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¿Apocalipsis tecnológica?: Depende del sentido común de la humanidad. Fuente: RedOrbit

 Ya está Juanjo en uno de esos días en que lo ve todo de color negro. Desde luego no parece un “científico” sino uno de esos catastrofistas que se intuye que va en contra del progreso. ¡Pues va a ser que no!.

Ya hemos comentado en diversas ocasiones que la ciencia y la tecnología son amorales, cuyos riesgos y beneficios dependen del uso que les destinemos los propios humanos que las hemos concebido, soslayando los secretos “progresos” de la investigación militar. Y así, vimos en algún post precedentes que, por ejemplo, los avances en la inteligencia artificial son sufragados esencialmente por las industrias de los videojuegos y la mencionada ciencia aplicada a la industria relacionada con los ministerios de defensa y/o de la guerra, según países. Ya denunciaba a principios de los años setenta el filósofo de la ciencia, Paul Feyerabend que se intentaba convertir a la ciencia en la nueva religión ante la que todos debíamos postrarnos. Corrientes filosóficas posteriores también aceptaban tal conjetura. Empero una religión, sin principios éticos, se me antoja un contrasentido, una de las empresas intelectuales más peligrosas creadas por el ser humano, a no ser que existiera un  juicioso y benevolente “Dios de la Ciencia”,  que tutelara el incierto camino de los desarrollos tecnológicos por un “sendero luminoso”.  Vivimos en una sociedad en donde  los principios éticos y morales se vienen abajo aplastados por el imperio de las finanzas y las ansias de poder sin escrúpulos. Personalmente considero que bastaría con seguir a rajatabla la carta de los derechos humanos y poco más, para paliar los desmanes que sufren la naturaleza y gran parte de los ciudadanos por el insaciable egoísmo de unos pocos y la tiranía de un mercado bajo  la doctrina del capitalismo neoliberal. El principio de precaución parece ser un estorbo para nuestros gestores y políticos. Los seres humanos muestran constantemente su dialéctica jánica. Cualquier aplicación que se desarrolla para el bien de la humanidad, pero que también pueda servir para manipular, subyugar o, asesinar a los ciudadanos, suele terminar implantándose desde ambos lados de la moneda.   

Reiteramos hasta la saciedad que necesitamos urgentemente introducir a todos los niveles de la educación y legislación, asignaturas y códigos éticos que sirvan de líneas rojas que no puedan traspasarse, ¡jamás!. Pero si la ciencia en si misma es una religión… Pues bien, el día que escribo este post, ha caído en mis manos la noticia que os expongo abajo y que da cuenta de un estudio llevado a cabo por sesudos expertos. Eso sí, su redacción pueda der lugar a confundir la realidad con la ficción y la religión, como pueden leer en estas líneas que adelantamos, y que son un palmario reflejo de que se nos trata a todos como tontos de remate:   Un reciente informe detalla los 12 grandes riesgos que podrían provocar el Apocalipsis anunciado en los textos sagrados o en las salas de cine (…)” ¡Amén!. Pero como seguimos avanzando “El IFH y la Fundación Retos Globales, ubicada en Suecia, han recopilado todo lo que la ciencia sabe sobre estos posibles cataclismos con tan poco encanto. Una treintena de expertos repasaron centenares de libros y artículos científicos hasta obtener un listado con los eventos que podrían acabar con la civilización humana, incluso con la propia existencia de los humanos. El informe 12 riesgos para la civilización humana hace hasta una estimación de la probabilidad de que alguno suceda en los próximos 100 años. ¿Investigadores o adivinos con una bola de cristal?.

Como os mostramos al reproducir la noticia, resulta que entre los retos que amenazan a la humanidad, la mayoría proceden del ámbito de la tecnología de las que nos sentimos tan orgullosos. Y así este panel de expertos divide tales cataclísmicas apocalipsis en tres categorías: Riesgos actuales, riesgos emergentes, y riesgos de las políticas mundiales. Pues bien como se detalla en la nota de prensa

(i) Riesgos actuales (7) de los cuales cinco 5 derivan de las actividades humanas; (ii) Riesgos emergentes (4) todos tecnológicos; y (iii) Riesgo de las políticas mundiales (…), sin comentarios. En consecuencia diez de las mentadas 12 amenazas para la humanidad proceden directamente del seno de nuestra civilización tecnológica y sus veleidades que tanto abrazamos acríticamente.  ¿Somos nosotros los catastrofistas?. No, me parece que no. Obviamente no atacamos en si mismos el progreso de la ciencia y los avances tecnológicos. Empero lo que sí nos alarma es su uso y quién vigila sus aplicaciones. Es justamente este último punto el que debería ser vigilado hasta la extenuación si queremos tener un futuro. De hecho tan solo se trataría de aplicar correctamente el tan cacareado principio de precaución.

