Premios-sociedades-Cientificas-sesgos

Fuente: Colaje Imágenes Google

El post que edito hoy me ha costado un parto de redactar y más aun reflexionar. El tema es muy delicado, por lo que generará suspicacias y malas interpretaciones. “Lo lamento! Nadie duda de la politización de la ciencia y los galardones que se ofrecen. El caso de los Premios Nóbel son un ejemplo palmario de los que suelen aparecer en la prensa general. Sin embargo, dudo mucho que la mayor parte de las sociedades científicas, ya sean locales, nacionales o internaciones se escapen a los sesgos de varios tipos que afectan al mundillo de la ciencia. Obviamente, como edafólogo, leo anualmente los galardones que ofrecen la sociedad nacional a la que pertenezco, así como los de la IUSS, si bien tan solo cito dos ejemplos. Sin embargo, hablando con colegas de otras disciplinas, he llegado más o menos a la misma conclusión. Todo este entramado de intereses me resulta, no digo ya descorazonador, sino de “vergüenza ajena”. Reiteramos que la objetividad de la ciencia, ya puesta a prueba por la tecnociencia, penetra en un universo laberintico y oscuro cuando uno se adentra virtualmente en el mundo de los galardones, y no precisamente por la política externa, sino por el entramado de intereses egoístas de los propios científicos.

Cuando he buscado en Google español-castellano e inglés a cerca de este tema, no he encontrado casi nada.  Sí existen muchos artículos y reseñas acerca de la discriminación de género, razas, étnicas y de minusvalías.  Ahora bien, cuando busco aquellos sesgos que son intrínsecos al conjunto de los científicos sin tales distinciones, prácticamente no detecto nada de nada de lo ya narrado hasta aquí, y en especial la mayor parte se refieren al consabido tema de “publica o perece”, así como a las discriminaciones de género, raza, nacionalidad, en ciertas revistas científicas.    

Entiendo, que no se trata ya de un problema de la ciencia, sino que acaece en casi cualquier ámbito de la sociedad. Por ejemplo, si se reúne un grupo de escritores o músicos en un jurado, y finalmente galardona a alguien en concreto, estén completamente seguros de que otros miembros hubieran dado tal distinción a otro colega. Y es que sobre gustos no hay nada escrito. Empero acerca del poder y la vanidad tampoco. 

Lo que ocurre es que hay casos que pueden y deben evitarse ya que reitero “son de vergüenza ajena”.  Un premio puede otorgarse a un investigador o grupo de investigadores por diversos motivos, ya sea aportaciones científicas o técnicas incuestionablemente relevantes o por el papel desempeñado en la política científica. Empero son las propias reglas de cada sociedad uno de los problemas desquiciantes, a la par que el tráfico de influencias y la propaganda que logre cada cual en su candidatura. Luego no nos olvidemos, ni mucho menos, de la meritocracia. Entiendo por esta última cuando alguien llega a un estatus de poder que le permite crear lobby si lo desea, o simplemente descolgar el teléfono (o correo electrónico) y presionar (a menudo basta con insinuar)a sus fieles seguidores a lleven a cabo la propaganda necesaria que le nominen. Y aquí por ejemplo ya nos topamos con un serio problemaAlguien puede ostentar un alto cargo en instituciones internacionales o nacionales importantes y, aunque no es nada infrecuente, que sea por decisiones políticas, adquiera un poder y relevancia internacional desmesurados para que con sus escasos méritos sea galardonado por “sus aportaciones científicas”. Por el contrario, si un investigador brillante, camina como francotirador o resulta simplemente antipático a una buena parte de sus colegas, puede publicar algo sombrosamente relevante, pero será omitido. Y por supuesto los aventureros que hagan ciencia transgresiva, es decir que contradiga las tesis defendidas por los prebostes del establishment, mejor que se olviden hasta que décadas después, una vez digeridos sus hallazgos, pase a formar parte del establishment en boga.

Y desde luego si eres un científico honesto (no se postula, no pide favores de esta guisa por vergüenza profesional) y modesto olvídate, a no ser que ocurra un milagro más de lo mismo.

En las sociedades a las que pertenezco he visto como se ofrecían importantes galardones a personas prácticamente desconocidas fuera de las fronteras de sus países. En las sociedades a las que pertenezco he observado como los antiguos directivos pasan a recibir un galardón tras terminar sus mandatos. En las sociedades a las que pertenezco he visto a personajes desconocidos para postularse a algún cargo de la FAO o la ONU, y al conseguirlo (por razones de reparto de poder entre países y bloques geopolíticos, e incluso por motivos de genero -léase discriminación positiva-) y tras terminar sus mandatos recibir los más altos galardones. Reitero que, en muchos casos, algunos currículos eran para olvidarse. En las sociedades a las que pertenezco he visto a algún colega importante, pero que no resultaba simpático, lograr que se creara una “Comisión” sobre su tema y que esta creara  a su vez un nuevo galardón con el nombre de su antiguo maestro, para a la postre otorgarlo él mismo a mayor gloria de maestro y alumno. Y luego que se lo ofrecerán sus más fieles seguidores, para mayor fama, gloria y vergüenza ajena.  En las sociedades a las que pertenezco no he visto” a casi que nadie gane una medalla por una importantísima aportación a la ciencia sin más. ¿sigo?…….

Desde luego, no descarto la posibilidad de que, en el mundo de la tecnociencia actual, sea la falta de estudios rompedores, transgresivos, la que incline la balanza de las decisiones geopolíticas o de la hoguera de las vanidades personales.

Si quieres saber cómo es fulanito, dale un carguito

Juan José Ibáñez

Continúa……….

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