Controladores Descontrolados, Descontento Ciudadano y la Imagen de un País

El país no anda nada bien. Los especuladores financieros acechan. Se respira un ambiente de desconcierto entre la clase política y la ciudadanía. Y de pronto: éramos pocos y parió la abuela. Los controladores aéreos han perdido el control de las repercusiones de sus propios actos. Se encuentran lesionando seriamente los intereses de cientos de miles de ciudadanos, así como la propia imagen del país, en uno de los momentos más difíciles para nuestra economía en las últimas décadas. Justamente cuando nos encontramos en el centro del ojo de un huracán, y los mercados de todo el mundo nos analizan con recelo y desconfianza, se produce este acto de irresponsabilidad. No es la primera vez que los trabajadores “de lujo” realizan este tipo de maniobras en momentos calientes del tráfico aéreo (y a veces terrestre). Tampoco se trata de un endemismo. En Francia, por ejemplo, suele ocurrir lo mismo, con harta frecuencia. Ahora bien, hay modos y modos, como momentos y momentos, a la hora de plantear las reivindicaciones salariales. La ciudadanía está hasta las narices de no lograr entender que le ocurre a un colectivo más que generosamente pagado por sus consabidas estratagemas. ¿Han perdido realmente el control de sus propios actos? ¿Se encuentran en el limbo de la realidad social y económica en la que se encuentra sumergido el país? No es la primera vez, y desde luego no será la última, que ciertos grupos de intereses pierdan los papeles. Se trata de un serio problema de psicología grupal, y/o en este caso gremial, más que individual.

huelga-de-controladores-aereos-diciembre-espana-2010 

Huelga de Controladores Aéreos. Fuente: ABC

 Y es que, perdona que se lo repita: es difícil entender la conducta, y más aun las razones de estos “controladores descontrolados”. La inquietud y nerviosismo se huele en el ambiente ante las incertidumbres financieras que nos amenazan. No se trata precisamente de un colectivo que resulte simpático a la opinión pública. El gobierno, ayer (3/12/2006) militarizó el tráfico aéreo para después decretar el estado de alarma, al parecer por primera vez desde el advenimiento de la democracia, a finales de los años setenta del siglo pasado. Cientos de miles de ciudadanos han perdido la oportunidad de tomarse unas merecidas vacaciones sin previo aviso, así como su dinero. Los descontrolados no advirtieron de que se disponían a insubordinarse. Se trata de una huelga salvaje, sin servicios mínimos. Pero lo más preocupante es que casi nadie entiende la razón. Tanto los afectados, como muchos de los que observamos atónitos tal conducta les pedimos explicaciones. Y al parecer las tienen, sean razonables o no. Pero a saber cuales son las “verdaderas”. Si los militares les arrestaran ahora nadie echaría una lágrima por ellos. Por tanto ¿Qué es lo que está ocurriendo?

 O no han sabido, o no han querido explicarse, eso es palmario. Sus sueldos a muchos se nos antojan desorbitados. Ahora bien, retrocedamos en el tiempo. Las huelgas de los trabajadores del transporte (léase también la del sector de los ferroviarios, por ejemplo), en momentos que más daño pueden ocasionar, y por tanto tremendamente mediáticos, han salpicado la historia de este país, como de otros muchos ¿Resultado? ¿Se encuentran sus salarios en consonancia con sus servicios? Hasta donde yo sé ¡no! Quienes no son  responsables y tienen la oportunidad de generar estragos termina por generarlos, si no se les sabe parar los pies. Aquellos asalariados que no disponen de tal oportunidad  suelen ser más castigados en sus remuneraciones, sin que lamentablemente puedan rechistar. Esta desiderata suena a un poco fascistoide ¿verdad? Sin embargo no lo es. El objetivo de los sindicatos consiste en defender a la clase trabajadora. Y la solidaridad debería ser su santo y seña. Defender desequilibrios salariales entre sus masas no es el mejor modo de proceder. La justicia social que deberían llevar por bandera debiera ser mucho más equitativa. No se trata de discernir entre trabajadores y empresarios. Muchos de estos últimos ganan menos dinero que los “controladores descontrolados”

