Los Disparates de los Sacerdotes de la Ciencia y el Horror de un Edafólogo Radio Oyente: Un Cuento para el Fin de Año

Los Disparates de los Sacerdotes de la Ciencia y el Horror de un Edafólogo Radio Oyente (Un Cuento para el Fin de Año)

 

Hoy cambio radicalmente de estilo. Aunque sea un poco tarde os deleitaré con un cuento de navidad y una novela de ciencia ficción. Todo a le vez. ¡Quien da más!. Hoy dejaremos los suelos, ya que como veréis, no tienen cabida en el futuro de la humanidad.  Los edafólogos no tenemos cabida, y con razón. Así que comencemos.

 

Hace unos pocos meses, al levantarme y desayunar conecté la radio, como suelo hacer cotidianamente. En mi emisora favorita un experto explicaba que gran parte de los desastres ambientales y la sobreexplotación de los recursos naturales eran consecuencia de la creciente presión demográfica sobre unos bienes limitados. ¡Correcto!. No podemos seguir el lema de «crecer y multiplicaros» a pies juntillas, por mucho que los líderes de muchas religiones monoteístas perseveren contumazmente en este sentido. Ellos debieran ser también considerados como corresponsales de muchos desastres humanitarias, mal que me duela poner el dedo en la llaga sobre este escabroso y espinoso tema. No quiero ofender a practicante alguno con independencia de la religión que profese. Ahora bien, las contradicciones no solo afectan a la ciencia, por mucho que, personalmente enfatice sobre esta y los políticos en la weblog. 

 

Mientras continuaba mi tarea de aseo personal, el locutor sacó a debate otro apasionante tema. Comenzaron a entrevistar a un biólogo molecular español y, ante mi asombro, el iba a hablar sobre los límites de la ciencia para conseguir la inmortalidad. Cuando el investigador de marras espetó que la inmortalidad estaba a nuestro alcance me tragué de golpe el colutorio con el que me enjuagaba la boca (menos mal que no había llegado al hilo dental; igual me estrangulo involuntariamente; ¡uno menos!). Lo que no mentó fue el estado físico que disfrutaríamos o padeceríamos.  Me temo lo peor: Los «Robocops« están al caer.

 

¿Ciencia para la sociedad o ciencia desequilibrada y desequilibrante? Todo apunta a lo último, no a lo primero. Sin meterme en disquisiciones trascendentales, el miedo a la muerte es algo que afecta a la mayoría de los «mortales». Ahora bien, analicemos los dos temas conjuntamente.

 

Me parece a mí que existe un sinsentido tremendo si acoplamos ambas cuestiones.  ¿Un mundo superpoblado, sin coto a la desenfrenada tasa de natalidad en los países más pobres, y repleto de inmortales en los denominados desarrollados? ¿Como cabríamos?, al margen de otras disquisiciones bizantinas. Empero dada mi fe en la ciencia y en los biólogos moleculares, pronto se tranquilizó mi espíritu atormentado y algo claustrofóbico, tras imaginarme en medio de esa inmensa masa de carne tridimensional dispuesta en capas (unos encima de otros, pero no en el sentido que se imaginan algunos, ¿vale?) que rodearía en capas la faz del planeta y calcular en cual de estas últimas me tocaría vivir o subsistir. Obviamente habría que buscar una solución que pasaría por las manos de estos científicos. Era sencilla. ¡Que torpe soy!, seguro que lo habrán pensado ellos. Disminuir de tamaño, he aquí la cuestión. Con toda seguridad pensé, estos serán capaces de hacerlo. «Mutatis mutandi» llegamos una vez más a convertir en realidad nuestras fantasías.  Si los gnomos no existen aún, nosotros les daremos vida. Son el futuro de la humanidad.  Pero esta vez no estamos hablando del visionario Julio Verne, reconocido por todos, sino de otro clásico menos adorado (o recordado) por los científicos. Me refiero a Jonathan Swift y su afamada obra «Los ¡viajes de Gulliver!.  ¡Pues va a ser que sí!. Unos tienen la fama (Julio) y otros cardan la lana (Jonathan). Veamos lo que nos dice Wikipedia de esta inmortal obra.

 

Los viajes de Gulliver (1726) es una novela de ficción satírica de Jonathan Swift. Presentándose como el «Dr. Lemuel Gulliver«, pretendió divulgar sus viajes en los que se encuentra con una serie de culturas extrañas. Este estilo literario de la divulgación de viajes era común en ese entonces, incluyendo la invención de culturas extrañas y «salvajes», diseñadas deliberadamente para remover las conciencias de los británicos de la época. El viaje a varias naciones lejanas del mundo del capitán inglés Lemuel Gulliver, se toma a veces como historia para niños. Sin embargo, se trata de una de las obras de sátira política más importantes de la historia. Anticipó muchas discusiones actuales sobre la filosofía de la ciencia, la búsqueda de la inmortalidad humana, y los derechos de los animales. (Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Los_viajes_de_Gulliver)

 

«Ostras Pedrín». ¿Veis como no estoy demenciado? (eso si, ya falta menos). El destino de la «Madre Gaia» es devenida en Lilliput(andia) y nuestro futuro ser liliputienses, o gnomos, para los amantes de otras mitologías. Otro héroe para la galería de nuestros expertos en las ciencias «ficción» de la vida. Eso sí liliputienses tipo «robocop» (dejemos también que intervenga la «nano» tecnología, no se van a llevar toda la gloria los biólogos). Cuidado (..) como se puede leer al final de la frase ¿Y que pasa con los animales; y con las plantas? ¿Cabrán en un mundo tan aprovechadito en lo que a los términos espaciales se refiere? Ya me he metido en otro lío. Con los amantes de las sociedades protectoras de animales he topado.

