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La noticia que os vamos a ofrecer hoy tiene tanto o más interés histórico y geopolítico que científico, empero, en cualquier caso, merece la pena ser analizado desde todos los puntos de vista. ¿No saben lo que es un epónimo?. La nota de prensa de la revista Nature lleva por título “Los epónimos no tienen cabida en la nomenclatura biológica del siglo 21”. En un post de hace más de un decenio, ya os mostramos un ejemplo, como mínimo relacionado con éste y que llevaba por título “El Nacionalismo y la Ciencia (La Ciencia de los Nacionalismos): Bibliografía Sobre la Historia de la Edafología”. En ella os mostramos cuan diferente se vislumbra la historia de las ciencias del suelo en función de la nacionalidad de los autores que la describen. Por poner un ejemplo más, entre miles de ellos, si actualmente el imperialismo español fuera hegemónico, el helicóptero y el submarino, serían patrimonio de la tecnología española, cuando a nivel internacional no es así. Existen miles de ejemplos como este. Si el imperialismo español fuere hoy hegemónico, la aclamada derrota de la Armada Invencible por la inglesa en la batalla de Lepanto, hoy sería la gloria para el reino Español. Empero los ingleses omitieron las tribulaciones de la contrarmada británica, que inmediatamente partió de Inglaterra con vistas a demostrar su superioridad. En el balance de ambos “amigables” encuentros, España ganó por goleada, como recientemente han reconocido los propios británicos en su televisión oficial (BBC) (Por qué el relato de la Armada española es una de las grandes mentiras de la historia). La diplomacia inglesa es tan persuasiva, que, de niño, en el colegio, nos impartían en desastre español en versión anglosajona.

Pues bien, ya en la gráfica con la que encabezamos esta entradilla, se observará que en los nombres de las especies suele dominar el imperio anglosajónAhora bien, si algún evento hubiera cambiado la historia, y el imperialismo dominante en la actualidad fuera francés, alemán, u otro, las denominaciones de las especies serían acusadamente diferente. Por ejemplo, tanto españoles como franceses y británicos realizaron multitud de expediciones con vistas a inventariar los recursos naturales de Latinoamérica y otros continentes. Si hubieran salido victoriosos algunos de los dos primeros, muchas de las denominaciones de las especies serían totalmente distintos. Es decir, muchos taxones biológicos habían sido descritos por historiadores naturales de varias nacionalidades.

No hablo como Patriota español (detesto los patriotismos y sus repercusiones), sino que expongo estos ejemplos por cuanto conozco mejor nuestra historia. Si en el futuro cambiara el imperio que domina el mundo occidental, es decir el anglosajón, estar seguros que habría cambios abruptos en la descripción de la historia. El Gran Hermano de George Orwell siempre ha estado presente, de un modo u otro.  Y si finalmente son los Chinos (…) ¿¿??.

La ciencia es pate de nuestra cultura, mientras los imperios dictaminan en ambas lo que esa apropiado de lo inapropiado. Digamos de paso que imperio viene, por decirlo así, de imponer, y aquellos que mandan dictan las reglas e interpretan los hechos como si sus versiones fueran la única verdad.

Actualmente las denominaciones de las especies son producto de los avatares de la historia de la humanidad. El problema de la denominación de las especies que se denuncia en la revista anglosajona Nature, es digno de encomio, si no se acusara a los franceses, de lo que resulta ser una “franquicia” suya. Ahora bien, lo que no nos muestran los autores es como resolver este gran ovillo abrumadoramente enredado.

Me gusta Nueva York, dado que, al denominar las calles y avenidas por números ordenados adecuadamente, resulta tremendamente fácil orientarse y buscar los lugares que deseas visitar. En cambio, en Madrid, cambian continuamente. La dictadura franquista realizó muchas “mutaciones” callejeras  para mayor gloria del dictador que ganó la guerra civil.  Cuando llego la democracia, más cambios de denominaciones. Actualmente este tema se ha convertido en una guerra de guerrillas esporádica según, tras las elecciones, gane el partido de derechas o de izquierdas. Unos ciudadanos utilicen en algunas calles y plazas unos nombres, y otros, otros.

Reitero que lo que demanda la taxonomía actual, es factible y deseable. Sin embargo, mis tribulaciones devienen de poder alcanzar una solución amigable (en referencia a su uso).  Y aquí lo de los números (…) Seguramente, de no encontrarse una solución viable, lo mejor sería ir poco a poco, paso a paso o esperar una iluminada propuesta. Como veréis los autores se refieren también, y con razón, al efecto indeseable de los colonialismos históricos, racismos, problemas de género, etc. Totalmente de acuerdo. Pero ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Juan José Ibáñez

Continua……….

