Modelos Conceptuales y Representaciones del Sistema Suelo 9: El Suelo Como Biomanto

Modelos Conceptuales y Representaciones del Sistema Suelo 9:

El Suelo Como biomanto (acepciones fuerte y débil)

 

 

En los últimos años, el vocablo de biomanto comienza a utilizarse en ciertos contextos para referirse al suelo. Este administrador ha albergado serias dudas si incluirlo o no como una nueva representación del sistema edáfico. Finalmente he optado por tratarlo como tal, con ciertas reservas.  Más aun, la palabra biomanto, aparece en la literatura científica con dos acepciones claramente diferenciadas. La primera pretende considerar al suelo como un ente vivo, mientras la segunda lo hace desde la perspectiva del continuo suelo-regolito. Seguidamente analizaremos tales cuestiones.

La concepción del suelo como un ente vivo o biomanto,  aparece frecuentemente asociada a estudios sobre agricultura orgánica y/o ecológica. Muy a menudo se relaciona con las aproximaciones del tipo de la calidad del suelo y/o de la denominada salud del suelo. Incluso en algunos escritos se hace referencia a «suelos buenos» y «suelos malos«. Esta acepción de biomanto la denominaremos representación fuerte, en contraste con que abordaremos después. 

 

Concepción Fuerte de Biomanto

Desde un punto de vista científico, la representación fuerte nos parece un absoluto disparate, por muchos que ciertas asociaciones de científicos la den acríticamente por válida. No se trata ya de antropocentrismo, sino de impregnar al suelo de vida y tratarlo desde un punto de vista sanitario. Los suelos no son organismos vivos, no estas «malitos» ni «saludablemente gorditos». Se trata de una terminología impropia desde cualquier punto de vista.  No hay duda que nos retrotraemos a una filosofía decimonónica promulgada por el famoso filósofo Henri Bergson:París, 18 de octubre de 1859 – + París, 4 de enero de 1941). Escritor y filósofo irracionalista francés

 

La fisolofía de Bergson puede encontrase en su obra «La Evolución Creadora» (L’évolution créatrice 1907). Este autor y su idea de «elan vital» o «aliento vital» parece impregnar esta representación fuerte del suelo como biomanto. Seguidamente, exponemos, por citar tan solo un ejemplo, una frase extraída de Internet que refleja esta concepción no científica del suelo.

 

«El suelo, como nuestro cuerpo, es un organismo vivo, con la diferencia de que sus «órganos» no están alineados a lo largo de una columna vertebral. En él se desarrollan fenómenos físicos, químicos y microbiológicos esenciales no sólo para el éxito de los vegetales sino de la propia vida en el planeta. En biología, se considera ser vivo al que posee metabolismo propio; este es el caso del suelo. Podemos considerado como un ser terrestre ya que aspira oxígeno y libera gas carbónico (CO2).

 

En consecuencia, si diéramos por buena esta visión vitalista del suelo, «mutatis mutandi« deberíamos  hacer lo mismo con  otros recursos naturales, tales como la hidrosfera, la atmósfera o la criosfera, por cuanto  aguas, aire y hielos («obviamente este último en menor proporción»), están poblados de organismos. ¿A que llegaríamos? Pues a algo así como la Hipótesis Gaia en la versión dura de James Lovelock (la de Margulis, es más «digerible» para los cánones de la ciencia).  Quede claro que a este  administrador tal hipótesis le resulta sugerente y atractiva. Sin embargo, hoy por hoy, no se antoja corroborable, y por tanto no es científica. Un cualquier caso la ciencia no progresa a golpe de antropomorfismos sin sustancia. Acuñar vocablos nuevos parece ser una moda para los investigadores sin ideas. No hablaremos más de esta representación por considerarla no científica, sino filosófica, y en nuestro contexto diríamos que esotérica. En cualquier caso no se trata de desacreditar a este famoso filósofo y Premio Nóbel, por cuanto sus contribuciones son sumamente interesantes desde muchos puntos de vista.

