Se habla mucho sobre la restauración de ecosistemas degradados. Lógico. El ser humano sigue devastando el planeta a pasos agigantados, a pesar de que la prensa informe que todos los estamentos implicados se encuentran seriamente preocupados. ¿Qué van a decir? Sin embargo, desde un punto científico, aun se sabe muy poco a cerca de la posibilidad y horizonte temporal con vistas q que los enclaves afectados retornen a su “estado original”, o al menos a otro que no difiera mucho de aquél. A pesar de haberse llevado a cabo numeras investigaciones, la falta de criterios consensuados y la disparidad de perspectivas suele impedir abstraer generalizaciones. El mes de Junio de 2009, la más afamada de las Revistas en Open Access: PlosOne, ha publicado un estudio bibliográfico mediante técnicas que denominan de “meta-análisis” (muy diferentes conceptualmente a lo que en esta bitácora hemos llamado metaciencia y análisis meta-científicos) al objeto de estimar, aproximadamente, cuanto tiempo tarden en hacerlo diferentes tipos de ecosistemas tras desaparecer la perturbación. De acuerdo a Terradaily:

 

los investigadores señalaron que su análisis refuta la consabida especulación de que se tardarían siglos o milenios con vistas a recuperar los ecosistemas degradados, justificando la necesidad de un mayor esfuerzo para restaurar las zonas degradadas

 

Más abajo abundaremos en el tema. Pero lo que sí que debe quedar claro, y en eso coincido con ellos, es que apelar constantemente al uso del vocablo irreversibilidad, pérdida para las generaciones futuras y otro tipo de catastrofismos, termina siendo contraproducente. Los movimientos conservacionistas y ecologistas deberían ser más prudentes a este respecto, por cuanto tal tipo de lamentaciones justifica la “no intervención”, en muchas situaciones en donde era posible llevar a cabo una ecología de la restauración. De acuerdo a este estudio, una buena parte de los ambientes altamente perturbados pueden llegar a restaurarse en el plazo de una vida humana. Afortunadamente el “paper” es de libre acceso y podéis bajarlo pinchando aquí. Eso si, se encuentra escrito en suahili, la lengua del imperio. La nota de prensa de Terradaily, en la que se presenta un resumen, así como algunos comentarios de los autores, es la siguiente: Polluted Ecosystems Can Recover. Analicemos someramente el tema, por cuanto los resultados se encuentran a vuestra disposición en el enlace que ya os hemos ofrecido.

 

 

 

Restauración de sitios gravemente contaminados 1. Fuente EPA

 

Los autores recopilaron unos 240 estudios diferentes llevados a cabo en los ecosistemas más dispares a lo largo de todo el mundo, desde las aguas oceánicas, hasta masas boscosas de diferente índole. Los datos fueron sometidos a un “meta-análisis” con vistas a homogeneizar la información y filtrar el ruido. Las conclusiones obtenidas constatan que muchos ecosistemas, “con independencia de la gravedad de su degradación” llegan a recuperarse con una relativa “rapidez”, siendo esta más veloz en los ecosistemas acuáticos que en los terrestres. El problema reside en que, con harta frecuencia, se desconocía la estructura y dinámica original de las comunidades biológicas afectadas. En consecuencia, aunque se recuperen, resulta difícil (por no decir imposible) establecer si han retornado a su estado previo, o si arrastran ciertas modificaciones que sí pudieran ser irreversibles, aunque no graves. A pesar de todo, la noticia tiene aspectos francamente positivos. Ahora bien, en estos casos, las generalizaciones deberían relegarse, por cuanto no todos los impactos ambientales, una vez eliminada la perturbación, son susceptibles de ser restaurados, sin acometer previamente gastos desorbitados que los tornan prohibitivos.  Este suele ser el caso, por ejemplo, de los sitios fuertemente contaminados (suelos) por algunas actividades industriales.

 

 

 

Restauración de sitios gravemente contaminados 2. Fuente EPA

 

En las fotos que ilustran este post (salvo la extraída de PlosOne) observaréis la rehabilitación de suelos altamente contaminados bajo antiguas instalaciones industriales, cuyos vertidos fueron devastadores. Su rehabilitación tan solo es posible haciendo uso de obras faraónicas cuyos costes suelen ser prohibidos, en la mayoría de los casos. De hecho, debe extraerse todo el suelo y someterlo “ex situ” a un procesos de descontaminación muy sofisticados. En consecuencia, las instituciones solo pueden hacerse cargo de los casos más graves, y cuyas consecuencias afectan seriamente a la salud humana. Sin embargo, la restauración de lugares altamente degradados (o contaminados) de los países en vías de desarrollo, causados generalmente por compañías multinacionales en áreas rurales y naturales remotas, quedarán como un sueño inalcanzable, si las autoridades de cada país no imponen un férreo control de las actividades de estas compañías depredadoras, situación que actualmente se nos antoja quimérica. Más aun,  por mucho que se descontaminen los materiales edáficos, estos serán alterados en su composición y totalmente afectados en su estructura (horizonación, etc.). En consecuencia, tanto las comunidades edáficas que albergan, como las biocenosis que se desarrollen sobre ellos serán distintas a las originales, por muchos decenios o cientos de años. 