Seguidamente os dejo otra en apariencia buena nueva de la tecnociencia “Un ojo impreso en 3D podría mejorar la visión y grabar nuestra vida”. ¡Fantástico!. Nada que objetar. Podría ser, por ejemplo fabuloso retroceder y estudiar nuestro pasado sin que la memoria distorsione los recuerdos. Ahora bien os dejo como ejercicio una reflexión un tanto más seria e inquietante. Imaginemos que terminemos grabando nuestras vidas, y que alguien en algún momento, o las vigile o las analice. ¿”A dónde iría a parar nuestra privacidad/intimidad en el sentido más profundo del término”?.  ¿Quién quedaría libre de culpa?. ¿Cuántas vidas podrían ser destruidas?, etc. etc. Les animo a todos a que analicen todas las noticias sobre prometedores progresos científicos y tecnológicos  desde todos los ángulos alternativos a la prensa timorata y los propios investigadores implicados. Y entonces a sabiendas que siempre ha habido, hay y habrá seres humanos que malévolamente las valorarán desde la perspectiva de sus ocultas, oscuras y depredadores ambiciones, pensamos a dónde queremos ir y a dónde vamos.     

Juan José Ibáñez

Os dejo con las noticias……

Últimas noticias del fin del mundo

A las viejas amenazas capaces de desatar una hecatombe se unen nuevas, como la inteligencia artificial o la nanotecnología.

FUENTE | El País Digital 21/03/2015

El fin del mundo ha sido siempre patrimonio de la religión y, ocasionalmente, de Hollywood y sus películas de catástrofes. Sin embargo, la ciencia va acumulando datos y empieza a tomarse en serio los riesgos de que un fenómeno natural o provocado por los humanos pueda acabar con la civilización. Un reciente informe detalla los 12 grandes riesgos que podrían provocar el Apocalipsis anunciado en los textos sagrados o en las salas de cine.

«La mayoría de los guiones de Hollywood exigen heroicos esfuerzos para salvarnos y los grupos religiosos milenaristas le buscan un significado trascendente a estos desastres», dice el investigador del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford (IFH) y coautor del informe, Stuart Armstrong. Sin embargo, para la ciencia, «estos riesgos son principalmente cuestiones que pueden reducirse a conceptos nada glamurosos, como la eficiencia energética, y la mayoría no tienen ningún significado o racionalidad detrás», añade.

El IFH y la Fundación Retos Globales, ubicada en Suecia, han recopilado todo lo que la ciencia sabe sobre estos posibles cataclismos con tan poco encanto. Una treintena de expertos repasaron centenares de libros y artículos científicos hasta obtener un listado con los eventos que podrían acabar con la civilización humana, incluso con la propia existencia de los humanos. El informe 12 riesgos para la civilización humana hace hasta una estimación de la probabilidad de que alguno suceda en los próximos 100 años.

Unos peligros, como el cambio climático o la guerra nuclear, llevan tiempo entre nosotros. Otros son tecnologías emergentes que podrían tener un lado oscuro, como la inteligencia artificial o la biología sintética. Y algunos siempre han estado ahí y en el pasado provocaron grandes extinciones sobre la Tierra, como el impacto de un gran asteroide o la erupción de un supervolcán. Además, entre varios de ellos podrían existir conexiones que agravaran el resultado final, haciendo imposible la vida sobre el planeta, al menos tal y como se conoce.

La mayoría de los peligros para la civilización humana han nacido dentro de ella Lo que enseguida llama la atención en la lista es que la mayoría de los enemigos de la civilización humana han nacido dentro de ella. Solo en dos eventos, el impacto de un gran asteroide o la erupción de un supervolcán, los humanos tienen poco que ver. Incluso en el caso de una pandemia global, hay un factor humano llamado globalización. En el pasado, epidemias como la peste negra o la gripe española no fueron apocalípticas porque el mundo no estaba tan conectado como hoy.

