Jóvenes Investigadores, Ciencia e Instituciones Científicas

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Academias de Jóvenes Investigadores vista con humor. Fuente: Diebetes.co.UK

A las dos semanas de terminar la carrera Universitaria entré en mi actual Institución. Aproximadamente, tres meses después  me inscribí en la Sociedad Científica que correspondía a la formación que comenzaba a recibir. Pues bien, transcurridos dos meses de ingresar en el CSIC recibí mi primera reprimenda por ser muy crítico en un congreso con las opiniones de uno de los conferenciantes. No recriminaron mis jefes, las razones  que había esgrimido (“con las que estaban de acuerdo”), sino el hecho que era demasiado Rocky para espetarlas en público. Cuando poco tiempo después discrepé en una excursión de campo uno de aquellos prebostes, respecto a los argumentos que sostenía en la mentada sociedad, volvió a repetirse la misma escenita. Yo respondí, “si pago lo mismo que vosotros tengo el mismo derecho a expresar mi opinión”. Y así comenzó mi fama de conflictivo y rebelde. Unas becarias predoctorales de las que me hice amigo, tiempo después, reconocieron que me apelaron “el que habla”, denominación que se me antojó entre excesivamente profética y un tanto absurda por cuanto, que yo recuerde, no había jovenzuelos mudos en aquellos encuentros. A partir de los treinta años empecé a representar a España en Organismos internacionales, y casi siempre era el más joven (…) ¡Si!: el de la coleta y pendiente en la oreja.  Y a lo que vamos, las sociedades científicas de todas las disciplinas son por naturaleza gerontocráticas (misteriosamente). Y si bien es cierto que “más sabe el diablo por viejo que por diablo», también lo es que al envejecer nos aferramos al discurso amasado a lo largo de nuestra dilatada carrera profesional, a menudo ya obsoleto. Así es el establishment”. Empero los grandes logros de la ciencia suelen ser transgresivos con el conocimiento previamente acumulado, y más aun, nadie duda que muchos de los héroes de la ciencia desarrollaron sus mejores ideas cuando eran jóvenes. Del mismo modo, las ciencias cognitivas demuestran que la mayor creatividad nos inunda hasta los treinta y tantos años, para ir esfumándose paulatinamente. Tampoco duda nadie que, en parte, las canas pueden compensarse por la falta de  barba, pero hasta hasta cierto punto. Del mismo modo, sería insensato soslayar que la juventud suele ir acompañada de insolencia. Como defendía el Premio Nóbel P. B. Medawar, la primera tarea de un científico maduro con sus retoños estriba en cortar por lo sano su desprecio hacia las arrugas que dimanan sabiduría y conocimiento. Así cuando a los cincuenta y muchos años comencé a impartir una signatura en la Universidad elabore una categoría en esta bitácora a la que denominé. “Curso básico de ciencia para jóvenes universitarios y tecnólogos” cuyos tres primeros post fueron: “La Enseñanza de la Ciencia a Jóvenes Investigadores”, “Iniciando la Carrera Investigadora: La Arrogancia de los Jóvenes Científicos y Tecnólogos” y ¿Cómo Debe Autodenominarse un Joven Investigador y/o Tecnólogo?.

De cualquier forma, siempre he sido muy crítico con las gerontocracias, defendiendo la necesidad imperiosa de incorporar a jóvenes investigadores a todos los niveles de la jerarquía científica. Más aun, en la ciencia actual, la tecnología resulta ser esencial en todos los ámbitos, por lo que muchos recién licenciados salen de la Universidad mejor preparado en su utilización que la mayoría de los profesores y científicos “maduritos”, aunque suelan soslayar los fundamentos teóricos (por desgracia). De aquí que aplauda el nacimiento de un movimiento joven a nivel internacional, del que versan las dos noticias de las que me hago eco más abajo (por ejemplo, “La Primavera de Academias Jóvenes”), aunque todo tiene sus “peros”.

Señalemos los tres que más me preocupan. Si uno lee detenidamente los contenidos de estas notas de prensa, se desprende meridianamente que se trata de academias independientes de las de sus “mayores”. Y tal hecho tiene sus pros y sus contras, por cuanto reitero que la arrogancia es el “divino tesoro/defecto” de los más tiernos. Por supuesto que no estoy en contra de su existencia, aunque tampoco me extrañaría que terminaran señalando que los viejos debemos jubilarnos a los 40 años, comenzando así una guerra de lo más estúpida, como una prolongación de las guerrillas familiares entre padres e hijos. ¡Mal asunto!. Del mismo modo, también podréis leer que buscan perentoriamente que se integren las mentes juveniles más “excelentes”. Yo comenzamos con la aborrecible desiderata de la excelencia, puritito contagio de la estulticia de sus mentores, políticos y periodistas. Si hubiera tantos jóvenes que atesoraran genuinamente un “divino” cerebro la ciencia sería muy diferente de lo que actualmente es. Finalmente me temo que en estos tiempos de zozobras neoliberales, pronto el objetivo principal de estos foros resultaría ser la consolidación de sus puestos de trabajo, perdiendo así la razón de ser de esta más que interesante iniciativa. Desde este punto de vista de discriminaciones positivas, podemos crear academias de mujeres, de minusválidos, antirracistas, de los países menos favorecidos, y así “ad neuseam”.

