5 de Junio: El día Mundial del Medioambiente. Los Medios de Comunicación dicen Que se “celebra” ¿Pero es que hay algo que celebrar? ¿El que? ¿Qué estamos destruyendo el planeta? ¿Qué no cumplimos nada de lo que acordamos? Varios de Mis colegas intentan lograr que el PNUMA se pronuncie sobre un “Día Mundial de los Suelos”, o mejor aun, una “Convección de Suelos” (“Soil Convention”). ¡Otro más! Mientras tanto los políticos y los pseudocientíficos mediáticos (vamos, los que se matan por salir en la foto, que suelen haber hecho su carrera en los despachos, y se afanan por declarar las atrocidades que inflingidos al ambiente para aparecer en los mass media) preparan sus discursos: “Otro día de celebridad” Hipocresía pura. Y si no que escuchen la voz de una naturaleza.

¡Como nos gusta hablar de Días Mundiales! Cuantos más feos se ponen determinados aspectos, nuestras autoridades declaran, tal o cual fecha, como día mundial de tal o cual desaguisado y ahí acaba todo. Se antoja como una mera anécdota el tema de la dedicatoria. Parece que de esta manera, los ciudadanos de los países desarrollados nos sacudimos del horror, la injusticia y la pobreza que generamos a nuestros congéneres y/o al ambiente. Antaño, el pecador hipócrita iba al templo de turno, oraba, encendía una vela, salía reconfortado y volvía a pecar como si tal acto litúrgico le diera bula para ello. La sociedad laica observa ya inmunizada como mueren millones de niños, se trata vejatoriamente al género femenino, se pisotean los derechos humanos y se empobrecen millones de personas. Las guerras proliferan por doquier: nos matamos a causa de los más peregrinos y zafios pretextos, y entonces declaramos un día concreto como mundial de: el niño, la mujer. el agua, la desertificación, el clima, la biodiversidad, los derechos humanos, o lo que sea, y zanjamos nuestras conciencias.   Cuanta hipocresía. No tenemos remedio. El medio ambiente, aquel del que nos nutrimos y disfrutamos, se deteriora a marchas forzadas ante la impasible mirada de toda una sociedad que lo depreda insaciable e inmisericordemente. Ya no se trata tan solo de acusar a los políticos o a las crueles multinacionales. Todos somos responsables. ¿Día Mundial del Medio Ambiente?; bueno ¿y que? ¿Qué celebramos? Porque eso es lo que parece cuando algún locutor televisivo exclama “Hoy se celebra el Día Mundial de algo o de alguien”. Pero el año tiene 365 días y estamos rellenando nuestro macabro santoral a marchas forzadas. Un año ya no es suficiente como para purgar hipócritamente nuestros innumerables pecados. Tenemos la agenda repleta. Recuerdo que, cuando era joven, me indignaba ver a ricachonas con abrigos de visón postulando para tal o cual noble causa. Ahora somos toda la sociedad. Nadie se libra, al menos en los denominados países desarrollados. Es decir los que vivimos a costa de empobrecer a otros. Los mismos que devastamos sus recursos naturales, como antaño sus metales preciados, diamantes, etc. Unos pocos vivimos a costa de otros muchos. Y lo peor es que proclamamos que vamos hacia un desarrollo sostenible. ¿No sería mejor decir depredación insostenible?. Cada Convección de las «narices» genera nuevos puestos de burócratas generosamente pagados, en su mayoría de los países ricos, con algunos sicarios de los más deseredados que se venden por un plato de lentejas.

 

¿Qué paso con el espíritu de la cumbre de Rió de Janeiro? Unos quince años después podemos alardear ufanos de que hemos incumplido todos y cada uno de los Protocolos y Convenciones que firmamos. Hasta se reconoce públicamente sin la menor vergüenza. Recibo algunas revistas electrónicas sobre medioambiente de Latinoamérica. Los datos son escalofriantes: industrias petroleras desvastando el entorno, selvas vírgenes desmontadas para saciar las demandas de soja transgénicas que cubrirán las necesidades de los países ricos y todo tipo de tropelías que uno pueda imaginarse.  No hablemos ya del continente olvidado, en donde toda crueldad no es solo posible, sino probable o segura (eso sí tenemos centaneres de sociedades para la defensa de los derechos de los animales). Supongamos que hablo de África.  El día cuatro a mediodía, los telediarios nos ofrecen todo tipo de barbaridades juntas y revueltas. Hablan del Día mundial del “Medio” Ambiente (y el vocablo es más que afortunado, ya que el otro “medio ha sido ya devorado por nuestra insaciable codicia”) pero, entre tanto drama y catástrofes ambientales sin fin, introducen cuñas sobre las penurias y vejaciones de las mujeres en muchos países africanos. Ahora resulta que las mujeres son parte del medioambiente, es decir no son humanas. Hace calor, enchufo el aire acondicionado tras ver una hora antes las carreras de los campeonatos mundiales de motociclismo. Nuestro colega de weblogs “Ruiz Elvira” me mata por tal despilfarro de energía. Las familias comen ya acostumbradas, e incluso alienadas por la cultura del “catastrofo”. Parece que disfrutamos. Luego un culebrón o un programa “rosa” para completar la sobremesa. ¡Fabulosa concienciación la nuestra!

 

Hace años, me presionaron, desde un partido de izquierdas, con vistas a que formara parte de una ONG que iban a crear. En la primera reunión se hablaba de conseguir dinero para abastecer a la «Nicaragua Sandinista» con 1.000.000 de lapiceros. Luego nos fuimos a homenajearnos a un restaurante nada barato. Al final de la “restauración” interpelé a la veintena de comensales: ¿Cuantos lapiceros podríamos haber comprado con el precio de esta cena? Obviamente no les hizo ninguna gracia. A mi ellos tampoco. Otra aventura más breve que un coito interruptus.

 

Vivimos en una sociedad en donde la hipocresía es una virtud políticamente correcta. Hace un par de años, el CSIC realizó una encuesta, muy bien diseñada, sobre el interés de los españolitos por la ciencia y el medio ambiente. Los resultados eran estremecedores. Los encuestados, en su inmensa mayoría, declaraban estar muy preocupados por la salud del planeta y por la falta de respuesta gubernamental por incentivar el I + D + i. Decían leer más noticias en la prensa, ver la televisión, y escuchar la radio en lo concerniente a estos temas que en lo referente a materia deportiva. Ya estamos todos concienciados ¿o no? Tan solo basta comparar sus declaraciones con los índices de audiencia para darnos cuenta de la verdad. Mera hipocresía ciudadana.         

 

Reitero, un día, no hace mucho tiempo, a un grupo de edafólogos ilustres se les ¡escurrió! la original idea de proponer a la UNEP la celebración de una Convención sobre el Suelo. ¿Para que? ¿Convenciones, Días Mundiales? No gracias. Y como dice el refrán: hechos son amores………

 

¿Y que decirle a los amigos latinoamericanos que sufren en sus carnes el “Desarrollo Sostenible” que pretenden imponer los países ricos? Lo siento de corazón. Me siento impotente. Mea culpa. 

 

 

Juan José Ibáñez

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Un comentario

  1. Totalmente deacuerdo con el tema de la hopcresía en nuestra sociedad. Y la verdad es que la impotencia nos invade para machacar a los que realmente tenemos algo de conciencia o de principios, no sé, quizás sólo se trate de conocimiento…

    Encantado de haber encontrado un blog sobre el más olvidado de todos los elementos que componen nuestro medio ambiente: el suelo.

    Un saludo de un estudiante de Ciencias Ambientales de Córdoba.

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