¿Cuál es la diferencia entre ellas?. Cuando dividimos nuestros conocimientos científicos en clases, solemos utilizar una categorización que segmenta un continuo en entidades discretas. ¡Lógico!. No hay otra vía que nos conduzca a elaborar clasificaciones. Empero tal taxonomía de las ciencias se sustenta sobre cimientos muy endebles. Más aun, lo que hoy se considera blando mañana puede ser duro, si tales disciplinas progresan adecuadamente. Por lo tanto, debemos ser  muy cautos a la hora de basar nuestros juicios en tales constructos mentales. ¿Pero de que hablamos?

Generalmente, suele hablarse de ciencias duras para referirse a las matemáticas y la física, debido a que tradicionalmente han logrado alcanzar un alto grado en la formalización matemática de sus teorías, así como un gran poder predictivo, “en general”. Por el contrario, las denominadas ciencias blandas se encuentran en un estado de desarrollo que no ha dado lugar “aun” a tales logros. Y aquí entran tanto las ciencias experimentales, como las sociales y las denominadas humanidades. Sin embargo, obviamente, hay grados de dureza-blandura dentro de las diferentes disciplinas de una misma ciencia, lo cual suele pasarse por alto.

A las Ciencias duras le seguirían las químicas y biológicas, por su grado de “madurez”. Estas dan lugar a constructos teóricos que “suelen” ser más fáciles de corroborar-refutar que los de otras disciplinas. Pero cuidado, no generalicemos tan apresuradamente. Las subdisciplinas llamadas históricas (como la paleontología, geomorfología, etc.), por ejemplo, son más blandas que las que permiten experimentación y replicabilidad, generalmente haciendo uso de diseños experimentales de laboratorio. La historicidad” siempre acarrea problemas de diferente índole. Aunque también se dan otros, como la complejidad del objeto de estudio, desde diferentes puntos de vista. Sin embargo, considerarlas como “menores” se me antoja un desatino y un agravio comparativo. Son así debido a que, hoy por hoy, no se pueden soslayar sus incertidumbres implícitas. No se trata de que los  practicantes de las mismas sean necesariamente más chapuceros, sino que se enfrentan a retos mucho más complejos, desde el punto de vista del método científico.

Una advertencia. No debemos confundir el empleo de modelos de simulación numérica en algunas ciencias históricas con formalización teórica, aunque con tal aserto no deseo descalificar tales herramientas. Simplemente, una simulación, no da lugar a una teoría más rigurosa hasta que se teste y corrobore con otro tipo de datos, la validez de sus premisas.

Y el furgón de cola suelen colocarse a las ciencias sociales y las humanidades. Tal hecho no debía atesorar connotaciones negativas ni positivas, aunque en la práctica si las hay, y ese es el problema.

Y resulta que los propios investigadores formamos parte del problema, que no de la solución, como también los gestores de nuestra política científica.

Por término general, ha existido un desprecio, o al menos complejo de superioridad, de tipo gradual, desde los altares de las ciencias exactas hasta los suburbios de las sociales y humanidades, estando las ciencias experimentales e históricas (en el sentido dado al vocablo para la paleontología, con anterioridad) en lugares intermedios.

Sin embargo, tal jerarquía se ha roto, desde que nuestras autoridades priman la práctico frente a lo teórico, la ciencia aplicada ante la básica. Y así, algunas ramas desarrolladas por los químicos y biólogos (como es la biología molecular, etc.) se han zafado (con razón o sin ella) de ser tachadas de “más blandas que otras”, para codearse e incluso considerarse más valoradas que otras ciencias objetivamente duras. Tal hecho no ha sido el resultado de “hacer justicia”, sino del caos imperante en formalizar adecuadamente la jerarquía de las ciencias. No obstante, lo mismo no es cierto con las humanidades y ciencias sociales.

Seguimos pensando que las CC. Sociales y las humanidades son materias de segunda categoría, por lo que su relevancia social se minusvalora. En mi opinión, se trata de un craso error. Así, por ejemplo, las ciencias éticas deberían atesorar mucho más reconocimiento, tanto más en un mundo en donde tales valores se están perdiendo a pasos agigantados. De aquí las crisis económicas, el incesante aumento del fraude científico, la mala praxis industrial, entre otras repercusiones. Por otro lado, la filosofía y sociología de la ciencia, resultan vitales con vistas a que los propios investigadores entiendan las reglas y el valor del método científico. Por ejemplo, muchos biólogos alardean de la “Teoría Neodarviniana de la Evolución”, empero resulta que esta no cumple los criterios necesarios para ser considerada como una teoría científica desde un punto de vista formal. De haber estudiado algo de las disciplinas mentadas, debieran ser más humildes y reconocer que les queda mucho por aprender de cómo trabaja la empresa científica.

