El mundo de los insectos sociales resulta ser tan sorprendente como para recapacitar acerca de las estructuras sociales humanas y sus aparentes idiosincrasias. La estructura y comportamiento de las termitas, hormigas y otros bichitos del suelo ha hecho pensar a muchos expertos si nos encontramos en los límites de sociedades altamente estructuradas, o si en su conjunto funcionan como un solo individuo al que algunos denominan «superorganismo«. El ejemplo que vamos a exponer hoy parece extraído de una novela de ciencia ficción, de tal modo que el plumillas (periodista) ha dispuesto de todo un arsenal de metáforas antropomórficas para dar rienda suelta a su imaginación calenturienta. Básicamente, la nota de prensa nos informa de que las termitas obreras de cierta especie, que viven en la Guayana francesa, al alcanzar cierta edad pasan a formar parte de un “cuerpo de élite” (rememoro las metáforas del plumillas) se enrolan con las huestes militares más convencionales, a la hora de defender las colonias de sus enemigos. Estas elaboran dos tipos de cristales en su abdomen. Cuando el peligro acecha, las viejecitas alistadas  (para algunos «patriotas», y para otros «mártires») explotan dando lugar a que esos tipos de sustancias cristalinas reaccionen entre si dando lugar a una “bomba química” que estalla diezmando a sus enemigos. Y así, no resulta necesario que sus sociedades demanden ahorros onerosos, es decir “planes de pensiones”, lo que alivia su “economía de las veleidosas fluctuaciones del libre mercado”.  ¡Todo un ejemplo que será del gusto de los defensores de la economía neoliberal!. Finalmente el plumillas recoge una frase del famoso Edward O. Wilson, padre de esas fascistoide perspectiva de la biología denominada sociobiología que reza así: “Mientras que los humanos mandan a la guerra a los hombres jóvenes, los insectos envían a las señoras mayores. debo suponer que el autor exclamaría esta sentencia cuando era joven. ¿Machista también? Ahora bien, el suicidio altruista aparece en muchas especies, incluido en amínales tan evolucionados como los mamíferos. Si uno estira la metáfora hasta la frontera de lo razonable/irrisorio se podría alegar que en ciertas sociedades humanas también (….). Empero en lugar de continuar espetando sandeces podemos llevar a cabo la siguiente reflexión. En general, cuando un sistema (sociedad) va mejorando su eficiencia, las partes constitutivas (individuos) pierden grados de libertad hasta el punto que su propia individualidad se diluye en beneficio del conjunto.  Es decir, el todo es más que la suma de las partes, en detrimento de la libertad de acción de los objetos, entes o individuos que la conforman. En el límite, resulta difícil de entender y conceptualizar si se trata de organismos independientes o células de un simple organismo superior (¿No hablamos nosotros del tejido industrial, económico, etc.?). Este resulta ser un tema que me ha preocupado desde que era joven. Existen numerosos ejemplos de esta guisa, que nos advierten de que el inexorable incremento de la complejidad de los sistemas biológicos (¿y sociedades humanas?) redunda en beneficio de optimización de los recursos a costa de ir anulando las libertades individuales (grados de libertad en términos estadístico-termodinámicos). Quizás por ello, los insectos sociales me han causado siempre atracción y pavor, al mismo tiempo. Por tanto, como ciudadanos de una sociedad,  debemos ser muy conscientes de este dilema. Habría mucho que decir sobre el tema, por cuanto debemos valorar y sopesar muy bien las decisiones colectivas que tomamos, so pena  que abracemos algunas que vayan en detrimento de esas libertades, sin las cuales, como entes ¿inteligentes? vamos perdiendo nuestrap libre albedrío y consciencia individual. Estoy convencido que para los defensores del neoliberalismo económico (como reinas de la colonia) el ejemplo de hoy les estimulará sus perversas mentes como para defender que si se pudiera hacer algo así con los viejecitos en lugar de defender los impresentables minijobs la economía global iría mejor. Y como ya me acerco al ocaso productivo de mi carrera profesional advierto que puedo comenzar a replantarme que contramedidas debo adoptar para que mi  potencial bomba humana no redunde en beneficio delas reinas neoliberales, sino todo lo contrario. El problema del crecimiento demográfico, el envejecimiento de la población y la necesidad de recursos de todo tipo con vistas a satisfacer sus necesidades sigue agudizándose, nadie lo duda. Ahora bien existen otros ejemplos en la naturaleza distintos y menos virulentos que el aquí expuesto. Muchos biólogos, filósofos y pensadores acusaron en su día a E.O Wilson, de proponer una imagen de la vida cuyas premisas daban lugar a conclusiones nauseabundas desde un enfoque humanista. Me preocupa que cuando lanzó su hipótesis de la sociobiología se generara un acalorado debate en el cual muchos expertos le tacharon de fascista. Sin embargo, todo aquello es historia. En la actualidad, son pocos los que debaten sobre un tema tan controvertido, abrazando a los seres humanos como sacos de genes, sin calcular la consecuencia de este tipo de credos para su propio futuro.  Eso si, si queréis una información un tanto más objetiva sobre estas termitas podéis leer el post acerca del tema escrito en la bitácora termitasblog. Mientras tanto, esperemos que no pretendan enviarnos a todos los ancianos a las trincheras cargados de bombas alrededor de nuestra cintura, o convertir nuestra dura y rancia carne en las deliciosas galletas del film Soylent Green. Por favor pinchar este último enlace y leer el resumen, por cuanto hasta la filmografía de ciencia ficción parece acercarse más a la realidad que nos espera que las fallidas predicciones de las teorías neoliberales ¿No?. Pronto os editaré un post sobre un nuevo tipo de hamburguesas que (…..). Esto si que es envejecer en negativo, la otra cara de una moneda que se me antoja cada vez más difícil de sobrellevar. Ah… ¡se me olvidaba!: una excesiva conectividad dentro de un sistema pueda acarrear a la larga (…) Cuidado con eslóganes del tipo “connecting people

