Políticos y Ciudadanía (La Deteriorada Imagen de la Clase Política Española)

Los científicos ya sabemos sobradamente el valor efímero de las proclamas de nuestros políticos acerca de todo lo relacionado con la ciencia. Personalmente ya he sufrido tres o más crisis económicas, con la consiguiente pérdida de credibilidad de la imagen de los respectivos gobiernos, parlamentarios, etc.  Ahora bien, jamás había asistido a tal masiva indignación ciudadana contra las actitudes de nuestros gobernantes. ¡Jamás!, en democracia. Hoy día 11 de marzo de 2011, se han previsto organizar manifestaciones en varias ciudades españolas reprochando su actitud, con independencia del partido político al que pertenezcan. Dicen que vienen a servir pero no a servirse. Ahora bien, aun en el caso de que en su mayor parte fueran honestos, como dice el refrán, no basta con serlo, sino también hay que aparentarlo. Y la ciudadanía, con independencia de la ideología de cada cual, comienza a  dudar mucho de sus intereses. Se trata de un asunto sumamente grave, del que no se escapa partido político alguno, ni tipo de administración (Estatal, Autonómica o Municipal). Lo mismo es válido para sus señorías. Sin embargo, no parecen ni tan siquiera ser sensibles al hastío de la ciudadanía, lo cual deteriora más aun la situación.

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Indignación Ciudadana

Comienza a ser harto frecuente, hablar con amigos o entrar en un establecimiento y contemplar la indignación ciudadana que más o menos viene a resumirse ¡son todos iguales!. Resulta curioso que el mismo día previsto para que el pueblo proteste, salgan en la prensa los datos de los ciudadanos más ricos de este país. España vive momentos económicamente muy graves. Empero en lugar de aunar fuerzas para salir de tal crisis, los dirigentes de los partidos políticos siguen “erre que erre” con sus mutuos reproches, rayanos entre el insulto y la chabacanería. Del mismo modo, los partidos nacionalistas no se escapan de ofrecer una imagen igual de deplorable. Con independencia de la legitimidad-ilegitimidad de sus reivindicaciones, o de que estas sean razonables-irrazonables que sean, cabría señalar que la mayor parte de los ciudadanos desean que se alcancen soluciones frente, al paro, inflación, pérdida de poder adquisitivo, retraso en la edad de jubilación, incremento de las tasas por doquier y otros graves asuntos que les afectan. Tampoco debe olvidarse el peso de la deuda autonómica en la depresión que nos afecta y que deteriora aun más la credibilidad financiera del conjunto del Estado (vease la nota de prensa que ha publicado, justamente hoy, esa “extraña” agencia privada denominada Moody´s, justamente hoy). Digamos pues que no se trata de una rabieta, sino de una ineficacia que a nivel mundial resulta ser vox poluli No estaría pues de más que sopesaran plantear una “moratoria”, que no concesión y se plantaran subir a un carro aun por construir en el que todos trabajáramos en la misma dirección: ¡salir de la crisis y mantener la sociedad del bienestar!, que tanto tardamos en alcanzar, pero que se diluye como un terrón de azúcar en un café caliente.

Sus señorías tampoco se bajan los sueldos y rechazan cualquier tipo de iniciativa que merme sus ingresos actuales y futuros. Eso sí, a los funcionarios del estado se les rebaja el suelo, mientras millones de ciudadanos van al paro. Cabría recordar que esta crisis financiera es, en gran parte, fruto de especulaciones inmobiliarias (léase “el ladrillazo”) entre constructores, banqueros (véase la lista de los españoles más ricos) y la “aparente connivencia del poder. La corrupción urbanística, aunque también otras, salpican prácticamente a todo el espectro político, y tipo de administraciones. Empero nadie escucha de nuestros líderes adoptar medidas drásticas para atajar este cáncer. Se perpetúan en sus respectivas descalificaciones mutuas: “pues tu más”, no tu más, pues tu más”, no tu más (..)”. Son como críos mal educados, o al menos se afanan en parecerlo.

Y la pregunta del millón que se planean millones de ciudadanos resulta ser: ¿pero algo deben haber hecho bien, no?. Y uno comienza a cavilar (soslayando casos irritantes como la denominada “Ley Sinde”), devanarse los sesos y (….). Suspendemos en la formación educativa de niños y jóvenes, nuestras universidades se encuentran en puestos vergonzantes de los rankings internacionales, no sabemos parar el dopaje de los muchos atletas, etc., que terminan por desacreditar todo el deporte español, y suma y sigue, y suma y sigue, tampoco se gravan fiscalmente las rentas más altas, cayendo el peso de los recortes sobre el ciudadano de a pié (…), empresas, entidades financiaras y grandes compañías se reparten pingues beneficios a la primera oportunidad. Eso si, a la hora de aprobar leyes o a golpe de decretazos (que a la postre no generan alivio alguno) no gana nadie a nuestros políticos. Lógicamente el ciudadano se pregunta ¿es que esta todo podrido?.

En momentos tan difíciles y cercanos a las elecciones municipales, autonómicas y tras ellas las Estatales ¿nadie ha pensado si necesitamos algún tipo de gobierno de coalición que englobe a todos los partidos mayoritarios, y los que haga falta (léase también algunos de corte nacionalista)?. Pues parece ser que por ahí no pasan. Se me antoja increíble.

¿Para esto luché en mis años universitarios por una democracia? ¿Para esto perdí la audición a base de golpes? ¿Para esto me dañó irreversiblemente la espalda la policía franquista?. Comienza a correr por ahí un chista macabro que, más o menos, viene a decir que entre una democracia y una dictadura la única diferencia estriba en que los gobernantes, antes de imponer sus criterios, unos te invitan a votar y otros no. Y esto es muy grave.

Finalmente, permitirme una última reflexión que me angustia sobremanera, aunque sobradamente corroborada por los libros de historia. Cuando una ciudadanía que vive en democracia deja de creer en sus gobernantes, devienen las dictaduras, o alcanzan el poder personajes sinuosos, como ha ocurrido no hace mucho tiempo en un país vecino. Y entonces, al margen del pueblo, también pagan las consecuencias sus ineficaces gobernantes. ¡Nadie se encuentra a salvo!. Mejor pues dar ejemplo porque si no todo se viene abajo.

No, no iré a la manifestación. Empero con ganas me quedo. Lo que ocurre es que ni es el mejor día (11-M), ni deseo escuchar insultos y descalificaciones brutales. Ahora bien, las redes sociales ya han demostrado su eficacia cuando el ciudadano para de la hartura al hastío, de ahí a la indignación y finalmente a la cólera. Si no cambian las cosas toda será cuestión de tiempo. Roguemos pues para que nuestros gobernantes reflexionen y bajan de la inopia, ya que  nadie desea que el panorama se deteriore hasta límites insoportables.

Juan José Ibáñez

MANIFESTACIÓN PARA EL VIERNES 11 DE MARZO DEL 2011 A LAS 20:00 HORAS EN TODAS LAS CIUDADES ESPAÑOLAS». SI NO LO HACEMOS NOSOTROS ¿QUIEN LO VA A HACER?

PD. Al poner en Google imágenes “indignación popular corrupción” vean ustedes el espectáculo

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