Un ejemplo más, provendría de que las ciencias de la complejidad. Estas últimas han mostrado que muchos patrones y comportamientos cognitivos y sociales se asemejan sobre manera a otros naturales, obedeciendo pues a las mismas leyes. En otras palabras, el análisis del binomio natural-social, resulta ser una mina por explotar que nos deparará grandes sorpresas.

Más aún, en muchos proyectos de conservación, preservación y restauración ecológica, la participación de antropólogos y sociólogos resulta ser tan importante como la de los propios investigadores de disciplinas “más duras”, si se desea que tales iniciativas lleguen a buen puerto. Debemos entender que,  gran parte de la biosfera se encuentra, de un modo u otro, alterada por las sociedades humanas, en mayor o menor medida. En consecuencia, reconocer y rastrear tales alteraciones, así como implicar a los habitantes afectados en los comentados proyectos, no es un lujo, sino una necesidad.

Cierto es que en algunas ramas de las humanidades y CC. Sociales, sus practicantes no han dado los pasos necesarios con vistas a formalizar más rigurosamente sus constructos, o aplicar nuevas metodologías y tecnologías que hagan progresar a sus respectivas materias de indagación. Se trata de un hecho incuestionable que debe corregirse, por el bien de todos. Sin embargo, no debe hacerse uso de esta circunstancia con vistas a denostar las ciencias más blandas.

Como hemos venido demostrando en nuestras categorías “Curso Básico de Filosofía y sociología de la ciencia”, “etnoedafología y conocimiento campesino” y “Redes Complejas, Ecológicas y Sociales”  existen muchos patrones cognitivos y sociales que se asemejan a los naturales, estando determinados por las mismas leyes generales, por lo que tarde o temprano, alcanzarán el grado de madurez y rigor propio de las hoy consideramos “ciencias más duras”. Todo ello ha dado lugar a lo que eufemísticamente se denominada “guerra de las ciencias”, ya que la batalla comienza reconociéndose, apriorísticamente, que hay vencedores (cc. duras) y vencidos (cc. blandas).

Si desde un punto de vista formal, no podemos soslayar que ciertas disciplinas son más blandas que otras, también debemos reconocer que el valor que se le atribuye a cada ciencia depende de la percepción social (incluyendo las modas) y criterios de autoridad-dominación en un momento dado de la historia. No veo que razón alguna para que ciertos investigadores se jacten de pertenecer a una u otra disciplina, y se burlen de los de otras por su “blandura”. Lo único que demuestran con tal mezquino comportamiento es su propia ignorancia y un cierto grado de mezquindad. Tan aserto sería extensivo a nuestros gestores de la política científica y otros poderes fácticos.

Y en este contexto, los investigadores afectados por pertenecer al ámbito de las CC. Sociales y humanas no paran de lamentarse de tal marginación y desprecio. Juan Carlos Toscano, el 27 Enero, 2010, mostró en su blog una de estas quejas. Se trata del post titulado: Esperando la carroza o ciencia bajo custodia (escrito por N. M. Girbal-Blacha).  Empero hay miles de ejemplos como este. Y en mi opinión, se encuentran cargados de razón, al menos en la mayor parte de sus protestas.

Juan José Ibáñez

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13 comentarios

  1. Gracias, estudio psicologia y tu articulo me aclaro muchas dudas para un trabajo. =D

  2. La hipótesis parece ser que las estructuras (formas a posteriori) cognitivo/sociales siguen leyes análogas a la ecologia natural. La ecologia humana es tan científica, si no más, que las ciencias duras, no sólo la complejidad de su campo de estudio, sino que el método analitico cuantitativo causal predictivo no se aplica aqui, sino un método cualitativo dialéctico, no meramente semántico, sino verificable por matematicas otras que las concidas, como decia Russel, necesitamos revisar los fundamentos a priori de las matemáticas, o meta-matemáticas.

  3. Muchas gracias, yo también estudio psicología y este articulo fue muy esclarecedor.

  4. en lo particular el articulo trata de concienciar a las perosnas de la existencia de estas ciencias y sus categorias, a lo que entendi el autor en este articulo trata de dejar en claro que las ciencias duras no so inflexibles y cuentan con una complejidad a contrario de las blandas las cuales pueden modificarse y ser flexibles

  5. las ciencias blandas no le llegan ni a los talones a las ciencias duras. Esa es la verdad, duela a quien le duela.

  6. Peter, Peter, eso no son argumentos, sino opiniones gratuitas, dogmáticas y dictatoriales. Duela a quien duela a ti desde luego no te va a doler la cabeza con tan sesuda como inapropiada reflexión, que ya desmiento a mis alumnos el primer día de la asignatura sobre «metodología de la investigación científica» ¿verdad?.
    Ciao
    Juan José Ibáñez

  7. Hans Reichenbach en la Filosofia de la Ciencia dice que todo el dogmatismo de la teología existe cuando se considera como infalible al metodo científico.

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