Huella-del-suelo

Fuente: Colaje imágenes Google

En septiembre de 2024 un grupo de edafólogos de la Universidad de Córdoba (España) publicó un artículo y nota de prensa correspondiente, en el cual se presentaba un nuevo concepto, simple y sugerente: “La Huella del Suelo. Se trata de una propuesta interesante pero que, en mi opinión, el significado que le otorgan los autores ofrecen de lagunas de consideración. Una cuestión es proponer “la huella del suelo” y otra bien distinta “la huella de la erosión del suelo”, por cuanto, en esta materia, la erosión es tan solo una de las calamidades que afectan tanto al medio edáfico como a la seguridad alimentaria. Si tiene éxito entre políticos y el público, surgirán problemas con otros edafólogos, que también analizan la protección del suelo y su relación con la seguridad alimentaria desde otros ángulos y perspectivas, como la contaminación en el sentido más amplio. fertilización sostenible (ecológica), pérdida de materia orgánica, secuestro de carbono, salinización, sellado urbano e infraestructuras,  y en general la degradación en el sentido más amplio, dado que los procesos erosivos no excluyen otras amenazas. Estos investigadores lo enmarcan, por ejemplo, en la denominada “Misión de la UE «Un pacto sobre el suelo para Europa”, en donde se detallan prioridades, financiación y objeticos de la Unión Europea, que van más allá de la que afecta a la erosión de este recurso vital para la humanidad y la biosfera. El estudio parece claro y acertado, así como la redacción escrita en español-castellano y también traducida de la versión en suajili, que son básicamente las mismas, siendo claras y concisas. 

Las provincia de Córdoba, como la de Jaén (Andalucía) son casi emblemáticas, en lo que al cultivo del olivar se refiere, y por ello la han escogido como arquetípica y con razón, siendo avaladas por sus análisis.  Personalmente sugeriría a los colegas cordobeses que se replantaran el concepto o cambiaran su discurso “algo” para que nadie se sienta excluido, además de las razones que he aludido con antelación.  

Como a fecha de septiembre de 2024 ha sido publicada y yo he redactado este post, no encuentro más material que ofreceros. Abajo is dejo el material.

Juan José Ibáñez

Continúa……

Huella del suelo: Un indicador simple del impacto de un cultivo en la erosión del suelo

por la Universidad de Córdoba

Resumen gráfico. Crédito: Seguridad del Suelo (2024). DOI: 10.1016/j.soisec.2024.100156

La agricultura se enfrenta a un reto del que depende, en gran medida, el futuro del planeta: el de alimentar a una población creciente mediante el uso sostenible de los recursos naturales, esenciales para la producción de alimentos, pero también para la vida en la Tierra. En este contexto, surgen conceptos como la «huella de carbono» y la «huella hídrica», que se refieren a la cantidad de estos recursos que se invierten en la producción de un determinado bien, alimento o servicio.

Estos conceptos tienen que ver con el costo o impacto que la producción de un determinado producto tiene en la naturaleza, y una forma de medir si su consumo es sostenible o no. A estos se puede añadir otro concepto, que tiene que ver con otro recurso limitado sobre el que hay menos conciencia, pero que es tan esencial para la vida como el agua o la energía: el suelo, cuya erosión supone la pérdida de nutrientes, biodiversidad y capacidad de retención de agua.

La «huella del suelo» de un alimento es la cantidad de suelo que se pierde durante su proceso de cultivo, y se calcula dividiendo la tasa de erosión por su grado de productividad. Este es un término presente en la estrategia comunitaria «Un Pacto por el Suelo para Europa«, que ahora ha sido definida y aplicada formalmente en España por los investigadores Andrés Peñuela, Vanesa García Gamero y Tom Vanwalleghem, con el grupo de Hidrología e Hidráulica Agrícola de la Unidad de Excelencia María de Maeztu-Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO).

El objetivo, explican, es simplificar la comunicación del grave problema de la erosión del suelo para involucrar a los consumidores, sumándolos a la red de acción que actualmente conforma la comunidad científica, los organismos políticos y reguladores, y el sector agropecuario. Los hallazgos se publicaron en Soil Security.

El planteamiento del equipo de investigación es el siguiente: si conceptos como el de «huella hídrica» han conseguido calar en la sociedad, generando conciencia sobre el origen de los alimentos y sus costes, y promoviendo cambios en los hábitos de consumo, la introducción de la «huella de suelo» podría contribuir a la transición hacia modelos de producción más sostenibles y también responsables con este recurso.

Es una tarea en la que todos los agentes implicados deben poner de su parte: la comunidad científica, investigando las causas de la erosión y proponiendo soluciones; los poderes políticos, con regulaciones que protejan el suelo; y el sector agropecuario, adoptando técnicas responsables que optimicen el uso de este recurso. La última parte que puede marcar la diferencia son los consumidores, a través de su poder para influir en un sistema de mercado. La demanda de alimentos que no erosionen el suelo puede incentivar al sector productivo a adoptar modelos de producción sostenibles, como ya ha ocurrido con los alimentos con sellos ecológicos y los productos libres de crueldad.

El olivar, el cultivo con mayor ‘huella de suelo’

Además de definir el concepto y sentar las bases para medirlo, el equipo calculó la «huella del suelo» de los diez principales cultivos de España, analizando también las zonas de la Península donde son más problemáticas. Los resultados muestran que el cultivo con mayor huella de suelo (es decir, la menor producción de alimentos en proporción a la erosión que genera) es el olivo, seguido del cerezo y el trigo. En el extremo opuesto se sitúan la cebolla, la patata y la naranja, siendo estos los cultivos con menor «huella de suelo» de todos los analizados.