Una cuestión es que la sabia nueva se incorpore pronto a los que quehaceres científicos, más allá de la pura investigación, y otra bien distinta que se transformen en lobbies, cuando su principal misión debiera ser  desarbolar a los lobbies gerontocráticos que dominan las tomas de decisiones en casi todos los ámbitos del conocimiento. No debe pasarse de un extremo a otro del espectro, por cuanto todos los extremismos son siempre negativos. Eso sí, reitero que, por ejemplo,  todas las sociedades científicas debieran atesorar comisiones de investigadores jóvenes, así como representantes de ellos en sus ejecutivas. Cabría recordar que por motivos demográficos, si el colectivo de gente joven se une a la hora de votar en unas elecciones, pueden causar estragos entre los abuelitos que se aferran al poder.

Eso sí, estoy completamente de acuerdo con otras partes del contenido de las aludidas notas de prensa.   Por ejemplo, que esta savia joven aun no “suele” tiene los colmillos retorcidos y que es más propicia a la cooperación y la investigación transdisciplinar que tanto necesitamos en muchos países y especialmente en los latinos. Seamos reflexivos y vayamos analizando los pros y los contras de estas academias de jóvenes investigadores, no para cástralas, sino para encauzarlas de tal modo que se erradique la gerontocracia, sin desplazar la experiencia, que es esencial para el buen funcionamiento de la indagación científica. Perdón se me olvidaba, en la ciencia se denominan jóvenes a personas de entre veinte y muchos y cuarenta años, que no a los predoctorales tiernos, sin que ello signifique que deban excluirse.

Juan José Ibáñez

 La Primavera de Academias Jóvenes

Publicado por Bernardo Herradón el 27 enero, 2014

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El Instituto de España, la Real Academia de Ciencias y la Sección Española de la Global Young Academy   están trabajando desde hace más de un año para crear en nuestro país una Academia Joven que sirva para dar voz a los jóvenes científicos de nuestros país, de lugar de encuentro para el avance científico y para representar a nuestro país en organismos similares internacionales.

El próximo martes 28 de enero se celebra una sesión a la que asistirá el Presidente de la Red Global de Academias de Ciencias, el expresidente de la Global Young Academy, y un miembro fundador de la Academia Joven de Holanda.

Con el título La Primavera de las Academias Jóvenes, se  discutirá con presentantes del Instituto de España y de varias Academias españolas como crear la Academia Joven de España.

El programa se puede descargar aquí y visualizar en la siguiente imagen.

La primavera de las academias jóvenes

La ciencia actual se enfrenta a problemas de creciente complejidad. Tales retos requieren a menudo la participación de investigadores con formación y áreas de experiencia diferentes.

FUENTE | El País Digital

30/01/2014

 Además, el progreso científico requiere frecuentemente de la coordinación de políticas y de aportaciones o apoyos de diferentes sectores de la sociedad. A pesar de ello, el desarrollo del inicio de la carrera científica tiende a favorecer la especialización académica. Una manera de contrarrestar dicha presión para diferenciarse de otras disciplinas y de la sociedad es la creación de espacios de diálogo entre científicos de diferentes disciplinas, así como entre estos y representantes de los sectores de la empresa, los medios y el gobierno. Además, el intercambio de ideas entre disciplinas y culturas favorece la expansión de oportunidades para los científicos, aumenta la capacidad científica, y contribuye al desarrollo y mejora del país.

Precisamente para servir como altavoz de la «voz de los jóvenes científicos de todo el mundo», se creó en 2010 la Academia Global de Jóvenes, Global Young Academy, (GYA) que reúne a algunos de los mejores científicos jóvenes de todo el mundo. Desde entonces, numerosos países han creado sus propias Academias Jóvenes, dando a una verdadera primavera que está revitalizado el tradicional mundo de las Academias.