«En la actualidad, los riesgos tecnológicos, especialmente la biología sintética, la inteligencia artificial y la nanotecnología, parecen suponer una mayor amenaza que los riesgos naturales, con la posible excepción de las pandemias«, dice Armstrong. «La guerra nuclear también es una gran amenaza y es un riesgo antropogénico aunque no sea estrictamente de origen tecnológico», añade este experto en inteligencia artificial y riesgos globales.

La lista de los 12 jinetes del Apocalipsis no ha sido elaborada siguiendo un orden jerárquico, según su mayor o menor probabilidad o intensidad. La encabeza el cambio climático al que los investigadores le añaden el adjetivo de extremo. Es el prototipo de riesgo antropogénico o endógeno. El progreso humano no ha sido mayor en la historia como desde la Revolución Industrial y las revoluciones científicas asociadas a ella. Creación de riqueza, elevación general del nivel de vida, mejora de las condiciones sanitarias…

Pero cuando la máquina de vapor de James Watt echó a rodar, en la atmósfera había unas 300 partes por millón de dióxido de carbono, el principal gas que está calentando el planeta. En el verano de 2013 se superó la cifra de 400, algo así no había pasado en los últimos 800.000 años. Los distintos escenarios dibujados por los expertos climáticos mantienen que una subida de las temperaturas de no más de 2º para final de siglo, permitiría a los humanos vivir casi como si nada hubiera cambiado. Pero, como recuerda este informe, hay escenarios más extremos, donde la temperatura media global podría subir hasta 6º. Una temperatura así provocaría una reacción en cadena: los países tropicales serían los más afectados, la sequía y la hambruna generarían caos social y emigraciones masivas a regiones más templadas, en las que también su industria agroalimentaria colapsaría… «Es improbable pero no imposible», dicen los autores del informe.

El estudio trabaja con situaciones que estadísticamente tienen pocas posibilidades, pero las tienen El estudio trabaja con situaciones que estadísticamente tienen pocas posibilidades, pero las tienen. «La probabilidad de que algún asteroide impacte sobre la Tierra es una certeza, la probabilidad de uno peligroso es mucho, pero mucho más baja», recuerda Armstrong. Aquí no hay azar, hay certidumbre. ¿Qué acabó con los dinosaurios si no un meteorito? La colisión de un gran asteroide de cinco kilómetros o más de diámetro sucede cada 20 millones de años, millón arriba o abajo. Con esas dimensiones, el impacto podría liberar la energía de 100.000 bombas atómicas. Solo el choque arrasaría un área equivalente a los Países Bajos.

Pero lo peor vendría después. A diferencia de las historietas contadas en películas como Deep Impact de 1998, el problema no es el impacto sino sus consecuencias posteriores. Ingentes cantidades de polvo se elevarían hasta las capas altas de la atmósfera, impidiendo el paso de los rayos del Sol. Sería un invierno de decenios que afectaría a toda la biosfera. En 2013, la NASA estimó que las probabilidades de que el Asteroide 2013 TV135, de unos 400 metros de envergadura, choque contra la Tierra en 2032 es de una entre 63.000. Una probabilidad similar a la de morir por la caída de un rayo y a nadie se le ocurre guarecerse bajo un árbol cuando truena.

La idea del invierno es muy recurrente entre las consecuencias de varios de estos eventos que los científicos llaman impactos de consecuencias infinitas. Es el caso del invierno nuclear o el volcánico. Los traps siberianos (formaciones de basalto del norte de Siberia) son el fruto de una de las mayores erupciones volcánicas de la historia geológica del planeta sucedida hace unos 250 millones de años. Miles de kilómetros cúbicos de material fue proyectado a la atmósfera, generando un larguísimo invierno volcánico que provocó la extinción masiva que marca la transición entre el periodo Pérmico y el Triásico. Según los registros geológicos, una erupción con capacidad apocalíptica se produce en un rango temporal mínimo de cada 30.000 años y máximo de 700.000 años, según el informe.

Las enormes magnitudes temporales explican en parte lo que los autores del estudio llaman invisibilidad del problema. Los humanos no se han enfrentado nunca al Apocalipsis y psicológicamente lo ignoran, entre otras cosas porque no habría nadie para contarlo. «La gente entrena su sentido común de cada día sobre la experiencia e interacción con el mundo. Como los grandes desastres son afortunadamente raros, no desarrollamos una experiencia sobre ellos. Por eso sus impresiones sobre estas amenazas se basan a menudo en lo que encuentran en la cultura popular, como las historias de Hollywood y las profecías religiosas», recuerda el investigador británico.