El hecho de que el cultivo más perjudicial para el suelo español sea también uno de sus grandes motores económicos, y una seña de identidad para el país, podría ser problemático, pero los investigadores aclaran que la erosión no depende exclusivamente de las peculiaridades del cultivo, sino de las condiciones climáticas, la topografía y la gestión agrícola.

«La solución no pasa por reducir el número de olivos, sino por incorporar estrategias que protejan el suelo de la erosión, como la cubierta vegetal», señala el investigador Andrés Peñuela.

Varios estudios han demostrado cómo esta gestión es capaz de frenar significativamente la erosión del suelo en el olivar mediterráneo. Esto contribuiría a reducir la «huella del suelo» de este cultivo, protegiendo así un recurso limitado cuyo futuro debería preocupar a la sociedad en su conjunto, como ya lo hacen el agua y la energía.

Más información: García-Gamero, V. et al. Huella del suelo: Un indicador sencillo para comunicar y cuantificar la seguridad del suelo, Seguridad del suelo (2024). DOI: 10.1016/j.soisec.2024.100156

Proporcionado por la Universidad de Córdoba 

LA ‘HUELLA’ DEL SUELO: UN INDICADOR SENCILLO DEL IMPACTO QUE TIENEN LOS CULTIVOS EN SU EROSIÓN

Escrito por UCC

Un equipo del Departamento de Agronomía propone un método para calcular, comparar y comunicar cómo afectan los distintos cultivos a la pérdida de suelo agrícola, con el objetivo de concienciar sobre este problema y promover soluciones para preservar este recurso vital

La agricultura se enfrenta a un reto del que depende en buena parte el futuro del planeta: el de alimentar a una población creciente haciendo un uso sostenible de los recursos naturales, imprescindibles para producir alimentos, pero también para la vida en la tierra. En este contexto surgen conceptos como el de la ‘huella de carbono’ o la ‘huella hídrica’, que hacen referencia a la cantidad de estos recursos que se invierten en la producción de un bien, alimento o servicio. Es el coste o impacto que tiene sobre la naturaleza producir determinados productos, y una manera de medir si su consumo es o no sostenible. A estos conceptos se suma uno más, que pone el foco en otro recurso limitado sobre el que existe una menor concienciación pero que es tan imprescindible para la vida como el agua o la energía: el suelo, con cuya erosión se pierden también nutrientes, biodiversidad y capacidad de retención del agua.

La ‘huella del suelode un alimento se traduce como la cantidad de suelo que se pierde durante su proceso de cultivo y se calcula dividiendo la tasa de erosión por su grado de productividad. Se trata de un término presente en la estrategia comunitaria ‘Un pacto del suelo para Europa‘, que ahora ha sido definido de manera formal y aplicado sobre el territorio español por los investigadores Andrés PeñuelaVanesa García Gamero y Tom Vanwalleghem, del grupo de Hidrología e Hidráulica Agrícola de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO). El objetivo, explican, es simplificar la comunicación de una problemática tan seria como la de la erosión del suelo para así implicar a los consumidores y consumidoras, sumándolos a la red de acción de la que ya forman parte la comunidad científica, órganos políticos y reguladores y el sector agrícola.

El planteamiento del que parte el equipo investigador es el siguiente: si conceptos como el de la ‘huella hídrica’ han logrado permear en la sociedad, generando conciencia sobre el origen de los alimentos y sus costes y propiciando cambios en los hábitos de consumo, introducir ahora el de la ‘huella del suelo’ puede contribuir a la transición hacia modelos de producción más sostenibles que sean respetuosos también con este recurso. Se trata de una tarea en la que todos los agentes implicados deben tomar partido: la comunidad científica, investigando las causas de la erosión y proponiendo soluciones; el poder político, con normativas que protejan el suelo; el sector agrícola, adoptando técnicas respetuosas que optimicen el uso de este recurso. La última baza la tienen los consumidores con su poder de influencia en un sistema de mercado. La demanda de alimentos respetuosos con el suelo puede incentivar al sector productivo a adoptar modelos de producción sostenibles, como ya ha sucedido con la alimentación con sello ecológico o los productos ‘cruelty free’.

El olivar, el cultivo con mayor ‘huella del suelo’

Además de definir el concepto y sentar las bases para medirlo, el equipo ha calculado en su estudio la ‘huella del suelo’ de los diez principales cultivos españoles, analizando además las zonas de la península en la que resultan más problemáticos. De los resultados se extrae que el cultivo con mayor huella de suelo (es decir, menos producción de alimento en proporción a la erosión que genera) es el olivar, seguido del cerezo y el trigo. En el extremo contrario se encuentran la cebolla, la patata y la naranja, los cultivos con menor ‘huella de suelo’ del conjunto de los analizados.

Que el cultivo más lesivo para el suelo español sea también uno de sus grandes motores económicos y toda una seña de identidad para el país podría resultar problemático, pero los investigadores matizan: la erosión no depende exclusivamente de las peculiaridades del cultivo sino de las condiciones climáticas, de la topografía o del manejo agrícola. «La solución no está en reducir el número de olivos, sino en incorporar estrategias que permitan proteger el suelo de la erosión, como las cubiertas vegetales», explica el investigador Andrés Peñuela. Diversos estudios han comprobado cómo este manejo es capaz de frenar significativamente la erosión del suelo en el olivar mediterráneo. Esto contribuiría a reducir la ‘huella de suelo’ de este cultivo, protegiendo así un recurso limitado cuyo futuro debe preocupar a la sociedad en su conjunto, como ya lo hacen el del agua o el de la energía.

Referencia: V. García-Gamero, T. Vanwalleghem, A. Peñuela, “Soil footprint: A simple indicator to communicate and quantify soil security”, Soil Security, Volume 16, September 2024. https://doi.org/10.1016/j.soisec.2024.100156

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