Muchos ciudadanos y colegas no parecen ser conscientes de que las prioridades de investigación en una determinada disciplina científica no son marcadas por los intereses de los propios expertos, o de la lógica de su progreso racional, sino por las meras posibilidades de alcanzar financiación. Si una ciencia no se encuentra entre las que, en un momento dado, interesan a las agencias financiadoras (públicas y privadas), su progreso se estará cortocircuitado. Dicho de otro modo, a falta de recursos financieros los objetivos deben adaptarse a tal “precariedad”, por lo que para su comunidad de intereses, las prioridades divergen de lo razonablemente deseable. Resumiendo, que las directrices de las ciencias precarias se encuentran lastradas. Acostumbrados a que los medios de comunicación y las agencias financiadoras publiciten la “ciencia sexy”, el ciudadano desconoce la verdadera realidad que padecen otras ramas del conocimiento, adquiriendo la impresión, de que o se trata de líneas agotadas, de escaso interés, o simplemente que sus prácticamente no atesoran el talento necesario como para hacerlas progresar (aunque parezca mentira conozco a «expertos» que juzgan con tal ligereza). Sin embargo, existe otro aspecto preocupante en el que casi nadie suele reparar.  Se trata de que tal desvío de los objetivos científicos lógicos den lugar a que puedan alcanzar el poder grupos de presión o escuelas invisibles, que de otro modo estarían en segundo plano. Y al producirse tal vicisitud, estos lobbies comienzan a lanzar el mensaje de que son ellos los que atesoran la razón, frente a los defensores de otras perspectivas, cuando resulta no ser cierto. A veces, las perversiones generadas son de extrema gravedad. Este es el caso, tanto de la ciencia del suelo, como de los inventarios de biodiversidad (la injustificada crisis de la práctica taxonómica), entre otras materias. Veamos de qué hablo.

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Edafólogos de campo fotografiando un perfil de suelos. Conferencia Internacional de Geografía de Suelos. México 2009. Foto: Consuelo Ibáñez

Comenzaré ciñéndome al caso que obviamente conozco mejor, que es el de la ciencia del suelo. Ahora bien, existen otros muchos, más de lo que la mayoría de los ciudadanos pudieran imaginarse.

Pues bien, en el ámbito de la edafología, la edafometría, o por hablar en términos más coloquiales, una edafología matemática sesgada hacia ciertos objetivos muy concretos, se ha alzado con el poder, ya sea en las altas instancias de la asociación que reúne a este colectivo de investigadores (IUSS), ya en bastantes de las revistas de alto prestigio, ya en el liderazgo de los proyectos internacionales mejor subvencionados (léase por ejemplo, New Digital Soil Map of the World). Hablamos de un verdadero lobby, se mire por donde se mire. Parte del aparataje matemático que utilizan estos colegas se basa en la geostadística, cartografía digital de suelos, funciones de edafotransferancia y otras herramientas más o menos relacionadas.

Ahora bien, con independencia del interés intrínseco que pudiera atesorar la oferta de los edafometras (que no de todos los edafólogos matemáticos), uno de los principales valedores resulta ser la susodicha “precariedad” que padece nuestra disciplina. Uno de los problemas que padece la edafología deviene de la falta de inventarios de suelos actualizados (lo mismo ocurriría con los colegas de campo que intentan estimar la biodiversidad). Los mapas edafológicos que cumplían tal misión en el pasado, han quedado caducos por la falta de recursos financieros con vistas a mejorarlos o llevar a cabo otros nuevos que los reemplacen.  Obviamente existen excepciones a esta regla en algunos países. Sin embargo, tal hecho no afecta al devenir natural de la disciplina. Aquellas cartografías se basaban en clasificaciones ya obsoletas en las que los edafotaxa (tipos de suelos) eran clasificados conforme a criterios, rasgos, parámetros y variables concretos que no sirven para resolver las demandas que en materia de información edafológica exigen actualmente los usuarios. Del mismo modo, los avances de la edafología han mostrado que la densidad de muestreo con que se realizaron aquellos inventarios o levantamientos espaciales resultan ser muy pobre como para dar cuenta de la edafodiversidad de los territorios estudiados, con independencia de su escala.  Sin embargo, la cartografía que actualmente se requiere demanda inversiones muy generosas, iniciativa que las entidades financiadoras no desean asumir desde hace muchas décadas. Y aquí viene el problema.

