¿TRATO ESPECÍFICO O TRATO NORMAL? Dilemas de las políticas migratorias de integración

Una sociedad integrada, dotada de un mínimo de cohesión interna, que no de homogénea uniformidad, no se construye de la noche a la mañana. El proceso de acoplamiento mutuo entre el tronco de la sociedad de acogida y los inmigrantes recién llegados requiere de una labor continuada por ambos lados, de mucha pedagogía. Pero esta labor no cubre, sin embargo, todos los flancos del proceso de integración.  

En la práctica, los inmigrantes podrán ir haciéndose con el pulso cotidiano de la sociedad de acogida sólo si se ponen en marcha políticas públicas que faciliten la integración. Políticas, medidas y programas públicos que resultarán más eficaces cuanto más cercanas se encuentren de sus destinatarios las administraciones dedicadas a gestionarlos. Por ello, han de ser preferidos los programas de integración por las administraciones locales.

 

A la hora de diseñar y ejecutar tales políticas públicas, se presentan algunas cuestiones enormemente complejas, que a veces constituyen auténticos dilemas. Dando por sentado que los inmigrantes tienen unas necesidades particulares cuando llegan de nuevas al país de acogida, pues con frecuencia desconocen la lengua, las costumbres, los recursos públicos disponibles, los derechos, etc., podemos y debemos preguntarnos: ¿necesitan los inmigrantes una atención específica, otorgada por servicios específicos para ellos, o es suficiente con facilitarles el acceso a los servicios normalizados ya existentes?

 

Si se enfatiza la atención específica puede generarse una situación de segregación con estructuras paralelas: una para la población autóctona y otra para los inmigrantes. Si, por el contrario, se subraya demasiado el valor que entraña prestar una atención normal puede olvidarse que los inmigrantes poseen de entrada unas desventajas específicas que es preciso solventar. ¿Cómo lograr un equilibrio entre la especificidad y la normalización? Una salida aceptable sería la siguiente: las situaciones  de desventaja que presenten los individuos por su condición de inmigrantes han de ser atendidas de manera específica, pero al mismo tiempo toda la gestión pública de esa atención ha de ir encaminada a lograr la normalización más rápida posible. Por eso mismo, las políticas de integración no deberían perder nunca su carácter temporal o transitorio. Los servicios sociales han de seguir concibiéndose como derechos universales, accesibles para todos los individuos. 

 

Bibliografía recomendada sobre esta cuestión:

Miguel Pajares: La integración ciudadana. Una perspectiva para la inmigración, Icaria, Madrid, 2005.

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