¡Vaya por Dios!. Parece que no hacemos nada correctamente. Pero esta noticia que analizamos hoy……… La aplicación de sal resulta ser una de las prácticas más utilizadas con vistas a prevenir que la nieve se convierta en hielo sobre las carreteras invernales de los lares en donde tal hecho, por su asiduidad, deviene en problema. La advertencia de que, por esta razón, suelos y aguas pueden salinizarse en algunas localidades, afectando a la biota no es nueva. Simplemente aprovecho la noticia para explicar el problema. Esta última, como veréis da cuenta del asunto del que hablaremos hoy. Ahora bien, en ningún lado se nos informa de que se estimara la salinidad de los suelos en las lindes de la carretera, algo que es de suma sencillez, como bien sabemos los edafólogos. Pequeños instrumentos electrónicos con vistas a estimar el pH y la conductividad eléctrica se encuentran en el mercado al alcance de casi todos (al menos en los países industrializados). ¿Aun no se ha llevado a cabo tal estudio?. ¡No me lo puedo creer! Puede tratarse de una realidad, o de un tópico impregnante. Otra valoración merecen las declaraciones de la ecologista María Ángeles Nieto, que, en sus tiempos libres parece dedicarse a los rallyes, según se desprende de sus declaraciones: ¡En este país nadie sabe conducir! ¡Éramos pocos y parió la abuela! ¡Iberia es una ruina y se encuentra repleta de torpes, cualidad que al parecer no solo atañe a nuestros gobernantes!. Supongo que abrirá una autoescuela con vistas a que seamos ecológicamente correctos. ¡Ánimo maestra!

Los que saben conducir sobre nieve ¿O no?. Fuente: Diorama

La verdad es que yo, personalmente, no tengo carné de conducir. Pero Ángeles acusa a la mayoría de los ciudadanos de que tampoco saben llevar ese extraño vehículo de cuatro ruedas. Pero vayamos al grano.


Todos solemos ver árboles deteriorados en los lindes de las carreteras. ¡Nada nuevo bajo el sol! Ya hemos hablado de este tema en post precedentes. La contaminación puede ser una de las causantes de los daños a la vegetación. Tampoco debemos olvidarnos de el exceso de nutrientes (nitrofília), así como de los herbicidas que, a veces, se usan para eliminar tales comunidades típicas de los bordes de las calzadas. Enfermedades biológicas tampoco es un asunto a descartar. Posiblemente, la salinidad pudiera ser un problema en las arterias viales que sufren con frecuencia nevadas invernales (y que en España suelen circunscribirse a las de montaña). Empero reitero que se trata de un proceso de fácil verificación científica. ¿No se ha hecho? Pues a correr, ya que cuando salga este post ha nevado sobre Madrid y se avecina mucho frío. Un paper más, y sin desmelenarse. ¡Venga chicos!, una gran oportunidad. No hay que desperdiciarla.

Ahora bien, al margen de la altivez de nuestra audaz ecologista, dos matizaciones. Que la concentración de sal en lagos de EE.UU. “coincida” con el creciente uso de la sal en las carreteras, no pasa de ser un mero indicio. Bien pudiera ser una correlación espuria. La ciencia necesita evidencias más sólidas ¿O no? Del mismo modo, la nota de prensa señala que: “Una charca sin salida puede convertirse en una laguna salada en la que desaparezcan sus especies«. Debo suponer que tal frase no ha salido de la boca del Dr. Emilio Menéndez, por cuanto él debe saber mejor que yo la diferencia de tamaños entre unas y otras. En el caso de que la sal trasformara charcas en lagunas, estoy convencido de que sería una indagación que merecería ser publicada en “Nature” o “Science”. ¡Hay Marta! (la periodista): cuidado con estos deslices.

