Régulo León Arteta

 

Esta colaboración la escribo en el cacaraqueado Día de la Tierra, que por cierto ha pasado sin pena ni gloria entre nuestros políticos, excepto desde luego en sus verborreicos discursos. Porque como vimos en la colaboración anterior, los poetas y los filósofos, parecen haber pregonado en el desierto.

 

Por eso resulta importante la experiencia de

 

“un entusiasta joven del Servicio de Extensión Agrícola de la Universidad, que visitaba las granjas agrícolas con el propósito de vender un nuevo manual sobre conservación del suelo y nuevas técnicas agrícolas, entabló conversación con un viejo granjero que estaba trabajando en el campo con una herrumbrosa grada. Después de pronunciar un cortés y brillante discursito, el joven le preguntó al granjero si le interesaba adquirir el libro, a lo cual contestó el anciano:

 

Hijo mío, no trabajo la tierra ni la mitad de bien de lo que ya se hacerlo.

 

 

 

Antonio Gramsci hacía bien lo que sabía hacer: pensar.

Omar Montilla

 

Esta experiencia la concluye Harris (1983) en I´m OK you are OK,

 

 “¿Porqué la gente no vive ni la mitad de bien de lo que sabe como debiera vivir..?..

 

Aquí se resumen dos inquietudes obvias, cuando menos, una particular para los directamente involucrados en el cuidado de los suelos y otra de manera general para el resto de la humanidad.

 

En ese mismo tenor Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo afirmó que: “La vida humana es eminentemente una vida psicológica” y lo ratifica. Así, “El hombre formado en la lucha con el exterior, al mirar dentro de sí, se le nubla la vista y padece vértigo”. El cual tiene como alternativa el “vivir a la deriva atenidos a las superficiales vicisitudes de cada momento, sin buscar una rigurosa y cumplida orientación en los rumbos de la historia”, además considera que “La cultura se ha objetivizado, se ha contrapuesto a la subjetividad que la engendró”,

 

Antonio Gramsci (1891-1937) en: “La política y el estado moderno opina que lo objetivo es la subjetividad más objetivada y universalizada concretamente. “La cultura sólo pervive mientras siga recibiendo el flujo vital de los sujetos, cuando este se interrumpe, la cultura se seca y se bizantiniza”, concluye Ortega y Gasset.

 

Una de las formas más generalizada de difundir el conocimiento y evaluar la investigación, son las publicaciones. Pues éste afán objetivista trasciende hasta las publicaciones científicas, que exigen se escriba en tercera persona. Donde se da mayor valor a lo publicado en inglés y en el extranjero. Además sobresale en ellas el virus de la publicitis, que sacrifica la elaboración de trabajos de calidad en aras de la cantidad. Aunque oficialmente promovido, es un lujo insultante en países en desarrollo como México. Este ha sido el contexto de la investigación científica en nuestros países. Convendría probar alternativas que atiendan a las necesidades sociales nacionales, pero para eso se necesita la voluntad política, que de hecho no ha trascendido más allá de las declaraciones periodísticas. Además en este rubro, sería interesante considerar propuestas tales como es en la lingüística descriptiva (Chomsky), una alternativa a la lingüística prescriptiva o tradicional.

 

La lingüística descriptiva simplemente concierne a cómo hablan los seres humanos, tratando de explicar el fenómeno. En la lingüística descriptiva existe el término regla, pero se define de una manera diferente a lo que la mayoría de la gente piensa: para la lingüística, las reglas son «descripciones generales de las relaciones sistemáticas de una lengua». Se pueden romper o violar las reglas y la «sanción» es la falta de comunicación. En nuestro caso, pudiera ser la relación con la naturaleza o la tierra, dependiendo de las condiciones ambientales locales. Debido a que también por diversas causas entre ellas nuestra ignorancia, rompemos las reglas y lo que provocamos es deterioro de los ecosistemas entre ellos a la tierra, poniendo en peligro además de nuestra comodidad, la propia existencia. Esta propuesta puede parecer extraña, pero ¿Acaso tenemos principios particulares, para el aprovechamiento de los suelos a nivel regional? mucho me temo que no. Pero es indudable que existen y nuestro deber es buscarlos. Si bien en disciplinas como la agronomía o sea la aplicación de las leyes de la tierra, casi nunca se repara en este significado y lo que es peor, son menos las leyes que se conocen que las que parecen existir.

