Una mirada global sobre las migraciones

El planteamiento de Benedicto XVI

Desde que comenzó la crisis financiera global ha crecido el interés por reenfocar las relaciones internacionales desde una perspectiva más integral y a la vez más ética, que tenga como foco central los valores sociales y el bienestar de las personas y, en particular, de las más desfavorecidas. Entre las diversas aportaciones, destaca la reciente encíclica del papa Benedicto XVI, Caritas in veritate. En ella se postula la instauración de una auténtica autoridad política mundial. Hace así buena la intuición de que para problemas globales no existen soluciones locales. Entre las diversas razones que el documento da para ello, menciona expresamente la necesidad de regular los flujos migratorios.

El apartado de la encíclica que aborda la cuestión migratoria está escrito no sólo con una enorme claridad y contundencia, sino también con una apertura de miras que permite transmitir en pocas palabras lo fundamental de una época marcada por las migraciones (La era de la migración, dirían Castles y Miller). Y no se queda tan sólo en lo descriptivo, sino que logra trazar en pocas líneas cuál sería el enfoque normativo requerido para afrontarlo de manera integral, incluyendo tanto a los países receptores como a los emisores, sin olvidar los derechos inviolables que les corresponden a los migrantes como seres humanos. Es un texto que invita a la discusión y a la crítica, pues da por sentado posiciones que no para todos resultan evidentes. En todo caso, merece la pena leer por completo el breve, pero intenso apartado sobre la materia:


Otro aspecto digno de atención, hablando del desarrollo humano integral, es el fenómeno de las migraciones. Es un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales y a la comunidad internacional. Podemos decir que estamos ante un fenómeno social que marca época, que requiere una fuerte y clarividente política de cooperación internacional para afrontarlo debidamente.

Esta política hay que desarrollarla partiendo de una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de los emigrantes; ha de ir acompañada de adecuadas normativas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos, con vistas a salvaguardar las exigencias y los derechos de las personas y de las familias emigrantes, así como las de las sociedades de destino. Ningún país por sí solo puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales.

Todos podemos ver el sufrimiento, el disgusto y las aspiraciones que conllevan los flujos migratorios. Como es sabido, es un fenómeno complejo de gestionar; sin embargo, está comprobado que los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero. Obviamente, estos trabajadores no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza laboral. Por tanto no deben ser tratados como cualquier otro factor de producción. Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación.

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Un comentario

  1. Recientemente estuve en mexico en el 1er. congreso internacional de ciudades fronterizas en Ciudad Juares Chihuaha,(la ciudad mas violenta del mundo) en el congreso se presento un estudio muy interesante relacionado con los migrantes y las redes sociales, Victor Hugo Renteria, Anndrea Spears de la UABC habalaron sobre las redes sociales que llevan a los migrantes del sureste de Mexico a trabajar a las fabricas y ensambladoras que alla llaman maquilas espero poder mandarle las memorias del congreso, suerte majo y adelante con estos estudios que muestran la gravedad de esta llamada mundializacion.. saludos desde Valencia

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