Con el apoyo de la Red Global de Academias de Ciencias (IAP), la GYA tiene como objetivo capacitar y movilizar a los jóvenes científicos que inician su carrera a abordar temas de especial importancia, especialmente los que les afectan como jóvenes científicos. Uno de los principales objetivos de la GYA es apoyar la creación y el desarrollo de academias jóvenes a nivel nacional, la cooperación con ellas y creación de redes. El establecimiento de academias jóvenes es apoyado y fomentado, no sólo por la GYA, sino también por el IAP, muchas Academias Nacionales de Ciencias, el Foro Económico Mundial, la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarrollo (TWAS) y la UNESCO, entre otras instituciones.

La formación de academias jóvenes nacionales ha aumentado durante los últimos diez años, no solo en Europa sino en el resto del mundo, incluyendo: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Egipto, Israel, Japón, Malasia, Países Bajos, Nigeria, Pakistán, Polonia, Escocia, Filipinas, Sudáfrica, Sudán, Sri Lanka, Suecia, Tailandia y Zimbabue. Estas academias animan a sus miembros a participar en la investigación interdisciplinaria, comunicar la ciencia a la sociedad, y proporcionar asesoramiento sobre las políticas científicas nacionales, especialmente las que afectan a los jóvenes científicos.

Para nuestro país, los beneficios de tener una academia joven son evidentes. La academia fomentará la puesta en valor de la innovación y el conocimiento, y cubrirá la necesidad de crear un referente para los científicos jóvenes españoles que complemente sus actuales entornos de trabajo, haciendo de puente para que tanto sus miembros como otros muchos científicos jóvenes tengan la oportunidad de interaccionar con decisores, formadores de opinión y expertos, líderes empresariales, organismos de financiación, instituciones nacionales, medios de comunicación y público en general tanto a nivel nacional como internacional.

La Academia Joven nace con el objetivo de ser parte activa del diseño del futuro de la ciencia y la investigación en España, transmitiendo un mensaje coherente e influyente, que ayude a afrontar los retos a los que se enfrenta la sociedad española y la comunidad internacional. Se esforzará para que los investigadores y científicos españoles contribuyan al progreso cultural, social y económico. Estas actividades son especialmente necesarias en nuestro país, que se beneficiaría de tener una academia joven que coordine actividades nacionales y represente a los científicos jóvenes en organismos internacionales, pues la Academia Joven de España formaría parte del movimiento internacional de creación de academias jóvenes que está teniendo lugar en Europa y el resto del mundo.

En la actualidad, con el fin de que aglutine a los mejores investigadores jóvenes del país, los cuatro integrantes españoles de la GYA, en coordinación con el Instituto de España, están trabajando para la creación de la Academia Joven de España. Para ello, han creado una página web www.raje.es/en para recibir sugerencias de investigadores jóvenes españoles y de sus necesidades. El objetivo es facilitar un punto de encuentro para destacados científicos jóvenes españoles en el que compartir y afrontar temas de importancia global.

Bajo el título, El Movimiento de las Academias Jóvenes, el 28 de enero se celebraron dos reuniones de trabajo y una sesión abierta al público en el Instituto de España para debatir y avanzar sobre la Academia Joven en España. A esta reunión asistirá el presidente de la Red Global de Academias de Ciencia, el expresidente de la Academia Joven Global y representantes de otras Academias Jóvenes Nacionales así como presidentes de Academias españolas, con el objetivo de compartir mejores prácticas y contar con una representación amplia que asegure el apoyo necesario para el lanzamiento de este tipo de iniciativas.

Uno se podría preguntar por qué los jóvenes investigadores españoles se preocupan por la creación de una Academia, cuando tienen temas más urgentes que resolver en una época de fuertes recortes en investigación y de incertidumbre en sus propios puestos de trabajo. En primer lugar para que España no se quede descolgada, una vez más, de un movimiento al que ya se han sumado muchos países de nuestro entorno que están creando Academias para que los jóvenes investigadores tengan un foro de encuentro y una plataforma que les de voz y voto en los organismos de decisión nacionales e internacionales.

La primavera de las academias jóvenes está recorriendo todo el mundo, desde Sudáfrica hasta Japón, desde Holanda hasta Egipto. Muchos de los problemas a los que se enfrentan los jóvenes investigadores son muy parecidos en todas las partes del mundo, otros son particulares de su situación económica y cultural de cada cual. En todo caso, España no puede seguir en el inverno mientras el sol sale en otros países. Y aunque no todo se soluciona sentándose a la mesa y hablando, tener un foro de encuentro y de trabajo, es un paso en la dirección adecuada para mejorar la situación de los jóvenes académicos españoles.

Autor:   Maite Aldaya (U. Complutense Madrid), Toni Gabaldón (Investigador ICREA en el CRG), Javier García Martínez (U. Alicante) y Javier M. Moguerza (U. Rey Juan Carlos). Miembros de la Academia Global de Jóvenes

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