La geoestadística, inicialmente aplicada a la agricultura de precisión, permite inferir (aunque con numerosas incertidumbres) tanto el valor de variables poco muestreadas (funciones de edafotransferencia) como el de los valores de ciertas variables en localidades concretas no muestreadas, aumentando así (al menos en “apariencia”) tanto la densidad de las observaciones, como el número de variables de los que se tiene información (aspecto más que discutible, pero que soslayaremos aquí, por cuento no afecta a nuestro discurso de hoy). Como producto de todo ello, o se hacen uso de los antiguos mapas o se mejoran por estas vías edafométricas, que demandan más inferencias matemáticas que muestreos de campo. Muchos de los lectores asiduos conocen ya mi opinión al respecto, la cual fue plasmada, preferentemente en los siguientes post.

Agricultura de Precisión y Suelos

Funciones de Edafotransferencia (FET)

Agricultura de Precisión, Modelos Digitales del Terreno y Producción Agropecuaria

Cartografía Digital de Suelos y Cartografía Predictiva de Suelos (Digital Soil Mapping and Predictive Soil Mapping)

Presunto Mapa Global Digital de Suelos del Mundo “GlobalSoilMap.net”, buscan información Edafológica Desesperadamente

Blogs de Ciencia: Los Éxitos y sus Problemas Inherentes

Sobre el Mapa Digital de los Suelos del Mundo: Contestando a D. G. Rossiter y A. Hartemink

Privatizando el Procomún de las Comunidades Científicas. El Caso de la Edafología (Contestando a Rossiter sobre el “Presunto” Nuevo Mapa Digital de los suelos del Mundo)

Zona Crítica Terrestre y El Futuro de la Edafología

Pues bien, a raíz de tal precariedad, los edafometras comenzaron a adquirir un protagonismo desmesurado, que nunca hubieran alcanzado de estar hablando de una ciencia bien dotada económicamente. De haberse dado este último caso, otros protagonistas y líneas de investigación acapararían mucho más interés, como lógica consecuencia de una materia floreciente, que no en crisis. De tal aserto hecho no se desprende que se transformaría la ecuación, reemplazando la edafometría por los expertos en elaborar los inventarios georeferenciados (cartografía clásica en formato digital). La edafometría ayudaría a mejorar los nuevos mapas, aunque jamás podría reemplazarlos.  Ahora bien, con toda esta información, otras subdisciplinas de la edafología, que actualmente se encuentran estancadas, y como corolario desacreditadas, podrían progresar conforme a una lógica científica mucho más racional.

Sin embargo, las proclamas de los edafometras, que han hecho de la necesidad de otros la virtud propia, se desmoronaría como un azucarcillo en un café. El comportamiento de este colectivo, con vistas a conseguir su posición de privilegio, se basa en denostar los productos viejos y ofrecer los suyos como “buena ciencia” y única alternativa indiscutible. Se trata de propaganda mal intencionada, por cuanto las “inferencias” (basadas en modelos numéricos) no pueden competir con unos buenos datos “reales”·de campo, consistiendo tan solo en una aproximación bastante grosera a falta de productos de mejor calidad que la “precariedad” no permite elaborar.

Sin embargo, este lobby, una vez alcanzado el poder, intentará torpedear a toda costa que la situación cambie, si no es en su propio beneficio, subsumiendo a una buena parte de la comunidad de edafólogos a sus caprichos e intereses. Y esto es sencillamente lo que la edafología, a falta de otros recursos, esta padeciendo. Si se analizan revistas como Geoderma a lo largo del tiempo, se podrá observar un rápido decrecimiento de los artículos relacionados con la edafología a favor de los “edafométricos, desde la década de los años noventa. Tal hecho tan solo se produjo cuando los edafometras comenzaron a ocupar los puestos de editores. Sin embargo, tal colectivo argumenta que si se publican más sus productos resulta ser por su calidad, como la revisión por iguales justifica. Sin embargo los referees o evaluadores son elegidos arbitrariamente por los propios editores, por lo que tales proclamas devienen en tendenciosas. El drama deviene por el hecho de que la mayoría de los miembros de este colectivo no atesora ni la más remota idea de lo que es un suelo, y menos aun de clasificarlos en el campo. Lo mismo podría decirse para el caso de los análisis de biodiversidad. Obviamente siempre existen excepciones que confirman la regla.