 

 

 

Hans Reichenbach Profesor de

Filosofía en UCLA,  1938-53

 

Otro extremo para Reichenbach (The rise of Scientific Philosophy) a sido “la completa matematización del conocimiento, <de donde> surge el deseo de encontrar una absoluta certeza para las leyes de la naturaleza. Gramsci considera que no es más que “reducir una concepción del la historia en el bolsillo”. De esa corriente del pensamiento, con las variedades “mejoradas” y los agroquímicos nació la productivista Revolución Verde. Conviene enfatizar que los últimos y la programación lineal que fundamenta el productivismo son materiales bélicos.

 

 

 

Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz 1970,

por su contribución la Revolución Verde.

 

Dicha revolución es considerada por el Consejo Alemán para el Cambio Global, como un Síndrome de deterioro de los Suelos. Esta “revolución” provoca entre otros destrozos, la dependencia absoluta del agricultor de los insumos industriales y mayor consumo de petróleo. Además de entregarlo más inerme a las desnaturalizadas especulaciones de las bolsa de valores y prácticas dumping. La Revolución Verde también favorece la erosión genética o sea la pérdida de variedades locales de maíz, oficialmente y erróneamente llamados “criollos” y de remate deja la contaminación ambiental. En el ámbito personal, detrás de esta Revolución esta el racionalismo, cuya razón psicológica, es la búsqueda de la certeza. Así Freud, considera al racionalismo como un mecanismo de resistencia, ante la posible confrontación con la verdad. Inclusive, Fred P. Miller, Past President SSSA, en Agronomy News october 1981, se pregunta: Soil Science: should we change our paradigm? (“Ciencia del Suelo: ¿deberíamos cambiar su paradigma?”)

 

Porque quizá olvidemos, finaliza Reichenbach, que: “Lo que hace a la vida digna de ser vivida es la pasión”. Además “El racionalismo es una propensión emocional hacia un mundo de imaginación, un descontento con la realidad física que surge de motivos no lógicos y que debe curarse por medios no lógicos”. “Ir mas allá de lo observable por medio de la inferencia científica, es el método legítimo del empirista. <buscando> la experiencia de la satisfacción emocional que deriva del control de las cosas observables y la correcta predicción de su comportamiento. Pero algunas veces requiere la intervención del psicoanalista”.

 

Por otra parte esta propuesta aunque parezca aún antropocéntrica, lleva implícitos muchos compromisos y uno de ellos es el de tomar en cuenta nuestra interdependencia, hasta ahora muy parcialmente entendida, tanto de los llamados recursos minerales, como la de los otros seres vivos. Significa revalorizar nuestras concepciones cosmogónicas y para algunas personas las teológicas. Esto puede presentar algunas dificultades en nuestra sociedad narcisista, donde nos disociamos de los más altos valores humanos. Así la dignidad, la integridad y el respeto por la vida, que incluye la importancia de nuestros lazos con la naturaleza, son suplantados por la acumulación de poder, aún a costa de nuestra propia salud.

 

Ello nos ha llevado a aceptar sin importarnos la cotidianeidad de los latrocinios legalizados y hasta el genocidio. Quizá convendría reconsiderar, al menos en forma personal, dos propuestas de los movimientos sociales del 68: «Sé realista, pide lo imposible» y «La imaginación al poder». Una referencia interesante es el ideal azteca de la educación In ixtli in yolotl o sea con el cerebro y con el corazón. Dado que aún en la dominante cientificista cultura europea, autores como Don Miguel de Cervantes, hablaban ya de «nuestra primera madre».

 

 

 

Imagen moderna en el Cerro del Tepeyac, México D. F. donde

se suplantó el lugar de adoración prehispánica de la TONATZIN.

 

Ello desde luego sucede quizá inconscientemente, en casi todas las tradiciones indígenas americanas, la Pacha Mama de los andinos, Isaclech de kis apaches mezcaleros o como Tonatzín (madrecita, apócope de Tlatonatzín=madrecita tierra) de los nahuatlatos, pero que en las asépticas investigaciones es ignorada. Al menos, el cambio de términos como manejo de suelos por el de “respeto” al suelo, sea menos antropocéntrico y nos acerque a la convivencia.

 

Régulo León Arteta

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2 comentarios

  1. Estimado Emilio, gracias por la invitación, por favor hacedme el honor de incluirme en vuestra lista. También te agradeceré si es posible me tengas al tanto a mi dirección electrónica.

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