Sobre los Comentarios de Antonio López Lafuente

Hoy Antonio nos hace unos interesantes comentarios sobre la valoración de la actividad científica. Coincido plenamente con él. Pero aún voy a ir más lejos, por cuanto somos grandes amigos y hemos tratado este tema en agradables veladas nocturnas tras una buena cena.

Los comentarios de Antonio, sí tienen que ver con la edafología y otras ciencias afines en muchos aspectos. Sinceramente creo que los sistemas de valoración que se utilizan en bastantes países, como es el caso de España, distan mucho de ser los más aconsejables. Cuando se confunde buena ciencia con publicaciones, se avanza por un camino tenebroso que perjudica a muchos científicos y que en mi opinión va en contra de la propia calidad científica.

 

Son aquellos que más publican en revistas de impacto internacional los que defienden que la valoración de la actividad científica, y por tanto la promoción profesional de los científicos debe basarse exclusivamente en el número de publicaciones de revistas indexadas en la ISI database (Institute of Scientific Information). Pues bien permítanme que les recuerde a aquellos ciertos aspectos que por su propio beneficio, parecen tener perseverancia por ocultar.

 

Hace aproximadamente una década, el propio Eugene Garfield (Eugene Garfield, Ph.D. – Home Page: http://www.garfield.library.upenn.edu/), fundador del ISI, impartió una conferencia en la Residencia de Estudiantes del CSIC. Tras finalizar, Garfield contestó algunas preguntas ciertamente interesantes. Una de ellas concernía si él consideraba que la actividad científica debía ser evaluada bajo los criterios ISI exclusivamente. Su respuesta fue rotunda y debería resonar en las cabezas de todos aquellos que defienden que un único criterio puede ser útil para valorar un tema tan complejo como la propia actividad científica. Su respuesta debería servir de materia de reflexión para todos y fue: ¡NO! Seguidamente comentó que se trataba de un criterio a tener en cuenta entre otros muchos. Entonces ¿Por qué nuestros gestores de la política científica y muchos investigadores de ciencias de alta cobertura mediática son más papistas que el Papa. Simplemente porque les interesa. Utilizan el criterio que más les beneficia a la hora de defender sus intereses. Y es lógico, en una sociedad en donde la carencia de fondos para investigación es palmaria vale todo: al menos para algunos.

 

Sin embargo, por la boca muere el pez. Y el caso español es extraordinariamente ilustrativo. Se utilizan para valorar nuestra actividad, el número de artículos en revistas indexadas y el impacto de estas. Pues bien vamos a analizar el tema en profundidad: La mayoría de los artículos publicados en estas revistas de prestigio, no son jamás citados, salvo en algunos trabajos posteriores de sus propios autores. Enn otras palabras, su impacto en el seno de la comunidad científica internacional es «0». Muchos opositores optan a una plaza en la Universidad y algunos OPIs con muchas publicaciones de impacto prácticamente nulo. Sin embargo otros opositores se presentan  con unos pocos trabajos pero que han sido citados abundantemente en muchos artículos firmados por otros autores. ES decir sus publicaciones han tenido éxito. ¿Quién suele salir airoso de tales publicaciones?. La respuesta es contundente, en la mayoría de los casos los firmantes de trabajos mediocres. Es ¿justo?. En mi opinión es como comparar a escritores de noveles rosa con aquellos que hacen literatura de alta calidad. Sinceramente creo que es indecente.

 

Defendí mi posición en ciertas conferencias y a estos amantes de las publicaciones en churrera (llamadas a menudo «salami» a nivel internacional) les denominé: La mediocridad cualificada. Total que me gané bastantes enemigos (una vez más). Pero sigamos con los subterfugios de los integristas de la base de datos ISI.  Imagínense que yo opto a promocionarme a una plaza del CSIC (mi institución) publicando en las mejores revistas del mundo de mi especialidad (la edafología). Supongamos que me presento con unos treinta «papers», pero con varios de ellos superando las 20 citaciones en revistas indexadas. Resulta que estas las revistas de ciertas especialidades, por su propia naturaleza tienen un índice de impacto bajo comparadas con las de otras. Imaginemos que otro candidato (por ejemplo de geofísica) oposita con el mismo número de publicaciones pero prácticamente no citadas en otras revistas de la base de datos ISI. Obviamente el impacto en la comunidad científica de la contribución de este último puede considerase nula. ¿Quien suponen ustedes que tiene más posibilidades de aprobar?. Obviamente aquel cuya investigación deja menos huella, pero que es más «aparente». ¿Se puede hablar de que se aprueba al más apto? Juzguen ustedes el disparate.

 

Pues bien, esto viene ocurriendo «ad nausean» y luego hablamos de caza de talentos, fugas de cerebros, etc. Absolutamente lamentable y mísero. Un día pregunté a un amigo biólogo molecular de prestigio, cuantas citaciones tenían sus trabajos. Luego le comenté las que tenían los mejores míos. Triplicaba sus cifras. Pero como soy edafólogo (.) y publico menos y aunque sean las mejores revistas de esta ciencia, como ocurre en otras muchas, tienen bajo impacto (.) son lentejas.

