Frecuentemente, al leer las noticias científicas, pienso que los ciudadanos vivimos inmersos en una pesadilla, incluso los de los países más desarrollados. Hoy lo podremos comprobar. Por favor lean lo que se dice en Wikipedia acerca de la plumbosis o saturnismo. Papillas infantiles, zumos, fármacos, agua embotellada y alimentos como el arroz contienen una cantidad de plomo, sí como de otros metales pesados por encima de los límites legales que denuncian la toxicidad estos metales pesados. Más aun, al margen de enfermedades, se han detectado al menos medio millón de niños en USA, de entre 1 y 5 años afectados por contener en sus cuerpecitos dosis de plomo extremadamente peligrosos para la salud de estas criaturas. Desde aquél país se lanza una nueva demanda contra las empresas agroalimentarias que comercializan alimentos ¿envenenados? contra bebés. Pero permítanme que les comente una historia.

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Regando con aguas residuales en Latinoamérica. Fuente: WASH news Latin America and Caribbean

Un epidemiólogo me comentó, tras un envenenamiento alimentario determinado, que al rastrear su origen/procedencia, topó con que el alimento había salido de Asia, alcanzado Mesoamérica, en donde se cambiaron etiquetas, lugares de origen, etc. De allí fue enviado a Europa en donde nuevamente se realizó la misma operación, etc.  Pues bien, usted puede pagar mucho por un alimento infantil, presuntamente de los más sanos y nutritivos.  Ahora bien: ¿Quién le garantiza la salubridad del alimento?. Aquella vez logró encontrarse y desmembrase  la trama oculta (pero lamentablemente no se identifico a la mayoría de los responsables), pero me comentaba que a menudo no había manera de detectar el origen y la cadena de fraude que implican muchos países y continentes. ¡Es como para ponerse a temblar, por no llorar!.  ¿Debemos creernos las especificaciones de las etiquetas? ¿Y quién está detrás de todo esto?: al margen de las empresas agroalimentarias, un rosario de agentes y entre ellos varios de los que debían haberlo impedido.

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 Plumbosis o saturnismo el riesgo oculto de muchas papillas infantiles. Fuente: Kidshealth

La hipocresía de estas multinacionales alcanza limites delirantes cuando defienden, por ejemplo, según la nota de prensa que analizamos hoy: Los abogados de las empresas demandadas han alegado que la cantidad de plomo en las frutas y hortalizas utilizadas en sus productos infantiles se debe a una presencia natural: «Muchos minerales se encuentran de forma natural en la tierra (suelos) y el agua a lo largo de todo el mundo«. Pero en la noticia se denuncia también: los niveles de plomo en el arroz importado de China y Taiwán superaban entre 10 y 12 veces la cantidad máxima tolerable para la salud, según los índices de la FDA. De acuerdo con las conclusiones del estudio, estos altos niveles se deben a que «algunos países utilizan aguas residuales sin tratamiento para regar los campos de arroz«. Un potencial peligro para la salud por el que los investigadores han advertido sobre la necesidad de «establecer regulaciones internacionales sobre el agua de riego y los productos agroquímicos«. ¿Y cómo llegan a otras partes del mundo? ¿Quién los adquiere? ¿No son las propias empresas agroalimentarias? ¿Y las autoridades nacionales sanitarias? ¿No deben analizar la salubridad de los alimentos/argumentos que ingieren sus conciudadanos?. Vivimos inmersos en una gran mentira, un mundo plagado de estafas y corrupción que ponen en peligro nuestro futuro. Y a la postre los gobiernos denuncian que los sistemas sanitarios nacionales son insostenibles. No debe extrañarnos (ver la segunda noticia que os ofrecemos hoy sobre la sustentabilidad y codicia de la farmaindustria) si se permite que sus ciudadanos enfermen por falta de precaución o nos obligan a pagar cifras inalcanzables para la mayoría de los humanos que moran en el planeta.

Digamos que los abogados de estas empresas que comercializan productos para bebés mienten como bellacos, son amorales, sociópatas, como los intereses y personas que representan. La cantidad de plomo en el suelo es irrisorio y jamás ha producido daño a la salud de los ciudadanos, a no ser que fueran contaminados previamente. Empero si se añaden malos fertilizantes, pesticidas y se riega con aguas residuales la cosa cambia ¿verdad?. Y por hoy me callaré, ya que si sigo……  Cuando observo los alimentos que voy a ingerir (…) luego nos llamarán hipocondriacos.

Debemos recordar que el riego con aguas residuales no depuradas es práctica común en gran parte de los países pobres y emergentes, pero también en algunos industrializados . Y como de allí proceden muchos alimentos que ingerimos en occidente (…..). Quede claro que los habitantes de esos estados sufren la virulencia neoliberal tanto o más que nosotros. Dos no juegan si uno no quiere. Y al parecer todos los poderes fácticos son ludópatas en este sentido. Es decir, la complicidad es global, que no local.