 

La última conclusión que debería extraerse de tal análisis sería que como a la larga se restauran, “todo vale”. No es así. El artículo original nos informa de que, en muchos casos es posible la restauración a corto o medio plazo, pero no en todos.  Sin embargo, las leyes están para cumplirse y en especial el principio de quien contamina o degrada debe ser responsable de sus actos y pagar “si o si” los daños cometidos al medio ambiente y con harta frecuencia a la salud humana. No obstante, como ya hemos comentado, se antoja una frivolidad dar por irrecuperable un daño sin realizar los estudios científicos previos que evalúen la situación con el rigor requerido.

 

 

 

Figure 2. Average recovery times across ecosystems

(top) and perturbation type (bottom).

Recuperación de diferentes sistemas degradados:

Tiempo de respuesta: Fuente PlosOne

 

Así pues, resulta más que recomendable leer el artículo original en acceso abierto y analizar los procedimientos aplicados por los autores, con vistas a evaluarlos y si son aceptables, aplicarlos. Francamente, todavía no he podido sopesarlos con detenimiento. Cuando se habla de impacto ambiental en ecosistemas muy dispares de todo el planeta, 250 estudios son más bien escasos. Ahora bien, de perseverar en el esfuerzo, e ir ampliando la base da datos con casos nuevos, la información almacenada puede llegar a ser un instrumento de gran ayuda para la restauración de los ecosistemas altamente perturbados. 

 

Juan José Ibáñez              

 

Polluted Ecosystems Can Recover

by Staff Writers
New Haven CT (SPX) May 28, 2009

 

The Yale analysis focuses on seven ecosystem types, including marine, forest, terrestrial, freshwater and brackish, and addresses recovery from major anthropogenic disturbances: agriculture, deforestation, eutrophication, invasive species, logging, mining, oil spills, overfishing, power plants and trawling and from the interactions of those disturbances. Major natural disturbances, including hurricanes and cyclones, are also accounted for in the analysis.

 

Most polluted or damaged ecosystems worldwide can recover within a lifetime if societies commit to their cleanup or restoration, according to an analysis of 240 independent studies by researchers at the Yale School of Forestry and Environmental Studies. Their findings will appear in the June edition of the journal PLoS ONE.

 

The Yale researchers found that forest ecosystems recovered in 42 years on average, while ocean bottoms recovered in less than 10 years. When examined by disturbance type, ecosystems undergoing multiple, interacting disturbances recovered in 56 years, and those affected by either invasive species, mining, oil spills or trawling recovered in as little as five years. Most ecosystems took longer to recover from human-induced disturbances than from natural events, such as hurricanes. «The damages to these ecosystems are pretty serious,» said Oswald Schmitz, an ecology professor at the Yale School of Forestry and Environmental Studies and co-author of the meta-analysis with Yale Ph.D. student Holly Jones. «But the message is that if societies choose to become sustainable, ecosystems will recover. It isn’t hopeless

 

The Yale analysis focuses on seven ecosystem types, including marine, forest, terrestrial, freshwater and brackish, and addresses recovery from major anthropogenic disturbances: agriculture, deforestation, eutrophication, invasive species, logging, mining, oil spills, overfishing, power plants and trawling and from the interactions of those disturbances. Major natural disturbances, including hurricanes and cyclones, are also accounted for in the analysis.

 

The researchers analyzed data derived from peer-reviewed studies conducted over the past century that examined the recovery of large ecosystems following the cessation of a disturbance. The studies measured 94 variables that were grouped into three categories: ecosystem function, animal community and plant community. The researchers quantified the recovery of each of the variables in terms of the time it took for them to return to their pre-disturbance state as determined by the expert judgment of each study’s author. The Yale analysis found that 83 studies demonstrated recovery for all variables; 90 reported a mixture of recovered and non-recovered variables; and 67 reported no recovery for any variable. Schmitz said 15 percent of all the ecosystems in the analysis are beyond recovery. Also, 54 percent of the studies that reported no recovery likely did not run long enough to draw definitive conclusions. In addition, the analysis suggests that an ecosystem’s recovery may be independent of its degraded condition. Aquatic systems, the researchers noted, may recover more quickly because species and organisms that inhabit them turn over more rapidly than, for example, forests whose habitats take longer to regenerate after logging or clear-cutting.

 

The researchers point out that a potential «pitfall» of the analysis is that the ecosystems may have already been in a disturbed state when they were originally examined. Many ecosystems across the globe that have experienced extinctions and other fundamental changes as a result of human activities, combined with the ongoing effects of climate change and pollution, are far removed from their historical, natural pristine state. Thus ecologists measured recovery on the basis of an ecosystem’s more recent condition. The study points out the need for the development of objective criteria to decide when a system has fully recovered. The researchers said the analysis rebuts speculation that it will take centuries or millennia for degraded ecosystems to recover and justifies an increased effort to restore degraded areas for the benefit of future generations. «Restoration could become a more important tool in the management portfolio of conservation organizations that are entrusted to protect habitats on landscapes,» said Schmitz. Jones added: «We recognize that humankind has and will continue to actively domesticate nature to meet its own needs. The message of our paper is that recovery is possible and can be rapid for many ecosystems, giving much hope for a transition to sustainable management of global ecosystems.»

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