Erosión, Desertificación, Comunidades Indígenas y Soberanía Alimentaria (Los Héroes Anónimos del Medio Ambiente en la Era de la Imagen)

El 28 de Marzo de 2009, día en que testimonialmente se nos proponía apagar una “horita” la electricidad para “demostrar” lo mucho que amamos el ambiente, me sugirió también que llegaba el momento de narrar de noticias más serias. ¡Si!, de esas que nos sonrojan en la era de la exhibición mediática. Pretendo mostraros la fuerza de la voluntad de esos que en los países ricos se consideran parias de la Tierra. Una lección que a muchos no gustará (aunque digan lo contrario), incluido a algunos llamados ecologistas (de salón y televisión) que merodean por aquí. Hablaremos de Jesús León Santos, un modesto campesino que logró con la ayuda de sus vecinos indígenas, hacer reverdecer un territorio desertificado utilizando la solidaridad como capital y el conocimiento milenario heredado de sus antepasados a modo de tecnología.  Nos gastamos millones de euros en proyectos de desarrollo para el tercer mundo: ¿ha donde van? ¿Por qué no termina de funcionar este tipo de iniciativas? Hace unos días leí una noticia semejante en el Sahel (National Geographic). Donde habían fracasado los proyectos benefactores de los países desarrollados, comenzaban a tener éxito en su lucha contra la desertificación los indígenas con palos y piedras, siguiendo a otro líder local de su comunidad y los conocimientos ancestrales de sus propias culturas. Hoy para gloria de los “sin nombre” y vergüenza propia os expongo otro caso muy similar. Dejarles solos con algo de dinero, y sobre todo dejarles hacer y vivir en paz. La tecnología es un bien cultural que se lleva en la cabeza, más que en la instrumentación. El resto se puede superar con tenacidad y el esfuerzo. Al parecer, este tipo de noticias “no vende”. Y si hoy os podemos narrar esta, es por el hecho de que este gran hombre acaba de ganar un premio internacional. Si no de qué. Armar a las comunidades campesinas con las herramientas adecuadas, dejarles hacer sin intromisiones gubernamentales, multinacionales, etc., y este es el resultado. Reflexionemos y trabajemos en lugar de actos testimoniales que no sirven para nada.  Sí ya 29 de marzo salieron el en la Tele muchas ciudades medio en penumbra, pero ya estaremos despilfarrando recursos energía y más. Plantearos el valor de una y otra iniciativa. Mucho debemos cambiar. ¿Verdad Jesús?.

 

 

Jesús León Santos. Fuente: Treehugger

 

De hecho el “apagón ambiental fue un fiasco”, como bien señalaron los colegas del blog Vecino “Ciencia y Tecnología Nuclear” en la siguiente noticia: “¿La Hora del Planeta?… pues vamos apañaos.”. Eso si, en publicidad se gastaron muchos millones que bien pudieran haber servido para solventar problemas más inmediatos que mediáticos. Pero vayamos al meollo de la cuestión.

 

Nuestro colaborador habitual Régulo León Arteta me envió esta noticia y os la plasmo tal cual. No se trata de un verdadero “Premio Nóbel” de Ecología, que lo hay, pero son para científicos. Personalmente me parece algo mucho más noble y ejemplar. Sería más bien otro galardón sobre aquellos que luchan de verdad contra la adversidad medioambiental, y por lo tanto contra la pobreza, sumisión al capital y esclavitud. Pero que más da ¿Verdad? Espero estar en su región para el próximo octubre. Deseo conocerle si es posible. Y sobre todo quiero agradecerle en nombre de todos los que amamos la naturaleza su ejemplo. ¡Si!, ese ejemplo que en lugar de divulgar lo soterramos con iniciativas de colorines y fanfarrias mediáticas. ¿No tenemos vergüenza? Aquí os dejo con la noticia ya es digna de encumbrarla para escarnio de los ecologistas de café y “empleos verdes” que abundan en los países desarrollados.   

 

Juan José Ibáñez

 

Premio Goldman para Jesús León Santos en su lucha contra la desertificación.

 

Pocos lo saben, pero existe un premio tipo «Nobel» de Ecología. Este año lo ha ganado Jesús León Santos, de 42 años, un campesino indígena mexicano que lleva realizando, en los últimos 25 años, un excepcional trabajo de reforestación en su región  de Oaxaca, México.

