Sobre la permanencia de las fronteras

(Respuesta al comentario de Héctor Rivas)

 

He aquí el comentario del lector:

«Las fronteras no existen, sólo son el reflejo de una sociedad mundial intolerante. ¡¡¡Arriba el mestizaje, abajo las banderas!!!» 

 

Glosa a modo de respuesta:

 

Las fronteras sí que están ahí y numerosos son los Estados empeñados en que subsistan. Eso sí, su propia existencia es el testimonio palpable de diferencias intolerables. De la contingencia de las fronteras sabe bien la historia, que si algo nos puede enseñar es que todas ellas son cambiantes. Además,  nadie elige el lugar de su nacimiento y nadie, por tanto, puede y debe responder por ello. Sin embargo, una frontera levantada con criterios administrativos hace que, según el lado en que se haya nacido, uno disfrute ya de entrada de infinidad de oportunidades materiales o carezca de lo más mínimo para levar una vida digna, uno tenga reconocidos derechos y libertades básicos o se encuentre privado de cualquier protección jurídica.

 

También es cierto que los nuevos imaginarios colectivos no saben de límites ni de fronteras. Cada vez son más los individuos que asumen con mayor la naturalidad identidades múltiples y se sienten incómodos por trazos y líneas artificiales.

 

Juan Carlos Velasco

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Un comentario

  1. A parte de las fronteras, digamos, físicas están las culturales y sociales. Estas me parecen las más difíciles de cruzar para el inmigrante e incluso de abrir para el pais anfitrión. Yo me pregunto: ¿es posible y/o necesaria la integración (y cómo se define)? En caso afirmativo no creo que se pueda ni deba esperar de los inmigrantes que se integren espontáneamente, o dicho de otra forma no se les puede cargar sólo a ellos con esa responsabilidad: ¿qué se puede hacer para fomentar la integración? ¿qué pasos debe dar el país receptor? ¿se trata de ayudar al inmigrante o de concienciar a la poblacion "autóctona", o ambos?

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