 

Concepción Débil de Biomanto

Numerosos defensores contemporáneos que critican la concepción clásica del suelo, defendiendo la continuidad indisociable entresuelo y regolito, hacen uso del vocablo biomanto con vistas a referirse a la capa superficial de la tierra emergida que (i) sufre los procesos de bioturbación o (ii) es producto de la actividad biológica.  En este sentido no se ha alcanzado un consenso. Cada vez son más los autores que reclaman la necesidad de una nueva edafología y incluya a ambos, tales como Johnson, Paton, Humphreys, Mitchell, Ollier, Pain, Buol, Richter, Markewitz etc. Resulta clarificador que muchos de ellos trabajen en zonas geomorfológicamente muy estables (crátones antiguos) en los que suelos y regolitos abarcan decenas de metros de espesor (como por ejemplo en Australia). En cualquier caso el debate sobre la profundidad de lo que «deberíamos» llamar suelo es mucho más antiguo de lo que pudiera pensarse. Si bien las profundidades standard actuales fueron resueltas tras el paradigma agronómico que sirvió de paraguas a la edafología, Ramaan en 1928, Glinka en 1931,  Cline en 1961, ya reclamaban considerar el sistema suelo-regolito en su totalidad. Un número especial publicado recientemente en la  Revista Geoderma, vuelve a mostrar que el debate no está cerrado, y mucho menos si se consideran las demandas sociales actuales en materia de información edafológica.  Nosotros, como ya mentamos en contribuciones actuales, nos adherimos a esta proposición.

 

Sobre los regolitos tan solo comentar que tienden a estructurarse en horizontes o capas cuyo número, propiedades y descripción muestran palmariamente la existencia de regularidades y la posibilidad de abordar predicciones.  En otras palabras se pueden elaborar modelos predictivos. Eso si, todo apunta a que conforme se desciende en profundidad, estas estructuras horizontales tienden a ser más gruesas. Como ya comentamos con anterioridad, algunos edafólogos han realizado propuestas con vistas a la descripción global del sistema suelo-regolito que no afecta a las ya existentes para los dos metros superficiales que detallan las clasificaciones tradicionales.

 

La cuestión a preguntarse aquí es si esta visión ya ha sido contemplada en modelos precedentes o no, por lo que debe considerarse nueva. Obviamente la concepción fuerte es nueva, mientras que albergamos dudas a cerca de esta (la débil), por cuanto una cuestión es concebir una nueva edafología que comprenda el sistema suelo-regolito y otra «relativamente» distinta la visión biológica, y quizás ecológica esta entidad suelo-regolito. Cada vez existen más evidencias de que tanto los seres vivos, como las estructuras resultantes de su actividad, sobrepasan con creces los límites tradicionales abordos por la edafología actual.

 

Juanjo Ibáñez en su lucha contra los conceptos antropocéntricos en ciencia

 

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5 comentarios

  1. Efectivamente, el pensamiento filosofal de algunas corrientes modernistas erran al salir de lo meramente tecnico.

    Es mas la agricultura organica / ecologica que debe estar basado en el equilibrio natural de suelo como sosten de cosechas sostenibles, se basan en normas que los expertos en agricultura organica radicalizan su ignorancia del suelo y creen que otros componentes son mas importantes.

    Casi todos los programas organicos en cafe en el Peru trabajan con un pesimo manejo del suelo y con tecnicos que conocen tanto de suelo como un pintor de astronomia.

  2. como sabemos el suelo es un organismo vivo por lo q acoje y permite desarrollar a los seres vivos asi com las plantas , microorganismos biologicos q ayudan a mejorar la vida de los suelos ,pero:¿cual seria la diferencia de las tres regions naturales asi como la costa ,sierra y selva la vida de los suelos o biomato.

  3. creo q todo esto esta muy interesante nunca abia oido ablar sobre eso pero como se ve esmuy interesante

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