Globalización, identidad e integración de los inmigrantes

Comentario de José Luis López de Lizaga (04/06/2006) a

“La actitud ante los inmigrantes y la integración social” y “Migraciones y globalización”

 

Un aspecto sorprendente del proceso de globalización, al menos en España (ignoro lo que sucede en Quebec), es que el flujo constante de emigrantes coincide con el refuerzo de los nacionalismos locales. Por ejemplo, hace unos años Marta Ferrusola, la mujer de Jordi Pujol (entonces presidente de la Generalitat) hacía en público unas declaraciones bastante bochornosas sobre los inmigrantes que llegan a Cataluña, y sobre el peligro que la emigración supone para la identidad local. Es obvio que estas opiniones no son infrecuentes. Creo que desde el punto de vista de la teoría política plantean una cuestión interesante e importante. ¿Es verdad que en un mundo globalizado económica y culturalmente las identidades locales tienden a difuminarse y a fundirse (o a transformarse y redefinirse en un nivel más abstracto, como sugiere, por ejemplo, el concepto de «identidad postnacional» de Habermas)? ¿No sucede, más bien, que en el seno de las sociedades multiculturales se tiende a subrayar las diferencias y los particularismos? Aparte de las razones históricas que las sustentan (en unos casos más que en otros, desde luego), ¿no son las nuevas identidades nacionales y regionales una reacción al proceso imparable de pérdida de identidad y de soberanía que trae consigo la globalización económica? Me parece que estas cuestiones son importantes cuando se discute el problema de la integración social de los inmigrantes.

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9 comentarios

  1. Hola, José Luis, me gustaría que me explicases un poco más el concepto de "identidad posnacional" de Habermas y qué implicaciones reales tendría en este tema de la inmigración. En principio, no parece aplicable a la realidad presente (pese a las múltiples conexiones de todo tipo entre personas gracias a los medios de comunicación, internet, etc). Es un tema muy complicado, pero trataré de resumir mi postura. Me temo que no es tan fácil la superación del modelo Estado-nación como la ven los ideólogos anti o pro globalización económica. Desde mi punto de vista el Estado es el "arché" del "nomos": configura unos límites (convencionales, por supuesto, pero que fundan derecho) que son difíciles de rebasar sin caer en la anarquía (¿y cómo fundar derecho sobre la nada?). Está claro que son unos límites configurados históricamente, no necesarios ni absolutos. Podría cambiar el modelo, pero ¿cómo? Ahí está la cuestión. El problema de la inmigración masificada es que puede suponer un peligro para ese sistema de derechos (de ahí el miedo generalizado que existe). Por eso, mientras unos sueñan con la utopía cosmopolita de la paz perpetua, el tribunal internacional y los derechos universales, otros se afanan en fundar sus nuevos Estados-nación (Cataluña, País Vasco…), aunque nos parezca una cosa absurda y anacrónica. Estoy de acuerdo con Gianni Rotta en que la inmigración es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo; también para la filosofía, porque evidencia la insuficiencia teórica y la endeblez de algunos sistemas.

  2. Hola Ernesto. Te respondo con cierto retraso, lo siento mucho. Tal como yo lo entiendo, el concepto habermasiano de "identidad postnacional" se refiere a un tipo de identidad política que no se forma en torno a las tradiciones culturales de una nación, sino más bien en torno al ejercicio de los derechos políticos de los Estados democráticos. Con este concepto se relaciona también esa fórmula tan manida (y a veces malinterpretada) del "patriotismo constitucional". Cuando uno se declara "patriota" de su Constitución (aunque dudo que alguien lo haga, porque incluso este uso del término "patriotismo" suena fatal), no proclama su adhesión a los valores de una comunidad cultural, sino más bien a principios tales como el imperio de la ley, los derechos humanos, la democracia, etc. Habermas sostiene que realmente la identidad política puede formarse en estos términos tan abstractos, tan alejados de la historia y las tradiciones de las naciones o los "pueblos". Es más: sostiene que en algunos países con un pasado particularmente nacionalista y particularmente incómodo, muchos ciudadanos ya poseen una identidad política de este tipo, esto es, postnacional (Habermas menciona el caso de Alemania. Yo añadiría también el de España). En tu comentario dices que el Estado es el "arché" del "nomos". Si te entiendo bien, pareces estar pensando en Carl Schmitt, y en la idea de que la "tierra" o el territorio es el "arché" del orden político. Me parece que la tierra por sí sola, en su sentido escuetamente geológico o geográfico, no puede ser el arché de nada, así que más bien hay que pensar que son las tradiciones, la cultura y la historia de los "pueblos" lo que puede y debe fundar el orden político. Ahí no estoy de acuerdo contigo: creo que el concepto de identidad postnacional permite pensar los fundamentos del orden político (y las razones para la lealtad de los ciudadanos) de un modo distinto, menos apegado a la tierra, el arché, el pueblo, la raza, la patria, etc. etc.

