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Fuente: Colaje de Google imágenes

De todos es bien conocido que una parte de las aguas pluviales, no se infiltran directamente en el suelo, recorriendo su superficie en dirección de la pendiente hasta ser depositada en otros lugares. En los paisajes naturales, tal hecho no asuelen acarrear más consecuencias que, en ciertas condiciones, se impida su almacenamiento en el suelo, la recarga acuíferos,  o que su exceso aumente la posibilidad de inundaciones tras intensas tormentas.  Cuando más rocas afloran a la superficie, tanto mayor será la posibilidad de que el avance a toda velocidad hacia los cauces fluviales y reservorios de agua, ya que muchas de ellas son bastante o difícilmente impermeables.

Ahora bien, el enorme crecimiento de las ciudades (paisajes urbanos e infraestructuras industriales)al sellar el suelo (impermeabilizarlo), induce a que aumente una escorrentía superficial cargada con enormes cantidades de todo tipo de contaminantes que, al llegar a los desaguaderos que salpican los pavimentos de las ciudades, generen serios problemas para el ambiente (como agravar la contaminación del agua), la salud pública y las propias infraestructuras.  

Se trata de un problema que las sociedades modernas no han resuelto debidamente, por lo que cabría hablar de un desinterés o desidia política. Y así, a menudo, pueden salir de las urbes aguas abajo envenenando ríos, acuíferos y los campos de cultivo  que se riegan con ellas. El problema es mucho más serio de lo que parece, incluso  en las urbes más modernas del mundo.

En el blog El Agua, sito en este sistema de bitácoras, sus responsables han editado un post que os animo a leer a todos por cuanto resulta de sumo interés, tanto para los urbanitas como para los campesinos. Este lleva por título: La gestión de las pluviales: La gran olvidada del ciclo del agua.

Ahora bien, ni los campesinos sufren siempre las consecuencias, ni podemos calificarles a todos de ser «apestados por los urbanitas. Me explico». Hablando ya en general de las aguas residuales no depuradas, de las que las pluviales mentadas forman parte, cabe recordar que, este oro negro se encuentra sobresaturado de contaminantes, pero también de nutrientes como el fósforo y nitrógeno. Pues bien, para aquellos agricultores que viven en el umbral de la pobreza, o los que a sabiendas del problema no tienen escrúpulos, tal elixir les resulta una maldita bendición. Unos y otros, riegan sus campos con estas aguas venenosas  sin tener más necesidad de añadir ningún tipo de fertilizantes, obteniendo cosechas más que generosas. Todo ello, a cambio de contaminar los suelos, alimentos y así mismos.

Hace unos años, un colega me comentaba el caso de una ciudad de Latinoamérica, en la cual, al intentar las autoridades paliar el problema del riego con aguas residuales, se toparon con la oposición frontal de los campesinos, ya que sin tal sucio elixir, sus cosechas menguarían sobremanera, subiendo de paso los costos de producción por las necesarias enmiendas de contaminantes. Al preguntarle al contertulio que había ocurrido finalmente, me comentó que se intento paralizar todo el proyecto oficial. Yo volví a preguntarle: ¿y que hacen con esos alimentos contaminados?. Él respondió, parte se venden en los mercados locales y parte son procesados y exportados a otros países.

Todo esto resulta lamentable. No debemos exonerar a los campesinos acríticamente como esclavos del capitalismo neoliberal, por considerarlos siempre víctimas de las atrocidades de los políticos y de la economía del mercado. Tal modo de proceder de los agricultores hace enfermar a otros seres humanos y criaturas de la vida silvestre.  Con harta frecuencia, las mezquindades de la ciudadanía es tan peligrosa como la de los políticos.

Os animo pues a que leía este interesante post, y entendáis los riesgos del susodicho tipo de escorrentía fluvial venenosa para el hombre y la biosfera.  

Este es, de nuevo, el enlace que os llevará al aludido post. Personalmente animo a que lo leáis y de paso, yo personalmente, felicito a sus autores.

Juan José Ibáñez

La gestión de las pluviales: La gran olvidada del ciclo del aguaPublicado por Remtavares el 3 marzo, 2017

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