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Hábitat de los peces de lluvia en Latinoamérica. Fuente: En Researchgate cargado por  Jason Podrabsky; Portland State University

Fue hace ya unos catorce años, cuando en el post “Las Extraordinarias Sorpresas del Universo de los Suelos: Representaciones Canónicas y Singulares” redactaba, entre otros, este sorprendente caso:

Peces saliendo del suelo y pastoreando en un bosque” (Post de 2006)

Antonio Machado (Universidad de la Laguna en Tenerife, Islas Canarias), colega que trabaja en taxonomía y ecología de artrópodos, fue, si recuerdo bien, un alto cargo de la UICN por varios años. Tomando un café un día me narró esta sorprendente historia. En determinado país africano, observó, para su sorpresa, que el suelo de un bosque tropical poseía un tapiz herbáceo propio en apariencia de una dehesa e inaudito en las selvas tropicales. Tras otear a su alrededor solo avistó algunas pozas más o menos fangosas esporádicamente distribuidas entre el “pasto. Después de indagar, llegó a la conclusión de que el ganado no podía ser el responsable de tal herbívora. Consultando a los colegas del país se quedó “patidifuso”. Resultaba que, en los años anormalmente húmedos (no recuerdo con que frecuencia), unos peces que habitualmente persistían en las pozas podían salir fuera de ellas y nadar libremente por el bosque, siendo su actividad la que generaba tal césped, que de no conocerse el fenómeno no podría explicarse. Obviamente al desaparecer el agua, estos elementos de ictiofauna regresaban a sus “pozitas” en el suelo (recordemos que, actualmente, se extiende la práctica de incluir los suelos sumergidos en las clasificaciones nacionales de suelos, e incluso en la WRB y la taxonomía de suelos norteamericana)”.

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killis peces de lluvia en España: Fuente Colage Imágenes Google

No recuerdo el caso, pero en la noticia que abordo hoy, en primer lugar, se explica un ejemplo de mecanismo de latencia para resistir a las sequías en peces de Mozambique que viven en estos singulares hábitats de suelos (temporalmente sumergidos) del mentado país africano. Sin embargo, buscando en Internet he topado con otra nota de prensa que nos avisa que tales elementos de la ictiofauna existen en todos los continentes con la excepción de Oceanía. Y así, por ejemplo, en España se encuentran en peligro de extinción, empero no por la sequía, sino por especies invasoras y la contaminación del agua.  En 2021 s ha lanzado una extensa obra de la FAO acerca de la biodiversidad de los suelos. Supongo que la ictiofauna no resulta ser muy tenida en cuenta y posiblemente pase desapercibida. Empero entre otros muchos casos ahí está. Se podrían decir muchas cosas sobre este hecho, u otros semejantes. No sé si se trata del mismo linaje  evolutivo, o de adaptaciones convergentes dispares hacia a estos hábitats. Empero seguramente sería excepcional que andando por un suelo alguien pensara si existen embriones de peces en su seno a la espera de que las lluvias hagan rebosar sus secas pozas. Obviamente los habrá con distintas costumbres adaptadas a diferentes hábitats. Ya tenemos una nueva línea de investigación “ictiólogo de suelos”.

Francamente, la ciencia actual sigue debatiendo sobre la evolución de la fauna de vertebrados terrestres y como lograron conquistar tierra firme. Y a más de uno podría pasársele por la cabeza si no nos encontramos ante una posibilidad, entre otras, por supuesto.  No soy experto y como corolario no opino.

¿A que te dedicas?.

Yo investigo los peces del suelo, es decir la ictiofauna edáfica.

¡Ahhhh! ¡Que interesante!. ¿Qué has bebido?, porque el agua de una poza no parece ser la causante de tu confusión mental.

Pues va a ser que no, ¡borrico!.

Estas son las noticias que reproduzco abajo.

Este embrión de pez detiene su desarrollo para sobrevivir a la sequía (noticia 2020)

Los peces que nacen con la lluvia, en peligro de extinción (noticia de 2012)

Os dejo con ellas……

Juan José Ibáñez

Continúa……..

