Vengo escribiendo sobre la conveniencia e idoneidad de incluir los suelos y/o regolitos marcianos, desde los albores de esta bitácora, en las clasificaciones y taxnomías de este recurso natural. Ya en diciembre de 2005 redacté el post: “sobre los suelos de Marte y la investigación espacial”. A este siguieron otros, como la “formación de horizontes edáficos en Marte: casi confirmado” o “los suelos de Marte y sus horizontes: ciclos hidrológicos, y cambio climático. En consecuencia, me interesé por los resultados de un simposio llevado a cabo en el Congreso Mundial de Suelos de Brisbane que versaba sobre el mismo tema. Mi decepción fue mayúscula, al encontrar la ponencia de la que vamos a hablar hoy. La razón estriba en que el estudio viene firmado por un antiguo amigo, entre otros coautores. Todos ellos son figuras reconocidas de la edafología rusa, a la que tengo un gran aprecio. Y en verdad, no hubiera redactado este post a no ser porque en el  grupo de trabajo de la IUSS encargado de poner en marcha la estructura de una clasificación universal de suelos, se baraja la posibilidad de incluir los suelos-regolitos marcianos en la nueva taxonomía. Pues bien, la conferencia o comunicación presentada en Brisbane me ha dejado obnubilado debido a que: (i) la argumentación padece de gravísimos errores “lógicos”; (ii) sufre un imprudente sesgo nacionalista (algo que no es nuevo y afecta a colegas de otros muchos países, pero que por ello no deja de ser recriminable en todo momento y lugar), y (iii) pone sobre la mesa las incongruencias de muchos compañeros cuando intentan sacar provecho de un tema de moda (estos autores no son ni mucho menos los únicos, como tampoco los primeros). En otras palabras, por pura coherencia científica, si tal proposición fuera aceptada por la comunidad internacional de edafólogos, deberíamos cambiar nuestra concepción y clasificación de los suelos, incluyendo los terrestres, aspecto que podría defenderse sobre la base de “otros razonamientos e inferencias lógicas”, pero jamás partiendo de los pilares que veréis abajo. Con todos mis respetos a los autores, me veo obligado a denunciar los serios problemas que sufre el documento de marras.

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Suelo-regolito marciano Fuente: Cosmos

Nadie pone en duda que el geógrafo Vasili Vasílievich Dokucháyev (18401903) fue el padre de la edafología, reconociéndosele como el primer científico que defendió que se trataba de un cuerpo natural con sus propias leyes de organización. Sin embargo, también es cierto que en EE.UU. (por puro chauvinismo) se ha ensalzado en demasía la ecuación de los factores de estado propuesta por Hans Jenny décadas después. Con independencia de cualquier juicio de valor a cerca de la obra completa de este último autor, tal ecuación tan solo comprime lo ya postulado por Vasili en forma de una función que no corresponde estrictamente a lo cánones de una función matemática. Y tal modo de proceder no es del gusto de la escuela rusa (posición que comparto). Veamos porque, no sin antes recordaros otros post en los que explico o aporto información sobre estos temas:

La Ecuación de los Factores de Estado de Jenny y Reformulaciones Posteriores (Conceptualización de los Geosistemas, Geoecosistemas y el Suelo)

Conceptos Formales de Suelos: Jenny versus Simonson

“Factors of Soil Formation”: “Hans Jenny”: Un libro Mítico que ya Puede Bajarse Libremente de Internet

Sin entrar a desgranar detalles históricos, tan solo señalará que en el trabajo aludido, como en otros muchos de la escuela rusa se habla de la ecuación de los factores de estado  de Dokuchaev o del paradigma de Dokuchaev. Ahora bien, como podréis observar, se genera un atroz error de apreciación al confundir gravemente el contenido con el continente, algo que se antoja incomprensible por la valía de estos autores. Dicho de otro modo, coincido con estos colegas en defender que el suelo es el producto de la interacción del clima, fisiografía, litología, biota, tiempo, etc.; que puede expresarse bajo el formalismo S =f(cli, fisio, lit, biot, tiem., etc.). Se trata de una simple compresión de la información apelando a un formalismo lógico irresoluble matemáticamente en el caso que nos ocupa. Sinceramente no tiene nada que ver con las matemáticas, tal como las entendemos sino con la lógica simbólica. Simplemente se pretende alcanzar una forma contraída, comprimida o abreviada de expresar los mismos contenidos: ¡dos caras de una misma moneda! Pero los norteamericanos, en otro acto de nacionalismo, se agarraron a este clavo ardiendo  elevando a Jenny a un lugar que no le corresponde, si se compara con la figura de Dokuchaev.

Sin embargo, con independencia de todo ello, lo realmente sorprendente, del estudio teórico del que hablamos hoy, es que los edafólogos rusos alegan que el formalismo de marras se puede aplicar a la hora de explicar los “casi suelos-regolito de Marte”, soslayando los factores formadores explícitamente, es decir clima, litología, etc., para sustituirlos por “otros nuevos”, llegando así a la conclusión de que la famosa ecuación de Dokuchaev sería válida a la hora de dar cuenta de cualquier “edafosfera extraterrestre”. Tal argumentación la puede desmontar cualquier adolescente con un mínimo conocimiento de matemáticas. La salud es función de los genes, la higiene, la alimentación, etc. etc. Y punto final.