 la-imagen-de-los-controladores-aereos-gente-guapa-fuente-rotativo-publico

Los controladores son gente guapa. Fuente Público.es

 Como en un ecosistema, existen especies cuya desaparición no genera serias perturbaciones, mientras que de sucederles a otras, pueden colapsarse. Se trata de las denominadas especies clave. Y este resulta ser el caso. Existen colectivos que por su actividad resultan ser determinantes para el buen funcionamiento de un país. Si ellos no realizan su labor otras muchas formas de vida padecen las consecuencias. Por lo tanto suele tenderse a cuidarlas con “quizás” un excesivo esmero y cariño. Ahora bien, aquí termina la analogía. La pregunta del millón resultaría ser ¿Son tan especiales los controladores aéreos o simplemente lo es su actividad? La respuesta obvia: no se trata de individuos idiosincrásicos, sino de su rol en el seno de un sistema económico-social. Si son escasos (…..). ¿Porque lo son?. Simplemente por unos procedimientos de formación excesivamente caros y anacrónicos que ha permitido que tan solo unos privilegiados puedan acceder a el. Dicho metafóricamente, el Estado no ha sabido, o no ha querido, “ajustar la oferta a la demanda”. Y así, si son pocos y se descontrolan (….) el caos está servido. No hay un reemplazo asegurado, se permiten lujos y caprichos que otros trabajadores ni pueden plantearse, ganan sueldos desorbitados, etc. Por tanto, a la larga, al consentírseles todo tipo de prebendas se sienten especiales, casi únicos, y lo que es peor, cargados de razón.  Y llegado a este punto, no es difícil que se alejen de la realidad mundana. En otras palabras, los controladores efectivamente se han descontrolado. Empero como llevamos muchos años así, uno debe reclamar a quien ha permitido que se llegue a estos extremos que tome cartas en el asunto inmediatamente. Lo más fácil son las privatizaciones, pero no resultaba ser necesario. El papel de los sindicatos, aquí, también es determinante. Tampoco observo que desempeñen su función: buscar justicia y equidad. Ahora temen que se ponga en riesgo el “derecho a la huelga” que todos los trabajadores podemos y debemos ejercer en una democracia. Pero no es lo mismo defender lo que es justo que lo que no resulta serlo.  

 Resumiendo tanto el Estado como los que dicen defender a la masa de asalariados no cumplen debidamente su función. Hace años, personalmente sabía lo que cobraban los comandantes y las azafatas de vuelo, me informé de lo que percibían los revisores de los trenes de RENFE. Simplemente me pareció escandaloso respecto a los sueldos de otros ciudadanos que también ostentan cargos de responsabilidad, llevando a cabo una labor muy sacrificada. Hoy no podría aseverarlo, aunque dudo que tal disimetría esté cambiando en vista de lo que ganan los “controladores descontrolados”. En un país en donde no tenemos aseguradas las pensiones y en el que por lo tanto los que ya somos mayores (o comenzamos a serlo) vivimos con inquietud que va a ser de nosotros cuando estemos fuera del marcado laboral, la actitud de estos descontrolados se nos antoja más que obscena

