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La Gerontocracia Científica y sus Problemas. Fuente: ViralFlood

Es bien sabido que cuando un científico alcanza su plenitud intelectual, en muchas otras actividades de la cultura coincide con su declive. Una saludable comunidad científica debería atesorar una pirámide de edades equilibrada, aunque hasta donde yo sé, no se han realizado los estudios pertinentes.  Antaño, los investigadores más veteranos reducían su producción científica, dedicando sus esfuerzos a redactar libros, asesorar a jóvenes investigadores, dirigir sociedades científicas etc., todas ellas actividades tan esenciales como respetables. Nadie les nada pedía más un nada menos. Los científicos consagrados no necesitan demostrar día tras día su productividad, pero tampoco adheriste con pegamento a sus cargos e ir dando paso a colegas más jóvenes, a la par que se les asiste. Obviamente en disciplinas científicas distintas pueden existir hábitos colectivos diferentes, aunque en términos generales así funcionaban las cosas. Sin embargo, todo cambia, y en el caso que hoy nos ocupa, yo diría que las cosas van a peor. ¿Razón?: El brusco viraje de la notoriedad hacia la productividad, es decir el aludido «publica o perece» (publish or perish). El lema ya lo dice todo.

Y así algunos de ellos se resisten a “perecer” redactando artículo,tras artículo, que suelen ser aceptados para su publicación más por la notoriedad de estas viejas glorias que por la novedad de los contenidos que escriben. Tal hecho podría considerase como un mal menor cuando en términos de Thomas Kuhn, una determinada rama de la ciencia se encuentra en lo que se denomina ciencia normal. Sin embargo, cuando una disciplina entra en crisis, es decir cae en el descrédito, acosada por anomalías teóricas o su impotencia con vistas a resolver los problemas que la sociedad les demanda, surge un saldable y necesario cambio de paradigma. En otras palabras, el problema se agudiza, ya que son necesarias nuevas ideas, muchas de ellas frescas y revolucionarias. Justamente en esos momentos, Kuhn defiende que la racionalidad en la elección entre paradigmas rivales resulta ser más competencia de psicólogos e historiadores, que de los propios investigadores y filósofos de la ciencia, La historia de la ciencia muestra que tales crisis terminan resolviéndose gracias a propuestas heurísticas y transgresivas, a las que obviamente nuestros venerables popes son más que reaciosa aceptar. Y en este punto, estos últimos devienen en obstáculos, que no en dinamizadores de sus disciplinas.   

Este es el caso, por ejemplo de muchas ramas de la ciencia, como las asociadas a los recursos naturales y la agronomía (entre otras muchas). Todos somos propensos a una cierta adición a la adrenalina laboral, aunque esta pueda ser cubierta por las actividades que antes mentamos, propias para nuestras veteranas figuras, reflejo de un pasado más próspero o no. Ahora bien, entre los egos desproporcionados y la necesidad de publicar para poder seguir atesorando poder y un despacho institucional, bajo la figura de cargos honoríficos como los de Profesores o Doctores “eméritos” y “ad honorem”, uno debe tragarse artículos insustanciales, pulcros, pero totalmente carentes de ideas heurísticas. Podríais alegar que con soslayar tales lecturas,  bastaría, aunque generalmente no es así, por desgracia.

Resulta casi una norma  que, cuando se seleccionan los miembros de grupos de expertos y el más deplorable concepto de consejos de sabios se apele, en aras del criterio de autoridad a estos denominados venerables científicos». Y así sumamos ya tres problemas, egos, publicaciones, carencia de ideas y lo, peor censuras hacia casi todas las ideas frescas que realmente necesitamos.  Os expondré seguidamente un ejemplo que me ocurrió hace un año……

Como ya os comenté, un día, me encontraba en un grupo de trabajo de la FAO responsable de elaborar la agenda de la investigación internacional prioritaria en la ciencia del suelo hasta 2050. Mentar tan solo un grupo de trabajo, resulta, en este caso concreto, una sobre-simplificación, ya que fueron tres que se sucedieron cronológicamente. Los documentos presentados son enviados a un Panel Internacional. Este valora el manuscrito, detecta carencias o imprecisiones y se lo envía a algunos de estos sabios que, tras corregir algo, lo devuelven al Panel y este último al mentado grupo de trabajo, simplificando de nuevo el proceso para no aburrir al lector.   