Juan José Ibáñez

Plomo en los alimentos el enemigo tóxico número uno

El plomo está por todas partes. En los alimentos, en los medicamentos o en el agua corriente. Desde la retirada del mercado de los combustibles y otros productos con plomo, su presencia en el medio ambiente se limitaba a unos niveles tan bajos que apenas representaban un peligro para la salud.

FUENTE | El Confidencial 16/04/2013

 Sin embargo en los últimos meses se han encendido las alarmas sanitarias por la multiplicación de los casos de saturnismo (envenenamiento producido por ese metal pesado, lo que también se conoce como plumbosis).

El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. ha emitido un informe en el que advierte que unos 500.000 niños norteamericanos, con edades comprendidas entre uno y cinco años, tienen unos niveles de plomo en sangre que superan la barrera de la toxicidad. Una exposición que puede afectar gravemente al sistema inmunológico, puede causar retrasos en el desarrollo físico e intelectual y hasta provocar paros cardiorespiratorios. Estas altas tasas de plumbosis no se habían dado desde que comenzó a limitar el uso del plomo a principios de los 70.

Las investigaciones llevadas a cabo ante la propagación de estas enfermedades relacionadas con la presencia de plomo en nuestro organismo han puesto el foco en las papillas infantiles, los zumos, los fármacos y el arroz. Según un estudio publicado en la revista Consumer Reports, alrededor del 25% de los zumos, papillas y botellas de agua mineral contienen una cantidad de plomo y otros metales pesados por encima de los límites legales, establecidos por la Dirección de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). El autor principal del estudio, Michael Hansen, recomendó que se eliminen estos productos en las dietas de niños con menos de seis meses, pues «son particularmente vulnerables, debido al menor tamaño de su cuerpo».

DEMANDA CIVIL CONTRA LAS MULTINACIONALES AGROALIMENTARIAS

La publicación de estos resultados ha llevado a la Fundación de Derecho Ambiental a presentar una demanda civil contra las grandes productoras de alimentos para bebés, como Gerber Products Co., Del Monte Foods y Beech-Nut Nutrition Corp. El primer objetivo de los demandantes es que, al menos, se obligue a las multinacionales agroalimentarias a señalar en las etiquetas de los alimentos la cantidad de plomo que contienen.

Los abogados de las empresas demandadas han alegado que la cantidad de plomo en las frutas y hortalizas utilizadas en sus productos infantiles se debe a una presencia natural: «Muchos minerales se encuentran de forma natural en la tierra y el agua a lo largo de todo el mundo«. Si, finalmente, el juez da por buena esta versión, sería suficiente para eximirlas de tener que advertir en las etiquetas la presencia de plomo.

Otro de los productos alimenticios bajo sospecha es el arroz. Según un reciente estudio de la Universidad de Nueva Jersey sacado a la luz por la BBC, los niveles de plomo en el arroz importado de China y Taiwán superaban entre 10 y 12 veces la cantidad máxima tolerable para la salud, según los índices de la FDA. De acuerdo con las conclusiones del estudio, estos altos niveles se deben a que «algunos países utilizan aguas residuales sin tratamiento para regar los campos de arroz«. Un potencial peligro para la salud por el que los investigadores han advertido sobre la necesidad de «establecer regulaciones internacionales sobre el agua de riego y los productos agroquímicos«.

LOS GOBIERNOS REVISAN A LA BAJA EL UMBRAL DE TOXICIDAD POR PLOMO

La amenaza para la salud de los metales pesados ha sido uno de los temas centrales del último congreso de la Sociedad Americana de Química, celebrado en Nueva Orleans. Uno de los estudios presentados por investigadores de la Universidad de Detroit alertaba sobre la presencia de restos de plomo y otros metales pesados en medicamentos que han dejado de comercializarse, principalmente, píldoras anticonceptivas, aunque en cantidades que no deberían causar problemas de salud. La preocupación por la contaminación ambiental derivada del plomo ha llevado a la Real Federación Española de Caza a liderar un proyecto para desarrollar munición alternativa a este metal pesado. Hasta la fecha se han invertido más de 1,8 millones de euros, pero un estudio encargado por la UE, y denominado Lead Rexach Dossier, ha concluido que «el plomo empleado en la munición deportiva del tiro de caza y competición no tiene ningún impacto en la tendencia vital de las poblaciones animales salvajes».

En base a estos resultados, la Asociación de Empresarios Españoles Fabricantes de Cartuchería de Caza y Competición ha manifestado que la legislación comunitaria no debería limitar su uso dada su baja toxicidad. Asimismo, ha señalado que el plomo seguirá siendo el elemento básico y fundamental para la fabricación de cartuchos, sin que exista ninguna alternativa conocida que lo sustituya. Pese a ello, cada vez se financia un mayor número de investigaciones para buscar sustancias que puedan sustituir al plomo en la confección de productos. Una tendencia que acompaña las modificaciones legislativas en varios países, como es el caso de EE.UU., que han revisado a la baja el umbral de toxicidad por plomo.

