Ya hemos comentado en numerosos post (ver Categoría “Degradación de Suelos: Contaminación”) como los antibióticos desprendidos al medio ambiente por el hombre generan serios impactos ambientales y potencian que los microorganismos adquieran resistencia frente a los antibióticos, lo cual es un tema de salud pública de la mayor gravedad. Resulta harto frecuente que los residuos de  las granjas industriales contengan considerables cantidades de tales fármacos, por cuanto se les suministra a los animales con la alimentación. Tal hecho genera la contaminación de suelos y aguas, así como la disrupción de las cadenas tróficas de las comunidades de microorganismos edáficos responsables del reciclado de nutrientes y la materia orgánica, lo cual afecta negativamente a todo el ecosistema. Investigaciones recientes constatan que los setos vivos entre parcelas reducen drásticamente la contaminación por antibióticos.

Setos vivos (Normandía, Francia): Disminuyen la erosión, favorecen la infiltración del agua

Setos vivos en Normandía (Fracia). Fuente: France: Firts Mission

Sabemos que los setos vivos son muy útiles con vistas a frenar la erosión hídrica y eólica de los suelos, al actuar como “trampas de sedimentos”. Del mismo modo, reducen la perdida de biodiversidad de los paisajes que los atesoran. También disminuyen las concentraciones de herbicidas que arrastran las aguas de escorrentía que contaminan suelos y aguas. Ahora, investigadores de EE.UU. constatan que lo mismo ocurre con los antibióticos que conlleva el abonado de los campos de labranza con residuos orgánicos procedentes de granjas industriales.

La mayor parte de los fármacos que se les suministran a estos animales son excretados por sus heces y orina, es decir permanecen en la propia enmienda orgánica. Al aplicarla al cultivo, estos son lavados (lixiaviados) hacia los suelos y aguas. De este modo los contaminan. Si bien, a menudo, las concentraciones en estos últimos no son “directamente nocivas para el ser humano”, no puede decirse lo mismo cuando se tiene en cuenta que estimulan la adquisición de resistencia a los antibióticos por los microorganismos que viven en ambos recursos naturales. Una vez tal proceso ha ocurrido, el flujo horizontal de material genético (por ejemplo vía plásmidos) entre las bacterias provoca que otros taxa también la adquieran la mentada resistencia, aunque no se encuentren muy vinculados filogenéticamente. Se trata de un problema de salud pública de suma gravedad, por cuanto el tiempo de efectividad de estos fármacos se puede reducir drásticamente.

Más aún, como hemos mencionado, al margen de la resistencia aludida, al entrar en contacto con las comunidades del suelo responsables del reciclado de los nutrientes de los ecosistemas, vía descomposición de la materia orgánica, alteran negativamente su estructura y composición, poniendo en riesgo el funcionamiento de toda la comunidad biológica, ya sea edáfica o aérea.

Los setos vivos, con independencia de incrementar la biodiversidad paisajística, los efectos beneficiosos previamente aludidos y mejorar la estética del paisaje, aumentan tanto la biodiversidad y actividad biológica, como los contenidos de materia orgánica bajo ellos. De este modo, resulta más factible que ciertos organismos edáficos puedan descomponer los fármacos, o en su defecto, retenerlos en forma escasamente bioactiva. Como corolario, suelos y aguas aminoran su carga de antibióticos, reduciendo los riesgos ambientales y sanitarios a los que nos hemos referido.

setos vivos en la lucha contra contaminación y erosión del suelo

Setos vivos. Fuente: The Ecology of Hedgerows and Verges

Antaño, la presencia de setos en los paisajes era la norma, más que le excepción. Sin embargo, para la agricultura industrial, que suele requerir de maquinaria pesada, estas estructuras vivas resultaban obstáculos muy molestos. En consecuencia, a partir de la década de los años sesenta (al comenzar la infamemente denominada revolución verde) se extirparon en gran medida de los paisajes agropecuarios, dando lugar a esos interminables y aburridos espacios monótonos que hoy padecemos. Ahora volvemos poco a poco a reinsertarlos debido a que, en su momento, nadie valoró su enorme valor ambiental desde numerosos puntos de vista. Abajo os dejo la noticia en Suahili.

Juan José Ibáñez

Plant Buffers May Limit Spread of Antibiotics in Animal Waste

ScienceDaily (Feb. 16, 2010) — Research by scientists at the University of Missouri Center for Agroforestry suggests that buffer strips of grasses and other plants can trap and break down veterinary antibiotics in manure fertilizers.

Buffer strips have already demonstrated that they can be effective in protecting water quality, controlling erosion and supporting wildlife around crop fields.

«That’s the beauty of it,» said Keith Goyne, assistant professor of environmental soil chemistry in the MU School of Natural Resources. «Vegetative buffers already are a recommended practice for reducing sediment, nutrients and herbicides in surface runoff. Our research is showing another benefit.»

The finding comes amid emerging concerns about the use of veterinary antibiotics in livestock farming. Thirty to 80 percent of any given dose of antibiotic may end up excreted as waste rather than absorbed by the animal, Goyne said. When manure is used to fertilize croplands, antibiotics in the manure-enriched soil may leave the farm via surface runoff and eventually end up in streams, lakes or rivers.

While the concentrations of the antibiotics appear to be too small to pose a direct threat to human health, scientists worry that the presence of these compounds in soil and water may foster the emergence of drug-resistant bacteria that could infect wildlife, livestock and people. The compounds also may harm ecosystems by disrupting communities of soil microbes, which play a crucial role in cycling nutrients and decomposing organic matter.

Earlier studies by MU scientists have shown that grass buffers in croplands can filter herbicides in surface runoff by physically trapping sediment and nurturing microorganisms that break down herbicides.

Goyne and colleagues — including assistant professor of forestry Chung-Ho Lin, professor of soil science Steven Anderson, graduate student Bei Chu, and two USDA soil scientists based at MU, Robert Lerch and Robert Kremer — have been conducting laboratory and field tests to see if buffers could play a similar role in filtering antibiotics.

In one study, the researchers collected soil samples from both croplands and grass and agroforestry buffers at three MU research farms in Missouri — the Horticulture and Agroforestry Research Center in New Franklin, Southwest Center in Mount Vernon, and the Greenley Research Center in Novelty. They exposed the samples to two common veterinary antibiotics, sulfadimethoxine and oxytetracycline.

Comparisons of soil from croplands and buffers revealed that soils from several types of plant buffers were effective at reducing concentrations of the antibiotics.

A report on the research appeared recently in the journal Agroforestry Systems. Related projects include a study at MU’s Bradford Farm near Columbia that looks at the effectiveness of three different buffer designs in reducing antibiotics in surface runoff.

The overall goal is to determine which combinations of plant species and soil types are most effective at filtering and degrading antibiotics, Goyne said.

Story Source: Adapted from materials provided by University of Missouri-Columbia, via EurekAlert!, a service of AAAS.

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