Los perdedores de la globalización sueñan con cambiar de país
En esta entrevista, Juan Carlos Velasco nos habla de su conferencia «Fronteras, nacionalidad y privilegios: piezas de un mismo engranaje», dentro del ciclo «Conversaciones de Filosofía» que con motivo del XXXV aniversario de la fundación de la ULPGC ha promovido el Aula Cultural Manuel Alemán con la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.
Por Fabio García
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encontrados por pescadores, Pará (Brasil), 14/04/2024
¿Su especialidad es la ciencia política?
Cultivo más bien la filosofía política, pero no desde una perspectiva abstracta, sino analizando la plasmación de los principios normativos en la realidad política y para ello recurro a las ciencias sociales y adopto un enfoque multidisciplinar.
¿En qué aspecto?
En el de analizar el fenómeno del pluralismo cultural como uno de los rasgos distintivos de la sociedad moderna: cómo se pueden integrar lo diverso, ya sea religioso, lingüístico, étnico, etc. El fenómeno represento una cierta novedad en España, porque hasta finales del siglo XX, cuando se hablaba de diversidad, no había nada más referencias que las nacionalidades periféricas o los ciudadanos de etnia gitana, ya que la inmigración masiva es una realidad reciente. Por eso ha sido en este campo en el que he centrado parte de mis estudios.
¿Y con qué se ha encontrado?
Con que a nivel global la justicia tiene una cara oculta que es la desigualdad, sobre todo la desigualdad socio-económica entre países.
¿A qué se refiere?
A que para el bienestar de una persona es más decisivo el grado de desigualdad entre países que el existente en su propio país.
¿Por ejemplo?
El 1% de daneses más pobres vive infinitamente mejor que el 95% de los burundeses, de modo que si se ha tenido la fortuna de nacer en Dinamarca se tiene muchísimas más posibilidades de vivir mejor que si se ha nacido en Burundi. Por eso, detrás de los movimientos migratorios hay una brecha económico social. Los conflictos bélicos o los efectos del cambio climático también son motivos que confluyen.
¿Y no hay ninguna manera de hacer que el mundo sea más justo?
Lamentablemente no existen mecanismos que redistribuyan la riqueza a nivel global, como sí los hay a nivel nacional. A este nivel, los impuestos y la seguridad social ayudan a aminorar las diferencias sociales, pero no hay nada remotamente parecido a nivel global.
¿Cuál es el resultado?
Que la emigración se convierte en una válvula de escape para esa situación. Constituye el único ascensor social disponible para mucha gente. Con frecuencia, para una persona de un país pobre, no hay mejor manera de mejorar su situación que la emigración.
¿Pero la gente no lucha porque sus países mejoren?
Actualmente a los perdedores de la globalización, a los parias de la Tierra, no les mueve el deseo de cambiar sus países; los sueños de revolución y justicia social del tercer mundo se han agotado, porque se han vuelto inviables o se han deslegitimizado. En este momento los pobres sueñan con cambiar de país no con cambiar sus países. Se ha perdido la esperanza de cambio, de modo que la manera más rápida que tienen los pobres para mejorar su situación desplazarse a países con mayor nivel de vida.
Pues conozco a personas que están muy metidos en la política de sus países para que mejoren
No lo dudo, porque es posible que sus países cambien, pero ya no se suele confiar que sea a corto plazo. Muchas personas no están en condiciones de esperar décadas a que suceda; la solución rápida es emigrar.
Que sea más rápido no significa que sea más sencillo
Evidentemente, existen mecanismos institucionales para reproducir la desigualdad a nivel global. Entre ellos yo destacaría las fronteras y la nacionalidad, porque ambas actúan como llaves de acceso a un país. No es lo mismo acceder a un país partiendo del primer mundo que del tercero. Por ejemplo, con un pasaporte alemán o español se pueden visitar 180 países sin visado, mientras que con uno afgano tan sólo se pueden visitar poco más de treinta.
Fuente: Henley Passport Index 2022
¿Y qué hay de los problemas de integración?
No hay ninguna barrera infranqueable que impida a priori la integración. En una sociedad democrática lo que hemos de plantearnos es qué tipo de integración debemos pedir a los emigrantes. ¿Qué coman nuestra gastronomía, que vistan nuestras ropas, que tengan el domingo como día de descanso? ¿No sería mejor poner el acento en el respeto de los derechos humanos, la democracia y los derechos de la mujer? Nos reconocemos en unos valores básicos de identidad política.
¿La religión no es importante?