 Los controladores alegan que sufren mucho estrés, entre otros argumentos, que se me antojan bastante vagos. ¿Es que en este país no existen otras profesiones tan estresantes? Empero ni tan siquiera resulta necesario encontrarse en un grupo de riesgo, sino de las circunstancias de cada cual en un momento concreto. Se denuncian, día tras día, numerosos casos de mobbing o acoso laboral en todos los sectores de la sociedad a causa de un capitalismo salvaje y bajo el repugnante slogan neodarviniano de le supervivencia del más apto (que muchas veces equivale a decir los más tramposos y menos escrupulosos). A mí alrededor veo como muchos de mis amigos se ven afectados por estrés y depresiones, por las más disparatadas razones. Y tal como funciona la economía globalizada este tema irá a peor. ¿Cuándo me tocara a mí?. Esa es la angustiosa pregunta que muchos de nosotros nos hacemos. La sociedad del bienestar se tambalea en los países de la opulencia. La ciudadanía tiene miedo. ¿Porque los controladores descontrolados son diferentes? Los gremios persiguen defender los intereses de un determinado colectivo. En principio, se trata de un derecho legítimo. Ahora bien, cuando lo que realmente ocurre es que viven mucho mejor que otros trabajadores y que tal posición ha terminado por convertirse en su razón de ser debemos plantearnos seriamente como reconducir la situación con vistas a evitar situaciones de privilegio escandalosas. ¿Por qué hace algunas décadas existían tan pocas farmacias? ¿Por qué el número de notarios resulta ser tan escaso? Todos estos temas se encuentran estrechamente vinculados al que nos planteamos hoy. Ciertos sindicatos profesionales (como lo es el de esta «gente guapa») no dejan de ser un escudo de un gremialismo mal entendido.

 Como niños mimados, estos controladores descontrolados han perdido la perspectiva de la crisis en la que estamos inmersos. Como niños mal criados se consideran merecedores de todo tipo de privilegios y prebendas. Lo dicho, han perdido el sentido de la realidad y al hacerlo están colmando la paciencia de todos. La economía e imagen de un país no puede estar en manos de estas “criaturas”. El Estado y los propios sindicatos deben corregir tal tipo de desigualdades entre un tipo de trabajadores y otros, así como ajustar la oferta y la demanda (en el sentido metafórico aquí empleado). No se trata de que todos ganemos lo mismo, empero tampoco de consentir una falta de equitatividad tan palmaria. Reitero que necesitamos una oferta ajustada a una demanda, así como que nuestros destinos (y merecidas vacaciones) no permanezcan en manos de unos gremios a los que todos los demás ciudadanos no les importamos un rábano.

 Y en el momento en el que escribo estas líneas los desentendidos “Papas”, se han cabreado de verdad. ¿Cómo responderán los niños malcriados? Se lo imaginan. Yo sí (…) ¿Quién sale reforzado? Obviamente el gobierno, si no le tiembla la mano.  

 Juan José Ibáñez

 Un Simple Ciudadano Cabreado

Compartir:

5 comentarios

  1. […] El país no anda nada bien. Los especuladores financieros acechan. Se respira un ambiente de desconcierto entre la clase política y la ciudadanía. Y de pronto: éramos pocos y parió la abuela. Los controladores aéreos han perdido el control de las repercusiones de sus propios actos. Se encuentran lesionando seriamente los intereses de cientos de miles de ciudadanos, así como la propia imagen del país, en uno de los momentos más difíciles para nuestra economía en las últimas décadas. Justamente cuando nos encontramos en el centro del ojo de un huracán, y los mercados de todo el mundo nos analizan con recelo y desconfianza, se produce este acto de irresponsabilidad. No es la primera vez que los trabajadores “de lujo” realizan este tipo de maniobras en momentos calientes del tráfico aéreo (y a veces terrestre). Tampoco se trata de un endemismo. En Francia, por ejemplo, suele ocurrir lo mismo, … [Seguir leyendo…] blogs madri+d Master Site Feed […]