 

Pués si,   Jonathan Swift y su monumental obra «Los Viajes de Gulliver» podría ser el libro de ciencia ficción más visionario que jamás se halla escrito. Ahora me quedo mucho más tranquilo. Mientras tengamos a los biólogos moleculares a nuestro lado, siempre habrá un destino para la humanidad, aunque sea pequeñito. Los líderes religiosos no tendrán ya que defender sus dogmas contra una masa enfurecida de científicos ateos. Estos últimos, los sacerdotes de la ciencia, no se verán obligados a rivalizar con los de otra guisa.

 

¡Jesús! Que alivio. Todos contentos. Tranquilizar vuestros espíritus atormentados por temas existenciales. Seremos inmortales. La Madre Gaia tiene lugar para albergar en su seno a todo lo que a nuestra imaginación se le antoje. Esta claro que la ciencia tienen una racionalidad y un destino. Me había equivocado. Perdón.

 

Feliz año chicos

 

Juanjo Ibáñez (un canijo atormentado por el destino de la humanidad)

Feliz noche vieja.

 

 

Poscriptum: La edafología en el Mundo de Lilliput

Aturdido, nuestro impresentable administrador se fue a pasear por Madrid. Las calles se cerraban camino de un nuevo año. Embelesado por lo descabellado de su relato y la irracional racionalidad de su viaje Gulliveriano, Juanjo reflexionó: ¿Cómo sería la edafología en un Mundo «Lilliput». Todo dependía del tamaño de los objetos de aquel universo onírico. Imaginó un escenario: el resto del planeta permanecería igual, siendo tan solo sus humanos los que reducirían su tamaño. Al fin y al cabo era más económico para los biólogos moleculares (aunque también frenaría su publiquitis: convertir toda la biodiversidad en miniaturas daba más juego a su irrefrenable obsesión por la cantidad de papers, en caso contrario (.)).  En tal lugar de ensueño una familia vegetariana podría quizás alimentarse un día con una sola lechuga y un tomate. Asumiendo las relaciones alométricas del tamaño-metabolismo del cuerpo, obviamente se dispondría de más recursos alimenticios y de todo tipo. De acuerdo a   la descripción de Jonathan Swift, los liliputienses poseían un tamaño corporal a 1/6 de la media actual. Aterrorizado Juanjo Pensó que su trabajo en la Weblog se venía abajo estrepitosamente. Veamos porqué.

 

La FAO tendría razón frente a la USDA. Muestrear a un metro de profundidad sería convertiría ya en una tarea tan titánica, algo así como analizar el sistema suelo-regolito con nuestra estatura actual. Su gozo en un pozo, ya que la USDA defiende hacer uso de los dos metros en la clasificación y el aún quiere más. 

 

Los Recalcitrantes geoestadísticos y los defensores del paradigma de la calidad del suelo saldrían victoriosos frente a los que como él sostienen que analizar los 20 cm. superficiales es castrar el estudio de los suelos. 1/6 de un metro equivale más o menos a 17 cm. Y son únicamente los 10 o 20 cm. superiores de los solum los que interesan a esa panda de bandidos mercenarios. Sondear el regolito hasta la capa freática requería el auxilio de escaladores avezados.  Existen regolitos de hasta 10 o 15 metros de espesor (incluso más). Tal tarea devendría geología «bastante» profunda.  Resumiendo, sus retractores tendrían dimensionalmente la razón. Año nuevo, nueva línea de investigación. Debía llamar a Antonio López Lafuente con vistas a reunir lo antes posible al gabinete de crisis. Había que reformar todo y defender la idea calidad de suelos o desaparecer para siempre del mundo de la ciencia. Ya oía virtualmente a sus detractores reclamando que su weblog fuera suspendida de inmediato. Sudores fríos comenzaron a bañar su cuerpo hasta que, al dar marcha a tras en sus razonamientos, una idea precedente le reconfortó acerca de las posibles maniobra de los biólogos en esta dirección. Jamás se atreverían a llevar a cabo tal empresa, a un presuponiendo que fuera científicamente viable. Los «moleculares» jamás propondrían algo así. Preferirían seguir publicando, para lo cual deberían reducir el tamaño de todo ser viviente, y tan solo sabemos que son muchos millones de especies. En caso contrario ¿Qué iban a hacer? Si pararan de publicar se acabaría su imperio.

 

Unos gritos en la calle despertaron a Juanjo, dormido ante el televisor en su mecedora. Debía haber llegado el año nuevo. ¡Uf!. Que pesadilla. Afortunadamente comprendió que todo era un sueño. Pero de aquellos insensatos se podía esperar todo.  Envalentonado por su magnifica talla de 165 cm, nuestro administrador pensó sabía y concienzudamente: En este mundo cruel nada es verdad ni es mentira, todo  depende de la talla del que mira. Y se quedo tan pancho al deleitarse con su insuperable talento.

 

Féliz año nuevo y no se os ocurra quedaros en casa solos. Fijaros lo que puede ocurrir.

 

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Un comentario

  1. […] éticos y deontológicos claros y precisos. Y por esta razón, aunque no gusta a los modernos “Sacerdotes de la Ciencia” he publicado diversos post al respecto, muchos de los cuales se encuentran incluidos en nuestra […]

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