 

 

 

Recuperación frente a la desertificación de la

Región de Mixteca. Fuente: Trehugger

 

El nombre de la recompensa es «Premio Ambiental Goldman»: Fue creado en 1990 por dos  generosos filántropos y activistas cívicos Estadounidenses  Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman. Consta de  una dotación de 150.000 USD ($2,154,000 M.N.) y se entrega cada año, en el mes de abril, en la ciudad de San Francisco, California (Estados Unidos). Hasta ahora ha sido  otorgado a defensores del medioambiente de 72 países. En  1991, lo ganó la africana Wangari Maathai, quien luego obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2004.

 

A Jesús León Santos se lo han dado porque, cuando tenía 18 años, decidió cambiar el paisaje donde vivía en la Mixteca alta, la «tierra del sol». Aquello parecía un panorama lunar: campos yermos y polvorientos, desprovistos de arboleda, sin agua y sin frutos. Había que recorrer grandes distancias en busca de agua y de leña. Casi todos los jóvenes emigraban para nunca regresar, huyendo de semejantes páramos y de esa vida tan dura.

 

Con otros comuneros del lugar, Jesús León se fijó el objetivo de reverdecer los campos. Y decidió recurrir a unas técnicas agrícolas precolombinas que le enseñaron unos indígenas guatemaltecos para convertir tierras áridas en zonas de cultivo y arboladas.

 

¿Cómo llevar el proyecto a cabo? Haciendo revivir una herramienta indígena también olvidada: El tequio, el trabajo comunitario no remunerado. Reunió a unas 400 familias de 12 municipios, creó el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (Cedicam), y juntos, con recursos económicos limitadísimos, se lanzaron en la gran batalla contra la principal culpable del deterioro: la erosión. En esa  región Mixteca existen más de 50.000 hectáreas que han perdido unos cinco metros de altura de suelo desde el siglo XVI.

 

La cría intensiva de cabras, el sobre pastoreo y la industria de producción de cal que estableció la Colonia deterioró la zona. El uso del arado de hierro y la tala intensiva de árboles para la construcción de los imponentes templos dominicos contribuyeron definitivamente a la desertificación.

 

Jesús León y sus amigos impulsaron un programa de reforestación. A pico y pala cavaron zanjas-trincheras para retener el agua de las escasas lluvias, sembraron árboles en pequeños viveros, trajeron abono y plantaron barreras vivas para impedir la huida de la tierra fértil. Todo eso favoreció la recarga del acuífero. Luego, en un esfuerzo titánico, plantaron alrededor de cuatro millones de árboles de especies nativas, aclimatadas al calor y sobrias en la absorción de agua. Después se fijaron la meta de conseguir, para las comunidades indígenas y campesinas, la soberanía alimentaria.


Desarrollaron un sistema de agricultura sostenible y orgánica, sin uso de pesticidas, gracias al rescate y conservación de las semillas nativas del maíz, cereal originario de esta región. Sembrando sobre todo una variedad muy propia de la zona, el cajete, que es de las más resistentes a la sequía. Se planta entre febrero y marzo, que es allí la época mas seca del año, con muy poca humedad en el suelo, pero cuando llegan las lluvias crece rápidamente.

Al cabo de un cuarto de siglo, el milagro se ha producido. Hoy la Mixteca alta esta restaurada. Ha vuelto a reverdecer. Han surgido manantiales con más agua. Hay árboles y alimentos. Y la gente ya no  emigra. Actualmente, Jesús León y sus amigos luchan contra los transgénicos, y siembran unos 200.000 árboles anuales. Cada día hacen retroceder la línea de la desertificación.


Con la madera de los árboles se ha podido rescatar una actividad artesanal que estaba desapareciendo: la elaboración, en talleres familiares, de yugos de madera y utensilios de uso corriente. Además, se han enterrado en  lugares estratégicos cisternas de ferrocemento, de más de 10.000 litros de capacidad, que también recogen el agua de lluvia para el riego de invernaderos familiares orgánicos.

 

El ejemplo de Jesús León es ahora imitado por varias comunidades vecinas, que también han creado viveros comunitarios y organizan temporalmente plantaciones  masivas. En un mundo donde las noticias, con frecuencia, son  negativas y deprimentes, esta historia ejemplar ha pasado  desapercibida.


Raúl Medina de Wit

COAS. Consejeros en Agricultura Sostenible

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Un comentario

  1. Un buen ejemplo de como las comunidades, tradicionales e indigenas, no necesitan de subsidios discriminatorios (positivos) ni de clientarismos para poder surgir y solucionar problemas que les son conocidos, en la mayoria de los casos provocados por ellos mismos, cuyas soluciones estan en su propia raiz cultural…lo de los transgenicos….sectarismo puro, que lastima ya se contaminaron!!

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