EL LADO OSCURO DE LAS TECNOLOGÍAS EMERGENTES

Sin embargo, la ciencia no se puede quedar ahí. En los últimos años, además del IFH y la Fundación Retos Globales, se han puesto en marcha otras fundaciones e institutos dedicados a vigilar qué puede acabar con la civilización humana y cómo mitigar esos peligros. Es el caso del Fondo Skoll para las Amenazas Globales, el Centro para el Estudio de los Riesgos Existenciales de la Universidad de Cambridge o el Instituto Riesgos Catastróficos Globales (GCRI), de Estados Unidos. Ninguno de ellos tiene más de cuatro años.

Recientemente, Stephen Hawking declaraba a la BBC que «el desarrollo de la inteligencia artificial plena podría significar el fin de la raza humana». Para el genial físico, «los seres humanos, limitados por la lenta evolución biológica, no podrían competir, y serían reemplazados». El momento en que la inteligencia artificial supere a la humana es lo que los robóticos llaman singularidad y algunos científicos, como el filorrobótico y asesor de Google, Ray Kurzweil, incluso le han puesto fecha: en algún momento de la década de los 30, las máquinas superarán a los humanos.

Recientemente, una carta firmada por centenares de científicos y tecnólogos apostaba por un desarrollo responsable de la inteligencia artificial, donde, entre otras cosas, el avance en la ética de las máquinas vaya parejo con el tecnológico para que nunca sean una amenaza para sus creadores. Pero, aún no hay iniciativas similares para otros dos campos emergentes, como son la biología sintética y su promesa de crear organismos artificiales o la nanotecnología sobre los que el informe advierte. Y en los tres casos, no habrá que esperar miles de años para ver su lado oscuro.

El informe del Instituto para el Futuro de la Humanidad y la Fundación Retos Globales no lo explicita pero hay un decimotercer peligro que sobrevuela sobre los otros doce y es el de la ignorancia. Ya sea por la incapacidad para valorar económicamente un evento tan catastrófico, por su baja probabilidad a corto plazo o la psicología humana, tanto los políticos como buena parte de la comunidad científica no se toman muy en serio los riesgos. Y esa desidia es lo que, para los autores, explica buena parte de la imagen popular y acientífica del Apocalipsis.

LOS 12 JINETES DEL APOCALIPSIS

El informe de la Fundación Retos Globales se centra en 12 grandes amenazas que podrían acabar con la civilización humana.

Riesgos actuales
1. Cambio climático extremo
2. Guerra nuclear
3. Catástrofes ecológicas
4. Pandemias mundiales
5. Colapso del sistema mundial
Riesgos exógenos
6. Impactos de grandes asteroides
7. Supervolcanes
Riesgos emergentes
8. Biología sintética
9.Nanotecnología
10. Inteligencia artificial
11. Riesgos inciertos
Riesgo de las políticas mundiales
12. Mala gobernanza mundial en el futuro

Autor:   Miguel Ángel Criado

Un ojo impreso en 3D podría mejorar la visión y grabar nuestra vida

FUENTE | El Confidencial 25/03/2015

¿Se trasplantaría usted un ojo para ver mejor, aunque no lo necesitara? Una de las razones por las que Google Glass no ha triunfado es el rechazo de la gente a llevar un dispositivo todo el rato en la cara, pero el futuro de los wearables pasa por su incorporación en el cuerpo humano. EYE es uno de los casos más extremos: un ojo impreso en 3D que permitiría devolver la vista, mejorarla, añadirle filtros y hasta grabar nuestra vida y compartirla a través del wifi. EYE es el acertado acrónimo de Enhance Your Eye, mejora tu ojo en inglés, un proyecto que ha sido ideado teniendo en mente a aquellas personas que sufren ceguera o deficiencias severas de la visión. Es decir, para aquellos pacientes que, debido a su situación, no vean la extracción y sustitución de sus ojos oculares como algo horrible, sino como un rayo de esperanza.

Este concepto está siendo desarrollado por un grupo de investigadores de la Universidad de Bolonia (Italia): «La bioimpresión y el biohacking se encuentran actualmente en fase de investigación, pero proyectos como este son un pequeño paso para hacernos una idea de cómo podrían utilizarse estas tecnologías», explica a Teknautas el investigador de MHOX e ideólogo de EYE, Filippo Nassetti. Por este motivo, Nassetti no cree que el producto pueda ser una realidad antes de 2027, cuando este tipo de tecnologías sufran un «impresionante avance», y admite que de momento es un «diseño conceptual». Y es que la mayor dificultad de un proyecto como EYE, como en cualquier otro trasplante (ya sea de un órgano artificial o normal) reside en logra conectar el dispositivo al cuerpo humano de forma satisfactoria.