Los epónimos no tienen cabida en la nomenclatura biológica del siglo 21

Patrícia Guedes, Fernanda Alves-Martins, Javier Martínez Arribas, Sumita Chatterjee, Ana M. C. Santos, Amir Lewin, Longji Bako, Paul W. Webala, Ricardo A. Correia, Ricardo Rocha & Richard J. Ladle

Argumentamos que nombrar especies en honor a una persona específica es injustificable y está fuera de sintonía con la igualdad y la representación.

Reformar la taxonomía para eliminar los epónimos no será fácil, pero podría generar múltiples beneficios tanto para la conservación como para la sociedad. La ciencia a menudo se elogia como la búsqueda de la objetividad: un campo que debe estar separado del valor o la emoción. Sin embargo, las influencias sociopolíticas se infunden en la ontología de la ciencia misma.

En biología, las figuras históricas y contemporáneas a menudo han sido honradas o celebradas al tener una especie o género que lleva su nombre1,2. Los nombres científicos de especies basados en personas reales o ficticias se conocen como epónimos. Proporcionan un registro fascinante del entorno político y cultural de los historiadores naturales y taxónomos desde la época de Linneo. Los epónimos suelen reflejar benefactores, dignatarios, funcionarios, familiares y colegas del autor o figuras culturales conocidas (Fig. 1), una práctica que persiste en la actualidad. Desde una perspectiva contemporánea, esto es potencialmente problemático, ya que muchos de los homenajeados están fuertemente asociados con los males sociales y el legado negativo del imperialismo, el racismo y la esclavitud3,4. Además, la taxonomía del siglo XIX y principios del siglo XX estuvo dominada en gran medida por hombres blancos que, en general, honraban a otros hombres (financiadores, colegas, coleccionistas, etc.) de su propia nacionalidad, etnia, raza y condición social.

Por ejemplo, un estudio reciente ha documentado que más del 60 % de los epónimos dados a la flora de Nueva Caledonia han honrado a ciudadanos franceses y que el 94 % de los epónimos llevan el nombre de un hombre2. La naturaleza problemática de muchos epónimos refleja un público mucho más amplio. discurso, con apasionados debates sobre si y cómo debemos honrar a figuras históricas cuyos valores, acciones y/o creencias son ahora incompatibles con la cultura contemporánea. Por ejemplo, en Sudáfrica, el legado perdurable y muy visible del imperialista británico Cecil John Rhodes (que también tiene especies que llevan su nombre4) se convirtió en el centro de un poderoso movimiento social conocido como “Rhodes debe caer”. Este movimiento incitó a activistas de varias instituciones académicas sudafricanas a retirar los emblemas y las efigies de Rhodes y otras figuras polémicas asociadas con un legado de colonialismo, racismo y otras formas de opresión5. También inspiró a activistas en universidades del Reino Unido6 y de los EE. UU. a hacer lo mismo y expandir sus protestas para incluir figuras históricas asociadas con males sociales como la propiedad de esclavos (por ejemplo, Isaac Royall) y la segregación racial (por ejemplo, Woodrow Wilson)7. En términos más generales, la última década ha visto el surgimiento de numerosos movimientos, tanto locales como nacionales, que buscan eliminar por completo los memoriales controvertidos.

El problema con el inglés: Imperialismo lingüístico

Oponerse al imperialismo epistemológico

Global inequity in scientific names and who they honor

Inequidad global en los nombres científicos y a quién honran

Resumen:

Como piedra angular de la ciencia de la biodiversidad, la taxonomía de Linneo se ha utilizado durante casi 300 años para catalogar y organizar nuestro conocimiento del mundo vivo. En este sistema, los nombres de las especies en sí asumen funciones adicionales, como escribir características del organismo o honrar a los individuos. Aquí, analizamos las conexiones entre las descripciones de las especies de aves y a quién honran desde 1950 hasta 2019 dentro de un contexto de estructuras globales de poder y acceso a la ciencia para cuestionar cómo se designa la autoridad sobre el mundo natural a través de las prácticas de denominación científica occidentales. Encontramos que el 95% de las especies de aves descritas durante este período ocurren en el Sur Global, pero estas especies son descritas de manera desproporcionada y nombradas en honor a individuos del Norte Global. También encontramos un aumento a lo largo del tiempo en los autores del Sur Global, pero los autores del Norte Global continúan ocupando desproporcionadamente los primeros puestos de autor. Nuestros hallazgos muestran cómo la investigación y el trabajo en el Sur Global continúan traduciéndose desproporcionadamente en poder y autoridad en el Norte Global, defendiendo y recreando estructuras imperialistas de dominación.

Abordar estas desigualdades como comunidad científica requerirá reflexión y diálogo colectivo sobre los fundamentos sociales y los impactos de nuestra ciencia.

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Un comentario

  1. El idioma dominante en la ciencia puede limitar el acceso a información y recursos científicos para aquellos que no hablan ese idioma. Esto puede dificultar la participación plena de científicos de otras regiones o que hablan diferentes idiomas en la taxonomía y la investigación científica en general.

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