Un cambio de escenario

Como ya os comenté en un post bastante reciente, pudiera ser que el escenario favorable a los edafometras pudiera cambiar si los gestores de la política científica dieran un fuerte respaldo a la iniciativa que anunciamos en el siguiente post: “Alianza Global por el Recurso Suelo (The Global Soil Partnership)”. También sería posible que se respaldara, independiente y/o simultáneamente con esta última, otra novedosa iniciativa norteamericana de gran interés denominada Zona Crítica Terrestre. ¿Qué ocurría en estos dos últimos casos? Sencillamente que no se tardaría mucho en cambiar la agenda de prioridades, siendo sexy lo que los edafometras denominan anacrónico, mientras que sus intereses y poder desproporcionado pasaría (más o menos paulatinamente) a un segundo plano.

El Caso de la biodiversidad y la taxonomía

Un caso análogo acaece por desgracia en el ámbito de los inventarios de biodiversidad. Los taxónomos en biología resultan ser otro colectivo en crisis. Por mucho que se diga lo contrario, descubrir nuevas especies no es considerado un tema prioritario por nuestros gestores en materia de política científica. De este modo, la masa crítica de expertos ha decaído hasta límites dramáticos (como en el caso de la edafología). Del mismo modo, el Factor de Impacto (FI) de las revistas taxonómicas se encuentran por los “suelos”, por lo que resulta bastante difícil la promoción de sus practicantes, que son denostados por otros colegas. ¿Quiénes? Generalizando bastante, digamos que por aquellos modelizadores numéricos que intentar predecir (vaticinar, sería una palabra más adecuada) la biodiversidad (o su pérdida) en base a sus juguetes matemáticos, así como por los biólogos moleculares al pretender hacer creer a esos gestores y al ciudadano que en base a fragmentos minúsculos de DNA se pueden distinguir y clasificar las especies biológicas (falacia sublime). El lector debe percatarse de la gran similaridad entre este caso y el que aquí os hemos narrado. Líneas de investigación que debieran ser auxiliares del trabajo principal llevado a cabo por taxónomos y edafólogos de campo, se convierten en aras de la precariedad en temas prioritarios. Pero hay más, muchos más.

A modo de resumen

Las prioridades de una ciencia no obedecen exclusivamente ni a racionalidades científicas, ni sociales. El interés que despierta una disciplina entre los gestores de la política científica marca su devenir, por cuyas rendijas se introducen colectivos oportunistas. Del mismo modo, lo que es prioritario o no en el seno de una ciencia se encuentra marcado por la “precariedad-bonanza” que atesore-disfrute. De aquí, que las manifestaciones de los que ostentan el poder deban ser siempre cuestionadas.

Juan José Ibáñez

 

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Un comentario

  1. […] Muchos ciudadanos y colegas no parecen ser conscientes de que las prioridades de investigación en una determinada disciplina científica no son marcadas por los intereses de los propios expertos, o de la lógica de su progreso racional, sino por las meras posibilidades de alcanzar financiación. Si una ciencia no se encuentra entre las que, en un momento dado, interesan a las agencias financiadoras (públicas y privadas), su progreso se estará cortocircuitado. Dicho de otro modo, a falta de recursos financieros los objetivos deben adaptarse a tal “precariedad”, por lo que para su comunidad de intereses, las prioridades divergen de lo razonablemente deseable. Resumiendo, que las directrices de las ciencias precarias se encuentran lastradas. Acostumbrados a que los medios de comunicación y las agencias financiadoras publiciten la “ciencia sexy”, el ciudadano desconoce la verdadera realidad que padecen otras ramas del conocimiento, adquiriendo la impresión, de que o se trata de … [Seguir leyendo…] Compromiso social por la ciencia Master Site Feed Posts […]

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