Este embrión de pez detiene su desarrollo para sobrevivir a la sequía

El pez killi africano tiene que enfrentarse a menudo a largos periodos de aridez en su región de origen

Muchas especies animales han desarrollado la capacidad de entrar en un estado de suspensión durante cierto tiempo para sobrevivir en entornos adversos. Uno de los estados de suspensión más comunes es la diapausa (parecido a la hibernación), que consiste en la interrupción espontánea del desarrollo de ciertas especies, marcada por la disminución de la actividad metabólica.

Hasta ahora, algunas investigaciones afirmaban que esta técnica alargaba la vida de ciertos invertebrados, como el gusano redondo (C. elegans) o la mosca de la fruta (Drosophila), pero se desconocía si esto también sucedía en animales vertebrados.

El killi africano (Nothobranchius furzeri) es una de las especies vertebradas que utiliza la diapausa. Estos peces tienen una esperanza de vida corta (de cuatro a seis meses) que coincide con la época húmeda de países como Mozambique o Zimbabwe.

Por eso, aprovechan este momento para desarrollar embriones, los cuales entran en un estado de letargo para sobrevivir a la sequía posterior, y esperan hasta que las condiciones sean buenas para reanudar el desarrollo. Este mecanismo les hizo a los investigadores preguntarse si los organismos envejecían durante este periodo.

Para comprobarlo, el científico de la Universidad de Stanford (California, EEUU), Chi-Kuo Hu, y autor principal del estudio, dividió, junto con sus colegas, los embriones en dos grupos: uno con embriones incubados sin diapausa y otro incubado después de cinco meses de diapausa. Como estos embriones se desarrollan fuera del cuerpo de su madre, los científicos pudieron experimentar con ellos más fácilmente.

La longevidad no cambia

Los resultados, que se han publicado en la revista Science, muestran que después de la incubación, ambos grupos vivieron el mismo tiempo durante su etapa adulta. Los investigadores concluyeron así que el tiempo que pasan en la diapausa no afecta a la longevidad ni al envejecimiento general del organismo una vez que ‘se despierta’ y sigue creciendo.

“Nuestro estudio indica que independientemente del tiempo que los embriones pasen en diapausa, la longevidad del animal adulto no cambia. Es decir un embrión podría estar en diapausa durante dos meses o dos años, por ejemplo, pero al nacer el pez vivirá por el mismo tiempo”, explica a SINC Alvaro Sánchez, investigador en el Instituto Stowers de Investigación Médica y coautor del trabajo.

El experto sostiene que la diapausa detiene el proceso de desarrollo embrionario y por ende preserva los embriones durante grandes períodos de tiempo sin que afecte a su crecimiento, fertilidad y longevidad una vez que haya salido de la diapausa y haya nacido y madurado.

“Es posible que el reloj de envejecimiento esté completamente suspendido durante la diapausa y que haya un proceso de rejuvenecimiento cuando el animal sale de este estado para reajustar el reloj de envejecimiento. Estamos trabajando en esta cuestión ahora mismo”, expone Chi-Kuo Hu.

¿Qué mecanismos están implicados?

Los mecanismos fisiológicos por los que la diapausa protege a los organismos del envejecimiento siguen siendo un asunto pendiente. Por eso, tras su primer hallazgo, los científicos decidieron ir más allá y ver cómo afectaba la modificación de los genes en los embriones. Así descubrieron que si eliminaban el gen CBX7, necesario para la preservación del músculo, fallaba el proceso de diapausa.

“El estudio proporciona algunos de los primeros conocimientos sobre los mecanismos de antienvejecimiento de la diapausa de los vertebrados”, escribe Marc Van Gilst, coautor del estudio. Sus resultados son potencialmente relevantes para comprender el envejecimiento humano y las enfermedades asociadas al mismo.

“Si entendemos cómo funciona la diapausa, tal vez podríamos aplicar este conocimiento a las últimas etapas de la vida adulta y desarrollar nuevas estrategias para preservar la salud”, concluye Hu.

Referencia bibliográfica:

C.-K. Hu et al. “Vertebrate diapause preserves organisms long term through Polycomb complex members”. Science. 20 de febrero de 2020

Los peces que nacen con la lluvia, en peligro de extinción

EFE20.05.2012 – 13:42H

Pese a su gran adaptación al medio en el que viven, se encuentran amenazados en España por la introducción de especies foráneas, la contaminación y el desarrollo urbanístico.