Por lo demás no estaría de más analizar la salinidad de los suelos (si no se ha hecho ya) de las lindes de nuestras carreteras, en aquellas zonas en donde acaecen tales riesgos de nevadas continuas y copiosas, ya que incluso de salinizarse podría cambiar su clasificación (en un cierto grado). Lo mismo debíamos señalar respecto a las aguas de las numerosas presas o embalses que se encuentran en las vertientes de las áreas de montaña peninsulares, o en las estaciones de esquí de los Andes. Obviamente, más grave deviene el caso de EE.UU. septentrional, por cuanto si se demuestra la relación directa entre uso de sal y salinización de aguas el problema, efectivamente sería grave. Y es que en España somos muy salados, ¿Verdad?

Juan José Ibáñez

La sal para derretir la nieve afecta a la vegetación y la fauna

Este año el frío parece no querer llegar del todo. Según la Agencia Estatal de Meteorología, tanto octubre como noviembre han superado en más de 2º C la media mensual de temperaturas. Este fenómeno no ha impedido que el Gobierno se haya preparado por si finalmente el invierno se tiñe de blanco. El Plan de Nevadas 2009-2010 ha incrementado en 370 toneladas la sal para fundir la nieve.

FUENTE | Público; 10/12/2009

En total, 16.524 toneladas de sal esperan a ser utilizadas. Pero, ¿qué pasa con ella una vez que el hielo se ha derretido? Estudios científicos y organizaciones ecologistas aseguran que el uso de sal tiene consecuencias negativas para el medio ambiente que no son tenidas en cuenta durante su uso.


La sal es el método tradicional más usado para derretir la nieve en invierno, ya que reduce su punto de fusión hasta -21ºC. Cuando el hielo desaparece, el residuo salino permanece en la zona de deposición o es arrastrado por la lluvia hasta los cauces fluviales. Un estudio de la Universidad de Minnesota (EE.UU.) indica que sólo 250 miligramos por litro de agua (el equivalente a una cucharilla en casi 19 litros de agua) son perjudiciales para la fauna acuática. El estudio, que analiza la concentración de sal en los lagos de aquel Estado, revela que ésta ha aumentado entre 1984 y 2005 de forma coincidente con el uso de sal en las carreteras.


El aumento de la salinidad en los lagos estimula la estratificación, según un estudio financiado por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. Las capas más concentradas no se mezclan con el resto, lo que provoca una disminución en la circulación de oxígeno que afecta a los estratos más profundos. Esto da lugar a la anoxia falta de oxígeno en el lecho lacustre que dificulta la vida acuática. Además, la sal moviliza los metales pesados que pueden ser ingeridos por los peces y entrar dentro de la cadena trófica. «Una charca sin salida puede convertirse en una laguna salada en la que desaparezcan sus especies«, afirma el profesor del departamento de ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, Emilio Menéndez.


«En España, la afección más grave se produce en los árboles que lindan con el margen de la carretera«, afirma la portavoz de Ecologistas en Acción, María Ángeles Nieto. «En puertos de montaña, como el de Navacerrada, los árboles están secos hasta los cuatro metros [de la calzada]», denuncia Nieto.


FALTA DE PERICIA


«En este país cunde el pánico en cuanto caen dos copos de nieve», manifiesta la ecologista. «Las cantidades que se usan son excesivas, hay que utilizar la sal en la medida necesaria«, añade. Nieto denuncia que en muchos casos «se anuncian nevadas que no se producen y te encuentras con las carreteras llenas de sal«, y en otros casos «la sal sobrante en primavera se tira a la carretera en vez de reutilizarse el año siguiente«.


«El problema es que en España la gente no sabe conducir», opina Menéndez. «Si se condujera como es debido no harían falta ni sal ni cadenas», añade. El científico le resta importancia al asunto: «La sal es un problema, pero no es tan grave. Prefiero la sal, que es natural, antes que cualquier producto químico«. Sea como fuere, el Ministerio de Fomento está preparado, con sus más de 16.000 toneladas de sal, a que vengan las nevadas.


Autor:   Marta del Amo

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