 

Las mejores aportaciones científicas han sido frecuentemente machacadas por su establishment en su momento. Solo tras años de espera, lucha y frustración fueron reconocidas e hicieron famosos a sus creadores.  Por tanto buena parte de los talentos de mayor creatividad han sido y lo son machacados por los mediocres que les basta con «colar» (término que lamentablemente usan muchos churreos de nuestro ramo) para promocionarse y alcanzar después un puesto para evaluar el trabajo de otros inmerecidamente. ¿Es este el mejor sistema?. Ustedes deciden. Me muerdo la lengua ya que espero con ganas que alguien se de por aludido y salte. Recordemos para finalizar este punto que un artículo con veinte citaciones (soslayando las de los propios autores) es considerado como de éxito por el Propio ISI.  Si alguien quiere saber lo que ocurre con la «Ciencia en España», debería mirar primero nuestro puesto en el ranking mundial de número de publicaciones indexadas, para después hacer lo mismo en el del impacto de los trabajos por sus citaciones «explicitas». Podrán comprobar la trampa. ¿porqué no se habla de esto?. ¿Porque no hacemos autocrítica?. Porque muchos de los evaluadores y los que ostentan el poder en materia de política científica pertenecen a la mediocridad cualificada. No se trata de argumentos subjetivos, por cuanto son objetivos y fácilmente cuantificables ¿Porqué suelen ocultarse? La última plaza de edafólogo «sensu stricto» que ofertó el CSIC, fue la que aprobé yo personalmente en 1986. Al parecer hacia ya años que no se convocaba otra de esta especialidad. Total más o menos un edafólogo entra al CSIC cada 25 o 30 años. ¿Qué le puedo decir yo a un joven brillante investigador que quisiera hacer una Tesis Doctoral conmigo? ¿Qué futuro profesional le espera cuando no en todas las ramas del conocimiento se publica con igual asiduidad?. La respuesta ya la conocen. Yo tengo todos los «gallifantes» que he pedido. Que nadie se equivoque. Pero eso por sí mismo, tal como se evalúan pudiera significar «impacto 0«. No es el caso afortunadamente, cosa que no pueden decir otros que se han promocionado a escalas superiores antes que yo.

 

Pero Antonio va más allá y con razón. Estamos asistiendo en España a una reestructuración de ciertos OPIs, para que sean más «competitivos». Investigadores y técnicos con 40, 50 años y más se ven obligados ahora a hacer sus tesis con premura (cuando nadie se las había pedido antes) e intentar introducirse en un marcado que a penas conocen a una edad en la que ya es difícilmente posible. ¿Qué hacían antes: tocarse las narices? Pues no. Trabajaban (al menos muchos de ellos) honestamente llevando a cabo las tareas para los que fueron captados por su institución y que eran fundamentales para generar una infraestructura imprescindible para que los investigadores de otros OPIs. Tal es el caso de los mapas geológicos del IGME. ¿Quién los va a hacer ahora?. Pongamos tan solo un ejemplo dentro del propio CSIC, y en un tema de alta cobertura mediática.

 

Nadie dudará que la pérdida de biodiversidad sea un tema vigente. Para inventariar el número de taxones biológicos hacen falta taxónomos. Pero resulta que los taxónomos no suelen publicar mucho. Descubrir especies, géneros, familias, etc. nuevos, no es tarea fácil. Las revistas que los publican tampoco tienen un gran impacto. Por lo tanto, mutatis mutandi cada vez hay menos taxónomos, y no solo en España, sino en todo el mundo. Cabe pues preguntarse: ¿como es posible monitorizar la pérdida de biodiversidad sin un inventario previo de la misma?. Señores seamos serios, no se puede comenzar la casa por el tejado. Existen ramas del conocimiento en las que publicar no es tan importante, como lo son todas aquellas ligadas al territorio. Sin embargo mantener su masa crítica es imperioso en cualquier sistema nacional de I+D+I.   Creo, por tanto que «Estamos Perdiendo el Norte«. Y este es el caso de los inventarios y cartografías de suelos. ¿Nos dedicamos (suponiendo que hay financiación) a hacer esta tarea básica, o la abandonamos ya que de realizarla jamás ascenderemos en nuestra «empresa». La respuesta la tienen nuestras autoridades. Que luego no hablen de falta de competitividad, La única que se pide actualmente al investigador es publicar en revistas indexadas, y como hemos visto gran parte de ella tiene un «impacto 0«. Sencillamente lamentable. ¿Qué clase de competitividad se demanda a un investigador del CSIC que trabaja en Ciencias de los Materiales?: «Crear nuevos materiales útiles o que publique más?. No necesariamente van ligadas la una a la otra y menos cuando el «criterio del impacto 0» no se aplica. Antonio, tienes toda la razón.

 

Lamento  que me saliera un alegato apasionado. Empero a mi lado veo sufrir a muchos buenos investigadores, sujetos al imperio de la mediocridad cualificada.

 

Juanjo Ibáñez  

 

(Esta nota muy posiblemente me pasará factura. Tiempo al tiempo)

 

Compartir:

Deja un comentario