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Fuente: Colaje Imágenes Google

Plantar árboles está de moda” señala un párrafo en la noticia que os mostramos hoy: “Plantar árboles no siempre ayuda a mitigar el cambio climático”. Cuando el encefalograma de nuestros políticos o gestores ambientales se vuelve plano, se repiten los mismos errores una y otra vez.  En 2022 y 2023 por ejemplo la cantidad de incendios forestales, es decir su magnitud y frecuencia, ha sido gigantesca, emitiéndose desorbitadas cantidades de CO2 a la atmósfera. Las repoblaciones forestales se llevan a cabo a través de laSilvicultura”. «Agri» ”cultura”, pisci ”cultura”, etc., muestran lo que se “cultiva”. Empero la mayor absorción en primera instancia la realizan las especies forestales de crecimiento rápido, que consumen durante su crecimiento mucha agua a la atmosfera extrayéndola del suelo y que podía ser utilizada por la propia naturaleza (ecosistemas) y también por el hombre para otros fines. Empero este no resulta ser el problema principal, ya que los hay más graves. Como hemos repetido en numerosas ocasiones en nuestra bitácora, gran parte de ellas son especies pirofíticas, es decir que para prosperar llevan a cabo estrategias que propagan los incendios, de diversos modos. De no ser así, serían sustituidas por otras especies que mejoran el medio edáfico y no son pasto de las llamas con tanta facilidad. Del mismo modo, su hojarasca al caer al suelo desprende sustancias que matan a los organismos del suelo, que de este modo no pueden descomponer una hojarasca reseca que se acumula sobre los horizontes organominerales de los suelos. En otras palabras, degradan la calidad del suelo.  Al arder con facilidad, por lo tanto, se consiguen varios efectos y todos ellos inducen al calentamiento climático. Seguidamente el suelo, desprotegido, es fácil presa de la erosión. Es decir, más que luchar contra el calentamiento climático, en muchísimos casos lo fomentan. Estas son lamentablemente las que se cultivan y luego trasplantan a la zona a ¿restaurar?. Existen otros problemas y detalles que podréis leer en la lista de post previos que relaciono al final de esta entradilla. No es cuestión de repetirse.  

Todo ello es bien conocido desde hace al menos 40 o 50 años. Es decir que nuestros dirigentes además del encefalograma plano son analfabetos en la materia. Si no fuera el caso, la industria maderera estaría escondida bajo tales decisiones. De este modo, la gobernanza mundial del medio ambiente se convierte más en un problema que en la solución que necesitamos. La noticia que os ofrecemos lo explica perfectamente. Personalmente, si no entendiera a mi razón, comenzaría a sospechar que tras tal estrategia subyace una verdadera “teoría de la conspiración”.  Como se explica en ese breve libro del que alguna vez os he hablado “ Allegro ma non troppo”, somos victimas de la estupidez de ciertos humanos. “Piensa globalmente, actúa localmente”.

Tenéis abundante material para leer.

Juan José Ibáñez

Continúa……..

El aumento de los incendios forestales extremos alimenta las emisiones globales

El cambio climático y las actividades humanas han provocado incendios forestales más frecuentes e intensos en las últimas dos décadas.

Plantar árboles no siempre ayuda a mitigar el cambio climático

Mitigar el cambio climático plantando árboles no es tarea fácil. Es fundamental planificar dónde, qué, cómo y cuándo reforestar, vigilar prácticas de ecoblanqueo de grandes corporaciones y, sobre todo, cuidar los bosques que ya existen.

La plantación de árboles en sitios deforestados puede contribuir a compensar las emisiones de dióxido de carbono, pero si se realiza en lugares y con especies poco adecuadas pueden fracasar y terminar aportando a la atmósfera más carbono del que secuestran.

Además, la plantación de árboles no debería comprometer la capacidad de abastecimiento de alimento para la población humana y debería respetar la integridad de los ecosistemas no forestales, que también son relevantes para la conservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos. Y, sobre todo, antes de plantar nuevos bosques, deberíamos asegurar la salud y viabilidad de los ya existentes.

La Tierra se calienta

El calentamiento global es uno de los principales retos que afronta la humanidad. La emisión de dióxido de carbono (CO₂) es el principal causante de la desestabilización del clima, ya que su acumulación hace que la tierra retenga cada vez más calor.

El Acuerdo de París persigue reducir drásticamente las emisiones de CO₂ en este siglo. Para alcanzar esta meta deberíamos ir abandonando el uso de combustibles fósiles, pero también podemos avanzar en otras soluciones que compensen parcialmente las emisiones creando nuevos sumideros de carbono, y los bosques lo son.