La propuesta de este grupo de investigadores italianos pasa por instalar un puerto mediante cirugía. Esta tecnología sería la responsable de conectar el ojo al cerebro, y permitiría instalar y cambiar los ojos sin necesidad de una intervención médica. En cuanto al ojo, EYE sería completamente orgánico, al estar compuesto por unas células artificiales contenidas en una especie de biotinta, que la impresora utilizaría para imitar los diferentes tejidos de la estructura.

La aplicación inmediata de un avance como EYE se centraría en devolver la vista a aquellos que la han perdido parcial o completamente. Un concepto que, por extremo que parezca, no difiere en demasía de una dentadura postiza. Esta sería, según Nassetti, el primer modelo de EYE. Pero no el único. «Actualmente la gente sana ya mejora sus cuerpos con cirugía, por lo que creemos que cambiar tus propios ojos para mejorar tu visión no es tan diferente», asegura el italiano. Así se podría mejorar la agudeza visual del paciente, pero las posibilidades en las que piensa Nassetti van mucho más allá.

Como si viéramos la vida a través de Instagram, sería posible activar filtros visuales ingiriendo una píldora. También se podría, gracias a una conexión wifi, grabar y compartir aquello que viéramos, en clara referencia a cierto capítulo de la serie Black Mirror.

EL FUTURO ES DE LOS ÓRGANOS ARTIFICIALES

Es posible que EYE no vea la luz hasta 2027, pero el trasplante de órganos artificiales ya es una realidad. El primer órgano completamente sintético se implantó en 2011, cuando cirujanos suecos lograron salvar la vida de un paciente con cáncer gracias a una tráquea creada en un laboratorio a partir de las células madre del propio paciente. Ya en 2013, una prótesis impresa en 3D (también de una tráquea) salvó a un bebé de dos meses. Aunque se hayan logrado imprimir tráqueas e incluso corazones, la complejidad de los ojos los convierte en todo un reto para la medicina. Porque si una tráquea es un tubo y un corazón una bomba, los ojos son una especie de sensor lumínico capaz de enviar señales que nuestro cerebro pueda interpretar como imágenes. A pesar de ello, el primer trasplante moderno, que tuvo lugar en 1905, consistió en la transferencia de una córnea a un trabajador que había perdido la vista por culpa de un accidente con cal. Y fue un completo éxito.

Pero trasplantar un ojo completo es otro cantar, pues implica cortar el nervio óptico (el cable que lo conecta al cerebro) y luego regenerarlo, algo que hasta hoy es imposible. Se trata de una dificultad similar a la de lograr conectar los nervios tras un trasplante de mano, sólo que en este caso sí se ha conseguido. Nassetti es consciente de esta dificultad y confiesa que todavía no han comenzado a trabajar en ese importante detalle.

A pesar de todo, muchos expertos consideran que el esplendor de los trasplantes tradicionales ya pasó, y que ahora comienza la época de los órganos artificiales. De hecho, la revista MIT Technology Review ya destacó en su momento las enormes posibilidades de la impresión 3D para crear tejidos que simulen incluso los vasos sanguíneos. Si el primer trasplante moderno fue de córnea, quizá EYE logre ser el primer ojo completo trasferido a un ser humano, aunque sea dentro de una década.

Autor:   Sergio Ferrer

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2 comentarios

  1. Muy buen articulo. Que dificil es ver articulos donde se hable de los «peros» de los avances tecnologicos. Siempre se habla de lo maravilloso que es el avance tecnologico, y más ahora. Pero como bien se dice por aquí, tambien tienen su parte oscura y peligrosa, en función de como o quienes la usen.

    Sobre el proyecto EYE. Me parece un avance siempre y cuando sea una mejora en la vida de personas que estén faltas de visión, pero… grabar tu vida? Ver con filtros? Conectarse con el instagram o lo que sea??? Me parece que eso francamente sobra. Somos humanos! No pretendamos ser «superheroes». Que la ciencia mejore la vida de las personas que lo necesitan, si. Pero deshumanizarnos y volvernos locos, no gracias.

    Esperemos que el punto 13 (ignorancia) baje su intensidad.

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