El problema estriba en preguntarse: ¿Qué suelen hacer estos varones y/o varonesas?. Realizan algunas anotaciones, al texto y…. añaden citas bibliográficas, obviamente de su propia cosecha. Tampoco así se generarían problemas de gravedad si  las citaciones fueran correctas y relevantes. Pero lamentablemente no es así. Con abrumadora frecuencia, apelan a una de esas publicaciones personales recientes, carentes del menor atisbo de originalidad, por mucho que añadan referencias de estudios recientes que han llevado a cabo otros. Luego, releerán el documento y se dirán así mismos, “qué bueno que soy, tras tropecientos decenios, sigo haciendo investigación de vanguardia”. Empero generalmente las ideas vertidas ya lo fueron previamente por otros colegas, que son los que realmente merecerían ser citados, si nos atenemos a una saludable y generosa buena praxis científica.  Y así cuando finalmente la FAO y la ONU aprobaron finalmente el documento, este se encuentra gravemente castrado en todo lo concerniente a la creatividad, pero repleto de citas espurias, que subversivamente pasan por esenciales, en las que aparecen estos ancianitos, como si su creatividad no fuera afectada por la edad.

Francamente considero que todo ello resulta ser reprobable y contraproducente. Los científicos de avanzada edad están para lo que están, salvo excepciones que confirman la regla, y no se trata precisamente de temas que debieran contemplarse como peccata minuta. Su papel en la ciencia sigue siendo importante, pero no hasta el punto de convertirse en un nuevo estilo de gerontocracia, como el que os he mostrado, que entorpece el progreso o cambio en una disciplina.

Afortunadamente, mi apego a los cargos brilla por su ausencia. A lo largo de mi ya dilatada carrera científica, he renunciado a muchos y rechazado más desde el principio, ya que te obligan a separarte del genuino quehacer científico («investigar») y no sirve de mucho, por no decir para nada de nada, que no sea alimentar un zafio ego. Os aseguro que cuando llegue la hora de ni jubilación, que espero se encuentre cercana, si nuestras autoridades no deciden lo contrario en pro del ahorro en pensiones, en el mejor de los casos me dedicaría a alguna de las actividades propias de mi edad, es decir como las que os he comentado, o escribir en esa bitácora. El tipo de ególatras que detecto no hacen más que prolongar su agonía por cuanto el progreso de la ciencia, tarde o temprano, borrará de la historia a casi todos nosotros, y el puñado de los que permanezcan no serán recordados precisamente por esas últimas publicaciones basura en su infructuosa y desesperada lucha por pasar a los anales de la historia de la ciencia, algo que no se encuentra en sus manos, sino en las del colectivo de los jóvenes científicos que nos reemplazarán.

Sigo enamorado de la ciencia, aunque no de la actividad científica actual, preñada de ejemplos como este, que me dan mucha pena.  

Juan José Ibáñez    

En busca de un pueblecito para pasar plácidamente los últimos años de su vida, si Dios o los hados se lo permiten       

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5 comentarios

  1. Juanjo me temo que puedo diagnosticar que tu afección crónica de investigar y pensar por tu cuenta es incurable, afortunadamente para que otros chiflados no estemos solos.
    Según mis cuates «ociologos» oficialmente sociologos dicen que los lideres terminan siendo caciques o sea gerontócratas y no observo en tus escritos algun sintoma que lo indique. Disculpa el calificativo de lider, porque puedes considerarlo peyorativo, pero en tu caso no necesito practicar un diagnóstico diferencial y brindo por ello.

  2. Muchas gracias Régulo. Inmerecidos elegíos. Yo no pretendo ser líder de nada. tan solo deseo compartir con vosotros y los ciudadanos en general mis conocimientos, ya que sois vosotros los que me pagáis un salario para vivir de la actividad que más me gusta.
    Un abrazo
    Juanjo

  3. Juanjo tengo la impresión, que los sumos sacerdotes del objetivimmo, generalmente gerontocratas y algunos muy prematuramente, tienen sus raices en le tomismo porque:
    Para Tomás de Aquino siguiendo a Aristóteles, en tanto vivencia no importa el contacto con la naturaleza en lo más mínimo. El escribe con la misma asepsia, cuyo extremo es volver pecaminoso el cuerpo humano, que pasó de dogma religioso a ideología.

  4. Excelente nota; gracias por este blog,realmente me ha abierto mucho la cabeza para pensar no sólo los temas específicos de suelos sino sobre la ciencia en general.

  5. Muchas Gracias Julieta. Esa es nuestra intención. Otra cosa es que lo consigamos siempre.
    Saludos cordiales
    Juanjo Ibáñez

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