Juan José Ibáñez

termitas-explosivas-neocapritermes

Neocapritermes taracua y sus cristales bomba. Fuente: bitácora termitasblog

El terrorismo suicida de las termitas

Las trabajadoras de una especie de la Guayana francesa se reciclan en la vejez como defensoras del grupo y explotan ante agresiones externas

Javier Sampedro Madrid30 JUL 2012 – 20:58 CET33. El País 31 Julio 2012

Puede verse como una versión extrema de la jubilación anticipada, también como una forma de fanatismo religioso que seduce a las viejas trabajadoras que ya no están en la mejor forma física para ayudar a su colonia. Sea como fuere, las termitas de la especie Neocapritermes taracua, nativas de la Guayana francesa, parecen haber inventado el terrorismo suicida millones de años antes que la estupidez humana. Tal vez esto signifique que ni siquiera la estupidez humana es propiamente humana. Nuestra especie se está quedando sin raíces identitarias.

Thomas Bourguignon, un estudiante de doctorado en el laboratorio de Yves Roisin, de la Universidad Libre de Bruselas, ha descubierto que las termitas trabajadoras de esa especie, cuando han envejecido lo bastante como para no poder aportar gran cosa a las labores cotidianas de sus compañeras más jóvenes, se reciclan como fuerzas de apoyo a la casta militar para defender de agresiones externas a su colonia. Y lo hacen de una forma verdaderamente drástica: explotando. La investigación se ha publicado en Science.

Al explotar, la termita genera un compuesto altamente tóxico

El suicidio altruista (autothysis en la jerga) no es peculiar de esta especie guayanesa. Es una práctica común en otros grupos de termitas, y también en algunas hormigas y otros insectos. Pero hay que reconocerle a Neocapritermes taracua una sofisticación técnica inusitada, casi maquiavélica. Cuando una vieja trabajadora de esta especie explota, dos tipos de cristales hasta entonces almacenados por separado en el exterior de su abdomen se mezclan entre sí, reaccionan químicamente y generan un compuesto que no solo es altamente tóxico, sino también tan pegajoso que se adhiere a los cuerpos de los insectos invasores como una mala pesadilla y los corroe por fuera y por dentro hasta infligirles una muerte tan cierta como horrible.

Los científicos ignoran de momento cómo Neocapritermes taracua sintetiza los dos componentes de esa letal trampa química. Hay otra media docena de especies descritas en el género Neocapritermes, pero la guayanesa es la única que ha desarrollado esos depósitos de cristales tóxicos. Los investigadores están sorprendidos de que un sistema químico tan sofisticado sea una invención química de una sola especie, y planean buscar indicios de que también exista en otras termitas, al menos en una forma incipiente. La evolución suele trabajar explorando nuevos usos de viejos sistemas, a veces surgidos inicialmente para una función muy distinta.

Los editores de la revista Science recuerdan una frase pronunciada hace años por el creador de la Sociobiología, el gran entomólogo Edward O. Wilson: “Mientras que los humanos mandan a la guerra a los hombres jóvenes, los insectos envían a las señoras mayores”.

Compartir:

Un comentario

Deja un comentario