La imagen sonora subacuática

El pasado 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua. Puesto que el agua es un elemento indispensable para la vida y ejerce sobre el hombre un poderoso influjo, nos unimos a este homenaje adaptándolo a nuestro tema de interés: el AUDIOvisual.

En el aire la vibración se desplaza a una velocidad de 342 m/s, creando una onda longitudinal que se atenúa a medida que se aleja de la fuente. Escuchamos los sonidos cuando la perturbación llega a la membrana timpánica en el oído externo y la hace vibrar, generando señales nerviosas (eléctricas) que van al cerebro. De la misma forma actúa un micrófono.

Sin embargo en el agua el alcance y la velocidad de las señales acústicas es mucho mayor, casi cinco veces más. Conociendo esa velocidad y midiendo electrónicamente el tiempo que tarda la onda en ir y regresar después de reflejarse (eco), se puede calcular la distancia hasta los objetos sumergidos.  A similar intensidad de la fuente, los sonidos de baja frecuencia tienden a recorrer mayores distancias que los de alta frecuencia. La velocidad de propagación de las ondas submarinas varía ligeramente con la temperatura y la profundidad.

Hay que tener en cuenta estas características y diferencias entre los dos medios para la captación y reproducción del sonido dentro del agua.

Para este fin se han diseñado equipos específicos como los hidrófonos y los altavoces subacuáticos.

En un principio los hidrófonos fueron usados exclusivamente por geólogos y geofísicos para detectar energía sísmica, así como también  por los militares ya que son una parte importante del sonar para detectar submarinos.

Los hidrófonos son micrófonos muy sensibles. Cuando estén sumergidos en el agua, hay que tratar de mantenerlos sostenidos de modo que no se golpeen con otros elementos. Aunque venden algunos que no son muy caros, si nuestra producción audiovisual no puede permitirse ese gasto, una forma rudimentaria pero efectiva de captación subacuática es el proteger los equipos comunes con materiales finos e impermeables como el látex.

Al igual que la superficie de la tierra, el mar, los océanos y los ríos están llenos de sonidos, pero además de los proporcionados por la naturaleza, las costas también están repletas de sonidos mecánicos e industriales. La simple elección del lugar de su emplazamiento determina diferencias enormes en nuestra experiencia acústica. Se puede escuchar, grabar y almacenar los océanos con estos instrumentos de grabación. El sistema LIDO, del proyecto internacional Listening to The Deep Ocean Environment, está equipado con hidrófonos que registran, a tiempo real y a través de Internet, los sonidos del fondo marino. Por ejemplo, la grabación del terremoto del 11 de marzo está disponible a través de la web del proyecto LIDO, dentro de la sección «Sound Library», apartado «Earthquakes».

Los altavoces subacuáticos fueron desarrollados para uso profesional, como por ejemplo para biólogos marinos, equipos de natación sincronizada, o incluso para el espectáculo «O» del Cirque du Soleil en Las Vegas.

Aunque el sonido se transmite más rápido y mejor dentro del medio acuático, nuestra percepción es menor debido a que la presión que genera el agua en nuestros tímpanos, impide a la membrana vibrar como lo hace en la atmósfera terrestre.

Registrar un buen sonido requiere mucho esfuerzo y horas de trabajo, y aunque en algunos ámbitos se sigue considerando al audio como el hermano pequeño de la imagen, día a día se va  reconociendo más, por parte de los profesionales, la gran importancia de la imagen sonora.

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