Por Régulo León-Arteta

 

… La luz se hizo en el seno de lo increado.  

Contemplaron así la naturaleza original de la vida

que está en la entraña de lo desconocido.

Popol Vuh

Libro Sagrado de los Mayas

 

La posibilidad de reconocimiento del suelo con un ente vivo, en la civilización occidental es relativamente reciente y poco aceptada. Lo mismo podría decirse del hecho de no aceptar plenamente importancia del suelo para nuestra vida y el resto de la biota sobre la tierra, al menos tal y como la conocemos. Aunque la mayor actividad biológica se realiza en la edafosfera, también se ha observado en algunas de sus etapas a varios metros de profundidad, y sin considerar que se han observado bacterias a cientos de metros de la superficie. Del mismo modo, a menudo tampoco podemos entender la génesis de suelos sin tener en cuenta también lo que ocurre a cientos de metros por encima de ellos (es decir en la atmósfera), como en el caso de los cambios biogeoquímicos en el polvo del Sahara, que han contribuido como mínimo a la formación de los suelos de la Península ibérica, como ya os comentamos en el post dedicado a los los Iberulitos.

 

Existen habitantes del suelo como el microscópico “oso de agua” (invertebrado pertenecientes al taxon de los tardígrados) que es capaz de soportar temperaturas de congelación, prolongadas sequías y hasta la radiación y el vacío del espacio exterior.

 

 

 

Tardigrado (oso de agua, Echiniscus sp.) Fuente

: www.astrographics.com

este enlace

 

Hasta no hace mucho tiempo, consideramos como edafosfera a la capa del suelo donde se desarrollan la mayor parte de las raíces de las plantas comunes, como en la gráfica que exponemos a continuación. En esta última se observa, que incluye obligatoriamente al horizonte A y al estrato subyacente donde haya desarrollo de raíces. Como sabemos, el horizonte A se caracteriza por ser superficial, de color oscuro y relativamente rico en materia orgánica. Por su parte, los horizontes inferiores como el  B requieren del apoyo de expertos para identificarlos plenamente. Los aportes constantes de detritus orgánicos, son indispensables para el mantenimiento de la materia orgánica del suelo, las cadenas alimenticias de la biota del suelo y por ende de su fertilidad.

 

 

Debemos dejar claro que no se trata de considerar al suelo por si mismo como un ser vivo, sino de algo que tiene como condición obligada la existencia de la vida en la edafosfera, aunque fuera muy escasa. Este concepto también se he propuesto con vistas a contrarrestar las consabidas, kilométricas y soporíferas definiciones y conceptos, con que empiezan muchos libros de edafología, a la hora de definir que es un suelo. Además de una idea, quizás diferente, pero que no puedo presumir de novedosa, tiene como objetivo principal el contribuir a revertir el efecto, que con nuestra “cadena de errores” (Eckholm, 1997), hemos cometido con “nuestra primera madre”, de la que ya hablaba Cervantes (1547-1616).

 

Probablemente, el lector conozca algunos aspectos físicos, excepcionalmente alguno químico del medio edáfico, y desde luego las serviciales y despreciadas lombrices de tierra. La trascendencia de las últimas en la cultura europea ya fue enfatizada por Aristóteles, que las llamó: “el intestino de la tierra”. También Darwin le dedicó un libro, donde se insinúa su contribución a lo que hoy llamamos estructura. Del mismo modo Müller las relacionó con las formas del humus. En cualquier caso, su importancia aún sigue siendo muy ignorada en el aprovechamiento cotidiano de los suelos.

 

Ya que fue hasta 1960 que el Programa Biológico Internacional,  produjo una gran cantidad de información cuantitativa sobre la abundancia de invertebrados, su participación en los flujos de energía de los ecosistemas y en la liberación de CO2 del suelo a la atmósfera (Lavelle y Spain, 2001). Además de este último, la biota esta relacionada con la formación del metano y el óxido nitroso, que se considera favorecen la manipulada amenaza del calentamiento global. También habría que añadir el papel central de los organismos del suelo en la fijación y transformación de los contaminantes, y en la calidad del agua que va a enriquecer los acuíferos, principalmente en la zona Vadosa.

 

 

 

Collage de la Zona Vadosa  Fuente: www.pnl.gov/emsp/

 

Aunque en época relativamente recientemente, se crearon organizaciones como Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertización y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, aun padecemos de enormes lagunas que nos impiden entender plenamente los procesos edáficos. Esta quizá sea una de las causas del menosprecio que de los científicos del suelo, y por ende del resto de la humanidad, por la biota edáfica. Pues bien, nuestra convivencia con el resto de la biosfera, y de manera importante con la parte que implica al suelo, es una necesidad urgente para la pervivencia del género humano.

 

Ya entrando en materia, los organismos del suelo, no sólo los invertebrados, son el resultado de múltiples factores que incluyen la influencia de los  físicos y químicos que acaecen en el medio edáfico. Además existe una interacción entre todos y cada uno de ellos que es conveniente considerar. Estas colaboraciones estarán divididas para tratar de organizar la información, pero constantemente enfatizamos la importancia de las interacciones.

 

Continuará……….

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