Plantar árboles está de moda

Actualmente, el proceso más eficaz para retirar carbono de la atmósfera a escala planetaria sigue siendo la fotosíntesis. Por ello, muchas iniciativas nacionales e internacionales están promoviendo la plantación de millones de árboles para compensar las emisiones de CO₂.

Sin embargo, plantar árboles sin planificación no es la solución a este complejo problema, ya que en condiciones desfavorables pueden actuar incluso como emisores de CO₂. Además, las plantaciones inadecuadas pueden amenazar el funcionamiento de los ecosistemas y la biodiversidad.

¿Cuánto espacio queda en el planeta para plantar árboles?

Un bosque no puede crecer en cualquier sitio, ya que requiere condiciones y recursos que no todos los ambientes pueden aportar.

Las iniciativas que pretenden establecer bosques en lugares donde nunca los ha habido (desiertos, estepas), o donde el bosque se perdió hace siglos, pueden llevar a grandes fracasos. Además, estas plantaciones utilizan especies de árboles exóticos que pueden comprometer la biodiversidad local y alterar servicios ecosistémicos fundamentales, como la provisión de agua.

Gran parte del territorio adecuado para expandir los bosques está ocupado por cultivos y pastizales que suministran alimento al ganado y a la población humana.

Un polémico artículo publicado en la revista Science estimó que el planeta dispone de casi un billón de hectáreas capaces de albergar nuevos bosques que podrían incrementar en un 25 % el carbono almacenado en estos ecosistemas. Sin embargo, revisiones posteriores rebajaron notablemente esta cifra tras criticar la consideración de los ecosistemas de sabana, matorrales y praderas como terrenos “degradados”, potencialmente reforestables.

Por último, hay que considerar que se sigue destruyendo bosque para reemplazarlo por cultivos, como el de palma de aceite en regiones tropicales. Por eso algunos expertos defienden que, en vez de expandir los bosques, el énfasis debe estar en proteger y gestionar adecuadamente los ya existentes.

¿Los árboles de crecimiento rápido son mejores sumideros de carbono?

Las especies arbóreas muestran una gran diversidad de estrategias vitales, que se reflejan en distintas velocidades de crecimiento, distinta longevidad y diversos grados de resistencia a factores adversos y de resiliencia ante perturbaciones. Ello se traduce en una dispar capacidad para secuestrar y almacenar carbono.

Los árboles que crecen rápido pueden absorber CO₂ a gran velocidad, pero también son más vulnerables a plagas, tormentas u otras perturbaciones, viven menos tiempo y el carbono que almacenan retorna antes a la atmósfera.

Además, una parte relevante del carbono forestal reside en el suelo, un reservorio menos expuesto a las perturbaciones que la biomasa aérea. Por su parte, los árboles de crecimiento lento fomentan la acumulación de carbono en el suelo al producir tejidos que se degradan más lentamente. También invierten más biomasa en raíces, una de las principales fuentes de carbono orgánico del suelo.

¿Son las plantaciones comerciales eficaces sumideros de carbono?

Precisamente, para las plantaciones comerciales se seleccionan árboles de crecimiento rápido y vida corta, lo que pone en duda su valor como sumideros eficaces de carbono a largo plazo.

Estos árboles se cosechan al alcanzar determinada talla, con lo que su valor como sumidero de carbono depende del destino final de su madera. Si se utilizan para fabricar muebles o materiales de construcción, constituirán un reservorio duradero; pero si su destino es la producción de biomasa, el carbono almacenado retornará rápidamente a la atmósfera. Además, las labores silvícolas, especialmente si son intensivas, también pueden favorecer la pérdida del carbono del suelo.

Una estrategia efectiva para mitigar el cambio climático implica, en primer lugar, la preservación de los sumideros de carbono ya existentes. Además, los programas de reforestación deberían ejecutarse de forma planificada y considerando la evidencia científica. La selección cuidadosa de las especies y los lugares adecuados es crucial para garantizar que las plantaciones actúen como sumideros de carbono eficientes y no se conviertan en fuentes de emisión de CO₂.

Autoría: Pilar Castro Díez, Profesora Titular de Universidad. Área de especialización: Ecología, Universidad de Alcalá y Alberto Romero Blanco, Personal docente e investigador en la Universidad de Alcalá. Invasiones biológicas y ecotoxicología, Universidad de Alcalá

Este artículo fue publicado originalmente en The ConversationLea el original.

Listado de posts previos sobre el tema (no exhaustivo)

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