Sobre la Calidad Científica y los Sistemas de Valoración de I+D

Hola a todos, es difícil seguir a Juanjo en sus reflexiones que casi a diario manda a la pagina weblogs. Las últimas que he leído no solo habla del suelo, que también, sino de otras cuestiones relacionadas con la divulgación científica y el impacto que la ciencia debería tener en el contexto social. Es, como podemos leer, una visión crítica del papel que las grandes editoras de revistas científicas están jugando en el mundo de la comunicación especializada.

La propuesta que nos hace, es aplicar nuevas estrategias en la divulgación de los resultados científicos para que no sean las editoriales quienes marquen la calidad de la investigación, sino la realidad objetiva de los datos. En otras palabras, no necesariamente tiene que ser mejor trabajo científico el publicado en una de las revistas con alto índice de impacto, sino el trabajo que aporte mejores caminos en la resolución de un problema, independientemente del tipo de publicación.

 

Son estas reflexiones importantes, que nos aproximan a una realidad, en muchos casos muy diversa, que no debemos analizar desde posiciones demasiado dogmáticas.

 

Por decir algo en este terreno, únicamente plantear una pregunta que en ámbitos de la investigación preocupa. ¿Quien debe valorar la calidad de la aportación? , y consecuentemente, que se valora de esa aportación. Las respuestas son complejas, los equipos editores están constituidos por expertos en los temas específicos de la publicación, por tanto, se supone que tienen capacidad suficiente para determinar el nivel científico del trabajo, y también se supone que su filtro es necesario para mantener el prestigio de la publicación. Y esto que parece fácil, no lo es en todos los casos, como siempre los extremos son obvios, el problema surge con las aportaciones cuya incidencia científica, ni es evidente, ni parece decisiva. Es decir, la mayoría de los trabajos que se envían y se publican en cualquiera de las revistas de impacto.

 

El sistema de selección no es igual, cada revista tiene sus propios criterios, y publicar en una de ellas tiene muchas veces más que ver con la moda del momento, o con el nombre de los firmantes. Esto que en principio no tiene porque ser malo, representa una dificultad, en muchos casos insalvable, para muchos investigadores cuyas líneas de trabajo no están entre las consideradas preferentes. Y el problema que surge es grande, quien no publica no existe, y por tanto no tiene posibilidad de proyectos, ni de dirigir tesis, ni de mantener el nivel que se le exige en su actividad profesional. Las consecuencias de esto, lo dejamos para otro día. Hoy no hablamos del suelo.

Antonio López Lafunete

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