía al espectador veía en una esquina de la pantalla un número, oler la escena a través de una selección dirigida. La experiencia no fue grata en general: en la película “Poliéster” (1981), de John Waters, había un momento en que la audiencia debía seleccionar en una casilla el olor a heces o, más recientemente, “Rugrats go Wild” (2003), en la que el espectador tenía la posibilidad de oler escenas de pies sudorosos.

Con la llegada del 3D, se invierte en sistemas que permitan crear experiencias más realistas y, por supuesto, nos encontramos con la ”pista olorosa”. La compañía norteamericana “NTT COMMUNICATIONS” creó hace unos años un sistema informático que emite, desde la última fila de asientos de la sala, hasta siete aromas diferentes. La película elegida como campo de pruebas fue “El Nuevo Mundo” (2005),de Terrence Malick con olores como el romero entre otros aromas florales.

Poco a poco, algunas salas IMAX han estado adoptando este sistema;  donde más se nota la inventiva para este método es en Japón. En ese país, se está investigando la forma de implantarlos en sistemas domésticos y en videojuegos.

Sin duda, el olor será una evolución que en los próximos años permitirá crear nuevas experiencias audiovisuales. Al igual que el 3D, está dejando de ser un método pintoresco o estrafalario. Quizás en algunos años podamos ver anuncios de tipo: “SE NECESITAN TÉCNICOS EN OLORES”.

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Un comentario

  1. Gran artículo. ¿Qué sabes sobre la intención de Santiago Segura de rodar Torrente 4 en 3D? ¿No piensas que en España es imposible que se implemente este sistema hasta dentro de varios años por su alto coste?

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