    Dicho esto, estoy de acuerdo contigo en que estas ideas de identidad postnacional no son fáciles de aplicar al fenómeno de la emigración, porque realmente este fenómeno está desbordando completamente la capacidad de respuesta de los Estados nacionales (que constituyen, pese a todo, el marco institucional en el que seguimos viviendo). Es verdad que cabría imaginar formas de integración social basadas en principios tan abstractos y postnacionales que diesen cabida también a los inmigrantes procedentes de culturas y tradiciones muy distintas. De hecho, hace tiempo que existen sociedades multiculturales (aunque España no es una de ellas) que se las han arreglado bastante bien. Pero la inmigración masiva, desesperada, a la que estamos asistiendo ahora es un problema que no se resuelve con apelaciones a la identidad postnacional, porque se sitúa en un nivel mucho más básico, y mucho más grave: el de la acogida en condiciones medianamente dignas de muchísima gente que viene de todas partes y de cualquier manera. La cuestión de las identidades políticas, nacionales o postnacionales, viene después, y es hasta cierto punto secundaria. La emigración actual hace pensar más bien en las masas de refugiados y expatriados que analiza Hannah Arendt en "Los orígenes del totalitarismo". Este fenómeno es muy importante, porque propicia esas políticas de confinamiento, encierro, control, repatriación forzosa, etc., que recuerdan bastante a la administración totalitaria (y que, según Hannah Arendt, la preludian).

    Bueno, ya me callo, que ya es larga esta respuesta. ¿Cómo lo ves tú?

  3. Sólo una aclaración rápida. La verdad es que con la expresión "arché" del "nómos" no estaba pensando en Carl Schmitt ni en nadie en concreto (ignoro si alguien ha usado esa expresión antes, aunque supongo que muchos lo habrán hecho, porque no hay nada nuevo en filosofía), sino simplemente estableciendo una analogía con el "arché" de la "physis" de los presocráticos (en fin, que me había ido mucho más atrás en el tiempo…). En ningún caso me refería al territorio (y mucho menos a la raza o al "pueblo", que no sé lo que es), sino simplemente al origen o principio común de lo político, del derecho, de las leyes, etc (para evitar malentendidos, insistí mucho en que era algo convencional, no necesario ni absoluto). Es decir, que el Estado (en sus distintas formas históricas) es el punto de referencia ineludible para que en cada momento histórico pueda tener sentido todo ese ámbito. Por supuesto, es una tesis discutible (se me ocurren ahora mismo algunas pegas), pero en principio parece una hipótesis de trabajo bastante razonable (y desde ella se puede abordar el tema de la inmigración). En nuestra época el modelo sigue siendo el Estado-nación, y la inmigración (que es el tema que nos ocupa, por eso todo lo anterior) parece poner a ese modelo en ciertas dificultades (prácticas y teóricas), sobre todo cuando es tan numerosa y desesperada como sucede ahora. Al decir esto espero que se entienda que no hago una valoración negativa o positiva (ni de las "naciones" como tales, ni de la inmigración); sólo intento hacer un análisis (no sé si equivocado) de la realidad que veo; éste un problema real (¿por qué existe ese miedo a la inmigración?), por eso estamos hablando de ello, y son muchísimas las cuestiones que surgen alrededor de este asunto. Si te parece, otro día, con más tiempo, intentaré explicarme mejor. Gracias por la explicación sobre Habermas. Pensaré sobre ello, a ver qué se me ocurre para seguir discutiendo un rato, que es lo interesante.

  4. Esperemos que haya más gente que se suma al debate para enriquecerlo con sus argumentos.

  5. Hola Ernesto Baltazar, en una materia de la universidad: Historia Contemoránea, estamos viendo este tema para el cual nos han dejado un trabajo; ¿Qué subtema me recomendarías dearrollar acerca de este tema ?

  6. Creo que los esquemas clásicos de pertenencia de cada uno a su medio, a su patria, a su nación y a su mundo están cambiado profundamente como consecuencia de la globalización. Existe un interrogante, que en el fondo está marcando toda una época en la que las esperanzas colectivas parecen haber desertado de la vida cotidiana: es el interrogante de la identidad, el de cómo ser uno mismo en un mundo en plena transformación.

  7. Hola, Jose Luis! Mi nombre es Madalina z soy de Rumania. Hasta junio debo escribir mi tesis final sobre Globalizacion y sus implicaciones interculturales: Los efectos de la Globalizacion en el Pais Vasco. Quieria preguntarte (porque de lo que he leido en tu articulo, tienes conocimiento respeto al tema) si me podrias ayudar con materiales, libros, tu opinion, lo que tu tienes sobre este tema. Aqui en Rumania solo he encontrado un libro sobre los vascos, pero no me ayuda mucho, es mas sobre el nacionalismo vasco. Bueno, espero que no te molesta mi peticion. Que tengas un buen dia!

  8. La globalización ha cambiado la forma de percibir las cosas,respecto al sujeto centrado , unico y universal, como armonizar las diferencias y la diversidad cultural , las contradicciones generadas de todo este proceso en la cual los espacios escolares resultan ser claves para atender las multiples diferencias y a la vez no se renuencie a su identidad.

  9. Es interesante el término de Habermas acerca de ¨identidad postnacional¨, en ese sentido, habría que entenderlo como la identidad que se intenta, a el hilo de identidad que queda para quienes han perdido en su horizonte nacional el sentido de política, de equidad y derecho, a quienes la inmediatez de la supervivencia le impide un análisis más profundo de los motivos ontológicos de su propia acción migratoria. Si acaso, apenas llegan a guardar esperanzas de abrigo y alimento, al costo de la explotación y discriminación.

    Debemos tener presente que la migración tiene punto de origen, y es justo la pérdida de una nación que ofrezca las condiciones de mínimas para la vida digna, la que origina la pérdida de la identidad, los problemas de ubicación en la nueva nación son más bien de la búsqueda de aquello que se ha perdido, esto es, la identidad se perdió antes, no después de migrar.

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