Seguidamente los autores justifican y explican la inclusión de otros nuevos factores de estado que no tienen nada que ver ni con las proposiciones de  Dokuchaev, ni con las de Jenny, que como hemos mentado son las mismas. De hecho, tales factores de estado no son ni tan siquiera explicitados para otros cuerpos planetarios. Por lo tanto, todo el discurso se encuentra aquejado de una absoluta falta de lógica. De hecho, si se aplicaran esos nuevos factores a los suelos del Planeta Tierra, el concepto de suelo y su clasificación darían un vuelco de 180 grados. Veámoslo.

Los autores califican como exositones o exones (de factores exogenéticos en lugar de los factores formadores de los suelos “terrestres”) a los ¿suelos-regolitos? planetarios. Nada que objetar. Ahora bien a renglón seguido, dividen esa “edafosfera extraterrestre en (a) los que se generan sobre la roca in situ  “exositones”, y (b) exotransones  o transones a la hora de dar cuenta de los que se forman sobre materiales movilizados o exportados de unos sitios a otros ya fuera por el viento, la posible acción del agua en tiempos pretéritos, impacto de meteoritos, etc. etc.

Tras algunas consideraciones adicionales dicen salvar la ecuación de los factores de estado del suelo proponiendo la siguiente “pesudofórmula” al objeto de dar cuenta de la exogénesis de cualquier cuerpo planetario: E = f (ef1, ef2, ef3…). Los aludidos “ef” no son más que los “exogenetic factors” o factores exogenéticos. Como ya hemos comentado, hacer uso del mismo simbolismo no recupera nada de nada de la propuesta de la propuesta de Dokuchaev, por cuanto puede aplicarse a cualquier objeto natural (y social), cuya estructura y dinámica siempre se encontrará inducida por otros factores. Seguidamente, reconociendo que los que la translocación lateral de materiales es uno de los objetos de estudio de la sedimentología, más que de la edafología, defienden que solo deberían considerarse suelos-regolitos a los  exositones, pero no a los exotransones. Francamente no entiendo tal lógica. Al parecer consideran que los primeros atesoran horizontes y los segundos no, lo cual, a priori es más que discutible, en ausencia de serias evidencias científicas.

El trabajo también adolece de una bibliografía que en este tema resulta ser obsoleta, por cuanto se han descubierto numerosos procesos y estructuras en la superficie de Marte desde el año 2005 fecha de la publicación más reciente que detecto en la bibliografía. En los estudios sobre los regolitos marcianos una laguna de seis años resulta ser excesiva.

Sin embargo, reiteramos que el principal problema de la tesis de los autores reside en defender una expresión lógica de función, que no la estrictamente matemática que puede aplicarse en circunstancias de lo más variadas. Más aun, en el caso que nos ocupa hubiera dado igual. “Juanjo es función de los genes de sus progenitores, el ambiente social en el que creció, etc., etc.”.

Lamento enormemente discrepar de mis colegas rusos, por cuanto considero que se encuentran dando “palos al agua”, y nunca mejor dicho. Por ejemplo, tal función podría aplicarse el estudio de los “suelos-regolito” que se forman sobre los pisos oceánicos repletos de vida. ¿Porqué estudiar los regolitos marcianos y no los subacuaticos en la Tierra?. Se sospecha que muchos delos primeros pudieron formarse bajo unas aguas que posteriormente fueron secuestradas “de alguna forma”, como un pseudo-permafrost marciano. En los fondos abisales atesoramos vida, en el planeta rojo aun no lo sabemos. ¿Porque darle vueltas a salvar la susodicha estructura de función lógica, que no matemática, y que ellos atribuyen a  Dokuchaev?. No lo entiendo. El trabajo rezuma nacionalismo, así como una palmaria carencia de perspectiva lógica: confundir el continente con el contenido. Y lamento mucho verme obligado a denunciar un desliz tan grave, más aun de compañeros a los que aprecio. Eso si, me encuentro escribiendo un documento que intentaré hacer llegar a algún miembro del Grupo de Trabajo de la Clasificación Universal de Suelos con visitas a que recapaciten sobre estos y otros problemas que aquejan a algunos otros documentos que ellos mismos han defendido en su primer Meeting. Sin embargo, dudo que mi iniciativa llegue a buen puerto.

Juan José Ibáñez

Trabajo citado en el texto

Dokuchaev’s soil paradigm and extraterrestrial “soils”


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2 comentarios

  1. Efectivamente Gaia, cuando se confunde el contenido con el continente….. Casi cualquier cosa puede formalizarse «informalmente» haciendo uso de esta simpología. Ese es el problema. Difícil de entender dado que son buenos profesionales.

    saludos cordiales

    Juanjo Ibáñez

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