Son peces de agua dulce que están presentes en todos los continentes excepto en Oceanía.

Durante siglos han sido capaces de soportar condiciones extremas de vida.

Se les conoce como ‘pez que nace con la lluvia’ porque, en algunos casos, sus huevos eclosionan cuando las charcas se vuelven a llenar de agua (en la anterior época de lluvias fueron puestos por los progenitores).

Entre los killis está el vertebrado animal de vida más corta, solo tres meses.

Los killis, peces «que nacen con la lluvia», y que se caracterizan por su enorme capacidad de adaptación al medio en el que viven, se encuentran ahora en peligro de extinción, amenazados en España por la introducción de especies foráneas, la contaminación y el desarrollo urbanístico.

Los killis, vocablo holandés que significa ‘pequeño torrente de agua’, son peces de agua dulce que están presentes en todos los continentes excepto en Oceanía.

Se caracterizan por su gran colorido y capacidad de adaptación y entre ellos se encuentra el vertebrado animal de vida más corta, solo tres meses, que es capaz de reproducirse a la semana de nacer y es objeto de estudio de los científicos que investigan con él el envejecimiento celular.

El presidente de la Sociedad Española de Killis, José Ramón García Gil, explicó esta semana la peculiaridad de algunas especies de estos peces que a lo largo de los siglos han logrado adaptarse a medios tan extremos como el desierto del Valle de la Muerte, entre Nevada y California, donde se llegan a alcanzar los 150 grados de temperatura.

Allí, en el Agujero del Diablo, habita el Cyprinodon Diabolis, «el pez más protegido de EE UU», del que se cuentan entre 150 y 500 ejemplares «en el mejor de los casos».

«Los killis tienen tres tipos de reproducción: anual, semi-anual y no anual», ha indicado. Aquellos que se reproducen de manera anual viven en zonas de África y Latinoamérica, lugares que sólo cuentan con dos estaciones; una época de lluvia y otra de sequía, que están «muy marcadas«.

«Habitan charcas y lagunas que tienen agua el tiempo que dura la estación de lluvias, y cuando deja de llover y las altas temperaturas provocan que el agua se evapore, entonces los peces mueren«, ha señalado.

¿Por qué son ‘peces que nacen con la lluvia’?

Para perpetuar la especie, estos peces entierran sus huevos en la tierra durante la época de lluvias. Cuando el biotopo se seca, los huevos permanecen enterrados hasta que de nuevo se producen las lluvias. Es entonces cuando los huevos eclosionan, «por eso en Latinoamérica se les conoce como los peces que nacen con la lluvia«.

García Gil explicó la razón de este tipo de reproducción: «Esto se produce porque existe una diapausa (un parón en el desarrollo embrionario del huevo que se puede prolongar incluso durante años) hasta que llega de nuevo la estación lluviosa».

Esta peculiaridad en el modo de reproducción ocurre únicamente en algunas especies de killis, según ha asegurado García Gil.

Otras variedades de killis tienen una reproducción semianual (pueden optar por la anual o por desarrollar los huevos en el agua) y por último existe un tipo de reproducción no anual (el desarrollo embrionario se produce siempre en el agua y son peces con una gran capacidad de salto que se mueven entre las hojas hasta encontrar una charca con agua), se localizan en la selva de Sudamérica y en Asia.

En el caso de España, existen tres especies autóctonas que se encuentran en el Levante y la zona sur. Son el Aphanius Iberus, el Aphanius Baeticus y la Valencia Hispanica.

«Estas tres especies se encuentran en peligro de extinción debido a la introducción de especies foráneas, que depredan sobre ellas y las desplazan de los nichos biológicos, la contaminación y el desarrollo urbanístico», ha lamentado.

La Sociedad Española de Killis (SEK) cría en cautividad estos ejemplares para reintroducirlos después en el medio. De esta manera, el año pasado se introdujeron 4.000 nuevos ejemplares.

La SEK participa también con el Zoo de Viena en el programa de conservación del Aphanius Sirhani, del que hace 15 años se contabilizaron únicamente 8 ejemplares que habitan sólo en un oasis de Jordania.

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