Es muy probable que en el mes de febrero de 2012 comience a impartir clases en un master de post-grado de la Universidad Politécnica de Madrid. Mi contribución se basará en la enseñanza del método científico y la filosofía de la ciencia. Los post escritos en esta bitácora servirán como parte del material de trabajo que deberán usar los alumnos. Sin embargo, deseaba algo más de lo ya escrito hasta la fecha. Durante los escasos periodos de reposo que  pude disfrutar en Cuba,  leí el libro escrito por el Premio Nóbel P.B. MedawarConsejos a un Jóven Científico”, recientemente reeditado por la Editorial Crítica (2011). Lamentablemente no me percaté que se trataba de una monografía un tanto antigua, traducida ya al castellano en 1988. ¡Demasiado tiempo!. Personalmente yo no se la recomendaría a los jóvenes estudiantes. Por desgracia, la sociología de la ciencia ha cambiado tanto como para que en la actualidad tales consejos y una buena parte de las recomendaciones allí vertidas puedan considerarse caducas y trasnochadas. Ciertamente otros capítulos permanecen vigentes (principalmente los finales). Empero tal combinación puede causar confusión a los aprendices de científicos.  Se debe separar lo actual de lo fósil muy cuidadosamente. Ahora bien, de la lectura de un libro tan breve emerge una lección digna de ser mentada. La actividad científica ha cambiado tanto en treinta años, como para mirar atrás y reflexionar seriamente. Por ello sí recomendaría su lectura a científicos senior. Fue justamente en el momento en el que el joven Juan José Ibáñez comenzó su carrera profesional en el CSIC, cuando Medawar redactó el manuscrito. ¿Qué primera lección puede extraerse?. Que la actividad en el seno de la comunidad científica va para atrás en muchos aspectos. Bien convendrían analizar los consejos de esos últimos e interesantes capítulos  y compararlos con la redacción de los “papers” actuales, que justamente incumplen una buena parte de los consejos de este notable hombre de ciencia. Y especialmente se lo recomiendo a los editores de revistas científicas, cada vez más interesados en las investigaciones de moda que en la buena ciencia correctamente redactada. Pero hay más, siempre hay más.

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Estudiantes en el Aula Fuente: The Lincolnite

En los primeros capítulos del libro “Consejos a un Jóven Científico”, el Premio Nóbel P.B. Medawar, nos ofrece una panorámica de la actividad científica en la que vivió. Ahora bien, recordemos que fue galardonado con tal distinción en 1960, por lo que numerosos de sus comentarios y consejos resultan actualmente cursis y fuera de lugar. De hecho, algunos pasajes me causan cierta hilaridad, al basarse en la vetusta  y super-clasista escuela de la “Royal Society” de aquellos decenios de mediados del siglo XX.  Francamente me reí mucho. Sin embargo, a partir del capítulo noveno todo cambia. Sus ataques al empirismo aun vigente, a favor del método hipotético-deductivo (el más recomendado por los filósofos de la ciencia), y especialmente las sabias razones que esgrime harían enrojecer a muchos sacerdotes de la ciencia y editores de afamadas revistas científicas. Así por ejemplo, sus argumentos para otorgar la razón a Aristóteles frente a Bacon y Stuart Mill deberían ser de obligada lectura, no tan solo por los jóvenes sino por buena parte de los científicos actuales. Del mismo modo, alerta contra el mesianismo científico y la imperiosa necesidad de una ética profesional, por desgracia olvidada o ausente en gran parte de nuestra comunidad. Hoy por hoy, la ética se hunde en el submundo mientras la religión como ciencia, aflora como un estúpido slogan por doquier.

Eso sí, algo no ha cambiado. Al parecer la arrogancia de los jóvenes investigadores tras ponerse la primera bata de laboratorio, su desprecio por la historia, su predilección por las modas e instrumentos en lugar que por los fundamentos de la ciencia, siguen vigentes. Y si sus consejos devienen en caducos, tan solo es el resultado de una actividad que ha cambado, dejando por el camino muchos sabios comportamientos para adquirir vicios injustificables.

Por tanto, a la luz de mi compromiso con la enseñanza (si llega finalmente a cuajar), así como de recordar en forma de post breves como debe entenderse la indagación científica, iniciaré una serie de post para complementar los primeros 80 de nuestra categoría: Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia, en otra que llevará el título de “Curso básico de ciencia para jovenes universitarios y tecnólogos”. Si finalmente inicio tal reto docente ,estos breves ensayos servirán tanto a mis estudiantes, como a los lectores del blog. En caso contrario tan solo lo serán para los últimos. De hecho el acuerdo es total con el Director del Master. Empero hasta que no me encuentre ante los alumnos por primera vez, la experiencia me dicta que no de nada por sentado.

Juan José Ibáñez    

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