España, como la mayoría de los Estados europeos, es un país aconfesional. Las personas pueden practicar la religión que quieran; nuestra identidad en común no se basa en ninguna fe en particular, sino en otros valores como la cultura de la participación democrática, los derechos humanos o la tolerancia, a la que cabe señalarle límites.
¿Cuáles?
¿Debemos tolerar a quienes no toleran? Por poner un ejemplo no banal. Hay que velar por la protección de la igualdad de género. Si los inmigrantes violan la igualdad de la mujer, ¿se debe tolerar? Aunque un determinado sector de la población siga a la sharía, es decir, la ley islámica, una sociedad democrática no debe ceder jamás en todo lo que concierne a la dignidad de las mujeres.
¿Qué opina de la teoría del gran reemplazo que tan en boga está últimamente?
La teoría del gran reemplazo, defendida por corrientes de ultraderecha, constituye una forma de paranoia colectiva con la que intentar aliviar el pánico ante la crisis. No es más una variante de las teorías conspiratorias aplicada a los movimientos migratorios. En lugar de asumir el enorme esfuerzo de pensar las múltiples causas que generan la migración, pensando, por ejemplo, en las enormes desigualdades globales que están detrás de tantos desplazamientos, se pretende explicarla como un plan de una minoría diabólica que quiere sustituir al pueblo bueno e inocente por otros foráneos.
Por su laconismo deduzco que es un tema que no le interesa
Giovanni Sartori, un investigador italiano en el campo de la ciencia política escribió sobre la sociedad multiétnica y nunca respondió a esa teoría sin fundamento, sino a otra pregunta más realista: ¿son integrables las comunidades musulmanas existentes en Europa? Mi respuesta es que a día de hoy los conflictos que se registran, que no se pueden obviar, son gestionables.
¿Y qué hay de quienes dicen que los inmigrantes van a hacer que Europa pierda su identidad?
Las sociedades cambian como lo hacen las personas. La identidad colectiva va evolucionando en cada generación y no se trata de un fenómeno unidireccional sino bidireccional entre la sociedad de acogida y los recién llegados. Recuerdo que de niño comía un menú algo más limitado que el que tengo actualmente. Hasta bien entrado la veintena no probé la pizza ni el kebab, de modo que con el paso de tiempo mi menú se ha ampliado y eso ha sido posible en gran medida gracias a la inmigración. Creo que es un ejemplo que se puede ampliar a otros campos y demuestra que nuestra paleta de opciones se ha enriquecido con la pluralidad y los aportes de las corrientes migratorias.
¿Pero hay inmigrantes que no creen en la integración?
Los cambios no se producen de la noche a la mañana. Las mutaciones son mucho más perceptibles en los mal llamados migrantes de segunda generación. Un hijo de migrante, que ya ha nacido aquí, suele sentir extrañeza cuando visita el país de sus padres. Los estudios longitudinales muestran cómo se van cambiando mentalidades y hábitos.
¿Cuál es el mejor modelo migratorio?
No hay un modelo indiscutible. El francés, el sueco, el canadiense, todos funcionaron más o menos bien durante un tiempo. En el caso de Francia, por poner un ejemplo, es innegable que tienen ahora un problema enquistado con su población de origen magrebí que claramente tiene que ver con su pasado colonial.
¿Y en España?
En números redondos, en torno a la mitad de los inmigrantes españoles son europeos, más de un treinta por cien es sudamericanos y entre un 15 y un 20% son africanos. De modo que la mayoría tiene hábitos semejantes a los nuestros e incluso un tercio tiene como lengua materna el español, lo cual facilita la integración. Pero esto no obedece a un plan ni a un modelo previo.
¿Qué le parece la Iniciativa Legislativa Popular para la regularización de 500 mil inmigrantes en situación irregular que hayan venido antes de noviembre de 2021?
De aprobarse, se convertiría en la sexta regularización que tenga lugar en España. Es alentador que el trámite de admisión haya sido apoyado tanto por el PP como por el PSOE. Además de ser una cuestión de justicia elemental, estos cientos de miles de personas desempeñan labores esenciales en ámbitos como la agricultura, la construcción, el servicio doméstico, la restauración y el cuidado de los mayores, que sin ellos no serían cubiertas.
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Esta entrevista fue publicada con algún cambio menor en el diario La Provincia, de La Palma de Gran Canaria, en la edición del 21 de abril de 2024. También se reprodujo en El Día. La Opinión de Tenerife, en la edición de ese mismo día.