Autor: Iván Gil

120 expertos mundiales alertan del precio de las terapias contra el cáncer

Advierten de que están amenazados el acceso a los tratamientos y la sostenibilidad sanitaria

El gasto de las terapias se ha doblado en los últimos diez años

Jaime Prats Valencia26 ABR 2013 – 16:34 CET168

 Los precios de los antitumorales son “demasiado elevados”, “insostenibles”, por lo que, “ponen en riesgo el acceso a los fármacos por parte de pacientes que los necesitan” y “son una amenaza para la viabilidad de los sistemas de salud”. Esta llamada de atención recoge el sentir de 120 oncólogos de todo el mundo especializados en la leucemia mieloide crónica y hace referencia a las nuevas terapias relacionadas con la enfermedad. Pero la reflexión incluye al resto de fármacos usados contra las neoplasias en general y a la “espiral de precios” que afecta, especialmente, a las nuevas moléculas que salen al mercado.

Para plasmar su opinión y hacerla pública, los especialistas han elegido la revista Blood, de la Sociedad Americana de Hematología. El autor de referencia del artículo es Hagop Kantarjian, del prestigioso MD Anderson Cancer Center de Houston (EE UU). Kantarjian relata a este diario a través de correo electrónico que la idea del artículo surgió a partir de los debates planteados en grupos de discusión sobre “los elevados precios de los medicamentos contra el cáncer y cómo perjudicaban a los pacientes”. A partir de ese momento, relata, “contactamos con especialistas en leucemia mieloide crónica, les trasladamos la iniciativa y les preguntamos si deseaban respaldarla”.

“El coste de los medicamentos prácticamente se ha duplicado en la última década”, advierten los especialistas, que indican cómo de los 12 compuestos contra el cáncer aprobados el año pasado por la autoridad sanitaria estadounidense —la FDA—, 11 tienen un coste superior a 100.000 dólares (77.000 euros) anuales por paciente. De un gasto medio de 5.000 dólares (3.800 euros) mensuales por enfermo se ha pasado en diez años a más de 10.000, añaden.

“Hemos llegado a un momento en el que contamos con armas extraordinariamente potentes para combatir el cáncer”, relata Eduardo Olavarría, jefe del servicio de hematología del Complejo Hospitalario de Navarra, uno de los dos españoles firmantes del trabajo, junto con Francisco Cervantes, su homólogo en el Clínic de Barcelona. “Pero nos encontramos ante la paradoja de que si los precios siguen subiendo no los podremos pagar”. De hecho, el Ministerio de Sanidad rechazó el año pasado la financiación por parte de la red pública de dos antitumorales por su elevado precio.

Una portavoz de Farmaindustria, que agrupa a los laboratorios farmacéuticos, prefiere no valorar si el precio de los antitumorales es alto. Apunta que desarrollar un nuevo fármaco ronda los 1.000 millones de euros y que el 40% del aumento de la esperanza de vida entre 1986 y 2000 se debe a los nuevos medicamentos aparecidos en este periodo.

 El artículo hace de la anécdota categoría. La anécdota (en realidad, bastante más que eso) repasa la evolución en el tratamiento de un tipo de leucemia que hasta hace 12 años era mortal, la mieloide crónica. La aparición del imatinib (Glivec por su nombre comercial, desarrollado por Novartis) revolucionó el tratamiento como pocas veces sucede en el complejo mundo de la lucha contra el cáncer. De una esperanza de vida de cuatro años se pasó a controlar (cronificar) la enfermedad en más del 90% de los casos.

Cuando el producto se aprobó en los Estados Unidos, en 2001, el coste anual era de 30.000 dólares (23.000 euros) por paciente. La cifra se ha disparado a 90.000 dólares (69.000 euros). Los ingresos de Novartis —que recientemente ha perdido la batalla que mantenía con India por la patente de este fármaco— ligados a Glivec asciendieron en 2012 a 4.700 millones de dólares (3.600 millones de euros), según Bloomberg.

El impacto del precio de los medicamentos en los pacientes difiere según el modelo sanitario. En en los sistemas de cobertura universal europeos es la Administración quien asume el coste. En Estados Unidos, en función de la modalidad del seguro, los enfermos han de asumir parte del tratamiento. Los oncólogos reflejan en el artículo cómo esta circunstancia supone una barrera en el acceso a los tratamientos por parte de los pacientes con menor poder adquisitivo, que no pueden pagarlos. Y que en EE UU es donde los precios son más caros por la incapacidad del Gobierno y las compañías de seguros de negociar a la baja los antitumorales. En España, el tratamiento con Glivec es de algo más de 30.000 euros al año —que asume la sanidad pública— frente a los 69.000 euros en EE UU.

Que la situación en Europa no sea tan dramática, al menos aparentemente, no quiere decir que los países con cobertura universal como España estén a salvo del problema. “La diferencia aquí es que quien no puede pagar no es el paciente, sino el Gobierno, y el resultado final será el mismo si el sistema de salud no tiene dinero”, comenta Olavarría.

¿Cuál sería un precio adecuado para estos fármacos? Olavarría, que asume la necesidad de que la industria obtenga beneficios para seguir investigando, desliza una cifra: “La patente del Glivec caduca en tres años. Saldrán genéricos y su precio rondará el 10% del actual. Aún así, esas compañías ganarán dinero”.

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