  2. Hola Juanjo. No te acordarás ya, pero hace ya un motón de años trabajé contigo y con un antiguo compañero de facultad, Javier Domínguez Bravo, durante unos meses en Madrid, para la parte GIS de un inventario de suelos de Europa. Ayer surgió en una conversación entre compañeros de trabajo el citar esta colaboración, y al acordarme se me ocurrió buscar en internet qué había sido de tu vida y tu trayectoria profesional desde entonces. Por eso he llegado a este Blog, y justo con entradas recientes como ésta sobre los controladores aéreos, o la última en la que hablas de que teneis una presentación de un informe de medio ambiente mañana en el Ministerio. Pues bien, te mando un saludo, aprovechando que hago un pequeño comentario acerca de este tema de los controladores. Uno de mis hermanos es controlador aéreo, no de los que se desconectaron o estaban de imaginaria el día de autos, pues libraba ese fin de semana. Simplemente quería decir que muchas de las opiniones que se están dando a conocer a raíz de los incidentes llevan razón, las tuyas también, y personalmente creo que deberían haber actuado de otro modo, convocando oficialmente una huelga si era necesario, etc. Pero también quiero decir que los controladores también tienen derecho a ser escuchados y a que se les de la oportunidad de explicar cómo están y porqué han llegado a ese extremo, en el que arriesgan hasta su propia libertad. Creo que se les está juzgando sin escucharles y la propia prensa no les está dando oportunidad de defenderse como cualquier reo. Independientemente de que se consideren unos privilegiados o no, de que hayan ocasionado´muchas víctimas afectadas por la situación del otro día, etc., también hay que pensar que los derechos de los trabajadores costaron mucho tiempo e incluso vidas para que se consiguieran establecer, y se deben respetar en cualquier caso. Luego puede haber otras cuestiones que se deben discutir, privilegios que no se deberían haber proporcionado…, o que de alguna manera si pueden hacer falta, o en parte,…, el modo de actuar por parte del colectivo de controladores puede ser cuestionable, pero los derechos fundamentales de los trabajadores han de ser respetados en cualquier circunstancia, y ésto es independiente de todo lo demás que comento.
    Se debería escuchar antes para poder juzgar después con justicia y total conocimiento de causa.

    Juanjo, aprovecho para saludarte, me alegro de que profesionalmente sigas en la brecha, y cada vez mas alto. Yo no he seguido tu carrera porque me desvié de los temas de suelos o erosión hacia otras aplicaciones de los GIS algo alejadas de ello a un nivel tan específico.

    Un fuerte abrazo,

    Marisa

  3. Hola Marisa,

    Claro que me acuerdo de ti y es un placer saludarte. No voy a discutir y menos con una antigua conocida sobre este tema. Sin embargo la cuestión es la siguiente, en mi opinión. Todos los colectivos tienen derecho a defender sus derechos. Ahora bien hay modos y modos. Las huelgas se anuncian con antelación, se acuerdan unos servicios mínimos, etc. Levantarse de la silla e irse sin previo aviso «oficial» y menos aun en el momento en que se produjo el acto, hace perder la razón al colectivo y la credibilidad frente al público o ciudadanos y más aun los cientos de miles de afectados. Si todos hicieramos lo mismo esto sería el caos.

    Espero que te estés bien.

    Un cariñoso saludo

    Juanjo Ibáñez

  4. Y es que no hay motivo para discutir 🙂 Lo que acabas de comentar es el resumen, digamos, de mi mensaje extendido de ayer. Yo también he tenido polémicas en este sentido con mi hermano, no creas.

    Si, de momento estoy bien. Salvando la crisis, como casi todo el mundo y parece que voy resistiendo (sigo en el mundo del Gis, adaptándome a los diferentes rumbos por los que me conduce). Muchas gracias Juanjo.
    Intentaré seguir tu blog de vez en cuando, y retornar así un poco a temas que me gustaban especialmente (erosión, geomorfología, suelos,…). En conservación, bíodiversidad, medio ambente en general, nunca he dejado de estar, aunque haya sido a veces de forma no profesional.

    Un fuerte abrazo.

    Marisa Martínez

  5. Homa Marisa pues te invito a que hagas un cursito básico sde SIG para principiantes (muy divulgativo en el blog). Te harás famosa. Excepto en diciembre y parte de enero y el mes de Julio. Leen el blog entre 250.000 y 325.000 personas al mes, actalmente. ¿Te animas?

    Feliz navidad y también para tu hermano de mi parte.

    Un besote

    Juanjo

Deja un comentario